¿Cómo presentar a Jesús-persona hoy? La Buena Nueva como propuesta viva

La Buena Nueva como propuesta viva
La Buena Nueva como propuesta viva

"¿Es aún necesario 'evangelizar' ¿Cómo proponer el mensaje de Cristo a un momento histórico como el que nos corresponde?"

"Juan Crisóstomo vislumbra lo que podríamos comprender como la esencia del cristianismo: el gran núcleo del mensaje de Jesús es el perdón mismo. La buena nueva es la noticia del perdón. El arquetipo de vida cristiana por excelencia es Jesús, Él es la Palabra encarnada"

Evangelizar es llevar la buena noticia, llevar la Palabra, llevarlo a Él. El proceso de evangelización consiste entonces en presentar a Jesús. La única forma de presentar a Jesús como persona hoy es a partir de nuestra propia encarnación de su mensaje (Gal 2,20)"

"Se trata de acercar a los demás al encuentro personal con Jesús, respetando que dicho encuentro se da siempre en la diversidad que es fruto del amor mismo de Dios y alejándonos de toda clase de exclusión o condena del otro"

Soy consciente de que el mensaje contenido en el Evangelio es una propuesta, no una obligación. Esa es la base de respeto a la voluntad del hombre, dada desde la creación, y con ello, al designio divino de permitirnos amar. Solo podemos amar a Dios porque podríamos no hacerlo; solo podemos seguir a Jesús plenamente porque podríamos elegir no hacerlo.

Te regalamos ‘Informe RD – Claves del Sínodo de la Sinodalidad’

No se trata de una idea novedosa, ya lo exponía Francisco de Vitoria (1946) cuando afirma que, “los Bárbaros [refiriéndose a los habitantes de América] no están obligados a creer en la fe de Cristo” (p. 75). Esto no quiere decir que no se proponga el cristianismo, se refiere a que la evangelización no se debe dar por la fuerza, pues quien está obligado a creer, perdiendo el elemento volitivo de la fe, simplemente no tendrá un acercamiento a Cristo. El mismo Vitoria recuerda que, ya desde el Concilio de Toledo se impedía, al menos en el papel, emplear amenazas para obligar a los judíos a recibir la fe (De Vitoria, 1946, p. 78).

Ahora bien, reconocer la posibilidad del no seguimiento de Jesús no implica dejar de proponer el mensaje de Cristo como un camino posible, como la buena noticia que debe ser proclamada desde las azoteas y caminos (Mt 10,27). Los cristianos estamos llamados a anunciar y a denunciar desde el bautismo; este es un elemento que es claro en la Iglesia através de su historia. El problema, el pecado en que cayeron y pueden caer los procesos de evangelización, ha radicado en los medios que se han implementado. Es allí donde surgen las preguntas: ¿Es aún necesario “evangelizar”? ¿Cómo proponer el mensaje de Cristo a un momento histórico como el que nos corresponde?

Empezaré por afirmar que sí, que aún es necesario evangelizar, entendiendo por evangelización el proceso a través del cual se difunde la enseñanza de Jesús. Aclarado lo anterior, surgen nuevas preguntas que urgen ser resueltas antes de proseguir. Es necesario precisar la esencia del mensaje cristiano para poder comprender qué es lo que se debe comunicar y con ello, terminar de redondear lo que debe ser la evangelización.

En su homilía XX sobre los Hechos de los Apóstoles, Juan Crisóstomo vislumbra lo que podríamos comprender como la esencia del cristianismo, su cima, cuando dice que, “con sus obras también [Jesús] perdonó lo que se hizo contra Él. Del mismo modo, nosotros, puesto que sabemos que ésta es la cima del cristianismo, hablaremos de continuo sobre ello” (Crisóstomo, 2010, p. 392). Es decir que, el gran núcleo del mensaje de Jesús es el perdón mismo, el que el Padre nos ofrece “porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe” (Lc 11,4).

La buena nueva es la noticia del perdón al que nos convoca Jesús mismo a través de su vida y testimonio. Aquí llegamos a un punto central de esta reflexión, el arquetipo de vida cristiana por excelencia es Jesús, Él es la Palabra encarnada. Evangelizar es llevar la buena noticia, llevar la Palabra, llevarlo a Él. El proceso de evangelización consiste entonces en presentar a Jesús.

Abrazo
Abrazo

Con esto en mente, la pregunta del cómo proponer el mensaje se transforma en el cómo presentar a Jesús−persona hoy. Para dar algunas luces al respecto quizá sea pertinente pensar en la forma en que Él se presentaba según el Evangelio de Marcos, donde, segúnalgunos exegetas, se recogen las catequesis que precisamente responden a la pregunta sobre Jesús de Nazaret.

No se trata solo de un profeta más o de un predicador elocuente, se trata de un hombre con poder y coherencia, un hombre que sana (Mc 1,29−45; 2,1−12); Jesús es un hombre que predica con autoridad (Mc 1,25); un hombre que expulsa demonios (1,23−26). Se trata de un cambio en el modelo de vida, una variación de lo acostumbrado (Mc 2,15−28). Jesús no era un judío cualquiera, se presenta como un hombre coherente que es al mismo tiempo el Mesías —el ungido—.

En el Evangelio de Lucas se pone en boca de Jesús su misión liberadora, una misión eminentemente reconciliadora:

y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas» (Lc 4,17−21).

La misión de Jesús, según Él mismo, es una misión de liberación. Es más, de acuerdo con algunos exegetas, el texto que tomó Lucas de la profecía de Isaías omite el fragmento en que dice “día de venganza de nuestro Dios” (Is 61,2) a propósito, buscando acentuar el carácter de reconciliador de Dios, rechazando tajantemente la asociación con un carácter vengativo de Dios.

De todo lo anterior, se puede ir concluyendo que la propuesta evangélica no es un elemento obligatorio, y de suyo, debe revestirse con un carácter liberador, un manto de misericordia, que lleve a presentar a Jesús como persona que viene a nuestro encuentro a partir del accionar de sus seguidores.

Corresponde ahora precisar la forma en que se presenta la persona de Jesús hoy. Para ello, teniendo en cuenta lo ya mencionada en el texto sagrado, debe observarse que la únicaforma de presentar a una persona que físicamente no está —No le podemos decir a alguien:“¡Mire! ¡Ese es Jesús!” como lo podemos hacer con un amigo en términos comunes— es a partir del testimonio, de la muestra de nuestra propia relación con el Señor y la transformación que gracias a ella se ha dado en nosotros mismos.

La única forma de presentar a Jesús como persona hoy es a partir de nuestra propia encarnación de su mensaje (Gal 2,20), encarnar el mensaje de la misericordia, ser misericordiosos como el Padre (Lc 6,36), llevar a Jesús que es la buena nueva. Ese es el llamado, esa es la forma de hacer la propuesta del Evangelio, la propuesta que se hace viva en quienes optan por Él. Se trata de acercar a los demás al encuentro personal con Jesús, respetando que dicho encuentro se da siempre en la diversidad que es fruto del amor mismo de Dios y alejándonos de toda clase de exclusión o condena del otro.

Referencias.

Crisóstomo, J. (2010). Homilías a los hechos de los apóstoles. Tomo I.  Editorial Ciudad Nueva.

De Vitoria, F. (1946). Relecciones sobre los indios y el derecho de guerra.

Volver arriba