El obispo prelado vitalicio

El 14 de junio del año 2007 cumplirá 75 años el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría Rodríguez. Se trata de un edad en la que los obispos diocesanos, titulares o auxiliares y todos los altos cargos de la Santa Sede deben presentar la renuncia a su cargo al Santo Padre, de acuerdo con el Código de Derecho Canónico, pero la Obra fundada por San Josemaría es distinta hasta para eso, pues sus sucesores directos en el cargo son vitalicios.

Monseñor Echevarría es obispo titular de Cilibia y cada año ordena a un grupo de más de 30 miembros de la Obra.

No hace mucho se supo que Juan Pablo II se planteó dimitir como Papa pocos años antes de morir, pero al final decidió continuar en el cargo. Hubiera significado una revolución dentro de la Iglesia.

¿A que no se atreve a dimitir monseñor Javier Echevarría? Se aferrará a las normas establecidas por su fundador para justificar su postura y dirá que ese es el espíritu fundacional.

Recuerdo que cuando se aprobó la prelatura las notas de prensa de ésta hablaban de "obispo prelado", pero luego no han vuelto a repetirlo.

En estos días se ha producido el relevo del cardenal Angelo Sodano al frente de la Secretaría de Estado del Vaticano. Ha sido sustituido por el arzobispo de Génova, monseñor Tarcisio Bertone. Para el cambio se ha invocado el artículo 354 del vigente Código de Derecho Canónico, que establece que todos los altos cargos de los distintos organismos deben presentar la renuncia de su cargo al Papa, al cumplir los 75 años.

En similares términos se pronuncia el mismo Código en sus cánones 401 y 402 al referirse a los obispos diocesanos, obispos coadjutores y obispos auxiliares. A estos últimos se les concede una sede titular ya desaparecida, como a monseñor Echevarría.

Si observamos las normas por las que se rigen las distintas órdenes y
congregaciones religiosas, el cambio o reelección del superior general se produce en períodos regulares de tiempo pero su mando no es para toda la vida. Claro, los directores o jefes de la Obra escribaniana no les gusta hablar de ello y menos compararse con las personas que tienen este carisma religioso dentro de la Iglesia. Por ello, se pusieron contentos cuando hace casi veinticinco años fueron aprobados por la Santa Sede como prelatura personal, al tener que depender de la Congregación de Obispos y no de la de Religiosos e Institutos Seculares, como ha sucedido a los demás.

Un caso de este tipo son los Legionarios de Cristo que tienen tan reciente actualidad por la decisión tomada por la Santa Sede y que afecta a su fundador, el padre Marcial Maciel.

Pero el Opus Dei es distinto. En mi mente se ha quedado el recuerdo de la vida del fundador San Josemaría. El solía decir sobre lo que internamente se llamaba "la intención especial" ( su futura ordenación jurídica) que deseaba un tranvía al que no se pudiera subir nadie. También hablaba de una barca a la que no se pudiera subir nadie. Con ello el santo aludía a que cuando el Opus fue el primer instituto secular aprobado por la Santa Sede después vinieron "otros" que utilizaron fórmulas parecidas a las de los religiosos.

Hasta el año 1982 numerarios y agregados de la Obra debíamos hacer votos de pobreza, castidad y obediencia, "según el espíritu del Opus Dei". Escrivá repetía una y otra vez "no quiero ni votos, ni botas, ni botines, ni botones". Su deseo se llevó a efecto cuando el Opus de convirtió en prelatura personal. Sus seguidores dicen que tratan de vivir todas las virtudes cristianas. Para ellos, la pobreza, la castidad y la obediencia, son unas virtudes más.

No hace mucho dije que monseñor Javier Echevarría Rodríguez es "la maravilla de las maravillas". Aludía al hecho de que con 21 años era doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Roma y con 23 en Derecho Civil por la de Madrid y la Pontificia Lateranense de Roma. Todo ello lo compatibilizaba con ser secretario de su fundador. Eso se llama aprovechar el tiempo.

Ahora monseñor Echavarría va a convertirse en un caso especial. Es obispo titular de Cilibia (diócesis desaparecida) pero su cargo tiene carácter vitalicio. Goza de una situación parecida a la del Papa, que está en el cargo hasta la muerte. Los opusianos hablan en nombre de la Iglesia, pero en la Iglesia los obispos no son así, vitalicios.

Nacho Fernández
Volver arriba