¿Quién es el que realmente está ciego? Abriendo los ojos a una nueva realidad (Jn 9)
Resulta muy significativo que los espacios a donde partieron las mujeres pobres y los jóvenes correspondan a la educación popular, a las comunidades evangélicas, al movimiento feminista y a la diversidad sexual, temáticas y propuestas que en la Iglesia de Aysén no están presentes y ante las cuales esta muestra una distancia y hasta un rechazo.
la Iglesia-institución dejó de ser una mediación válida para poder ver la realidad con verdad y reconocer un nuevo estilo de vida que propone Jesús de Nazaret. Las mujeres y los jóvenes transitaron, como el ciego de nacimiento, de las tinieblas a la luz cuando se atrevieron a hacer su propio éxodo de liberación. Un anónimo Jesús "abre los ojos a los ciegos", que para el profeta Isaías se refiere a la liberación de la esclavitud y la opresión (cfr. Is 35, 5; 42,7).
Nos encontramos, entonces, ante un relato que puede denominarse como un "texto de rebelión". Para Xabier Pikaza, estaríamos ante una denuncia profética de Jesús que se rebela contra aquellos que quieren mantener a las personas en la oscuridad, como una forma de control religioso y social.
Nos encontramos, entonces, ante un relato que puede denominarse como un "texto de rebelión". Para Xabier Pikaza, estaríamos ante una denuncia profética de Jesús que se rebela contra aquellos que quieren mantener a las personas en la oscuridad, como una forma de control religioso y social.
| Jesús Herrero Estefanía
En la vida es arriesgado tomar decisiones porque una de-cisión conlleva siempre cortar con algo o separarse de alguien. Adentrarse en la tierra de lo nuevo y desconocido conlleva inseguridades, cansancio, incertidumbres y críticas. Pero, a pesar de todo eso, con frecuencia es más fuerte la necesidad imperiosa de vivir la vida y la fe con libertad y con sentido.
Las mujeres pobres y los jóvenes que pertenecieron a la Iglesia de Aysén experimentaron mucha desazón antes de emprender su propio "éxodo de liberación" e incluso, en algunos momentos lejos de los espacios tradicionales, tuvieron también la tentación de "volver a las cebollas de Egipto" (Nm 11, 5) que comían en la mesa de la esclavitud. Pero, con todo, siguieron adelante.
Resulta muy significativo que los espacios a donde partieron las mujeres pobres y los jóvenes correspondan a la educación popular, a las comunidades evangélicas, al movimiento feminista y a la diversidad sexual, temáticas y propuestas que en la Iglesia de Aysén no están presentes y ante las cuales esta muestra una distancia y hasta un rechazo. Por ejemplo, la nula relación y la ausencia del diálogo ecuménico con las comunidades evangélicas resulta una contradicción teológica y pastoral que no tiene ninguna justificación (cfr. Jn 17, 21).
Y fueron precisamente en estos espacios donde las mujeres y los jóvenes pudieron vivir sus experiencias liberadoras entendidas como "la liberación de cada ser humano en todas sus dimensiones" (Medellín, Justicia 4).
Existe un texto evangélico que ilumina con una sencillez magistral esta experiencia. Es el pasaje del ciego de nacimiento que relata la historia de un hombre ciego que es sanado por Jesús y, por ello, expulsado de la sinagoga. Finalmente, esa exclusión termina convirtiéndose en liberadora porque es precisamente entonces cuando puede encontrarse con Jesús fuera de la institución religiosa.
Al pasar vio a un hombre ciego de nacimiento (…) "Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo puso untó en los ojos del ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé". Fue, se lavó y al regresar ya veía (…) Los judíos no terminaban de creer que había sido ciego y había recobrado la vista". Les respondió: "Eso es lo extraño, que ustedes no saben de dónde viene y a mí me abrió los ojos (…) Si ese hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada". Le contestaron: "Tú naciste lleno de pecado, ¿y quieres darnos lecciones?". Y lo expulsaron. (Jn 9,1; 5-7; 18; 30; 33-34)
El pasaje completo es rico en matices y planteamientos y se presta para numerosas interpretaciones, pero, en este caso, me interesa subrayar del texto algo que los testimonios de las personas que abandonaron la Iglesia demuestran: la Iglesia-institución dejó de ser una mediación válida para poder ver la realidad con verdad y reconocer un nuevo estilo de vida que propone Jesús de Nazaret. Las mujeres y los jóvenes transitaron, como el ciego de nacimiento, de las tinieblas a la luz cuando se atrevieron a hacer su propio éxodo de liberación. Un anónimo Jesús "abre los ojos a los ciegos", que para el profeta Isaías se refiere a la liberación de la esclavitud y la opresión (cfr. Is 35, 5; 42,7).
El relato del ciego de nacimiento dramatiza el proceso de expulsión de la sinagoga vivido por las comunidades del discípulo amado luego de adherirse a la causa de Jesús. Para aquellos seguidores de Jesús, vivir la fe era algo más que confesar doctrinas y practicar ritos. Los maestros de la ley vivían en un horizonte de creencias prefijado, un horizonte que sacralizaba la desigualdad.
El que tiene dificultades de salud y desventajas sociales, como el ciego de nacimiento, queda inmediatamente fuera de la salvación. Para los maestros de la ley y los fariseos, Moisés no significaba ya el liberador, sino el legislador, el único mediador entre Dios y el pueblo, el que tiene la verdad absoluta. Y ellos creen ser sus únicos y actuales intérpretes. Como no pueden contrarrestar acertadamente los argumentos del ciego, responden con la expulsión, excluyéndolo de la comunidad[1].
Nos encontramos, entonces, ante un relato que puede denominarse como un "texto de rebelión"[2]. Para Xabier Pikaza, estaríamos ante una denuncia profética de Jesús que se rebela contra aquellos que quieren mantener a las personas en la oscuridad, como una forma de control religioso y social. En la Carta a los romanos, Pablo señala que "Dios se rebela contra toda injustica y maldad de los hombres que esconden la verdad en la injusticia" (Rom 1, 18). Frente a eso, Jesús anima al ciego de Siloé a que se rebele, que no se quede al borde del camino, que comience a ver por sí mismo, que tome sus propias decisiones, que confiese su nueva forma en libertad y felicidad, aunque eso le cueste el rechazo de las autoridades religiosas e incluso de sus propios familiares.
El ciego también se rebela, discute y cuestiona a los escribas y maestros de la ley que se presentaban ante el pueblo como guías perfectos, pero que eran incapaces de reconocer como bueno un acto de sanación porque no lo habían podido hacer ellos. No les importaba dejar en la ceguera a las personas con tal de seguir defendiendo sus propias tradiciones, encerrados en sus dogmas.
Esta rebelión del ciego encauzada en su particular éxodo, luego de su expulsión de la sinagoga, no es tanto ni en primer lugar una rebelión contra la institución religiosa, sino la expresión de la necesidad por encontrar la libertad, la fraternidad y la luz que había perdido.
Es una rebelión que le lleva al encuentro con Jesús que es simplemente el hijo de hombre, ese que vino "para anunciar a los pobres la buena nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos" (Lc 4, 18-19).
Esta experiencia también puede iluminar la vivencia de las mujeres pobres y los jóvenes que pertenecieron a la Iglesia de Aysén porque ellas y ellos han vivido procesos similares. Se encontraron con una institución que, en vez de iluminar sus oscuridades y búsquedas, les reducía a la conformidad y a rebelarse internamente. Fueron ninguneados y discriminados y no les quedó otro camino que irse.
Cuando en la Iglesia hay planteamientos y comportamientos como los que muestran los maestros de la ley, las personas reaccionan defendiendo su libertad y su dignidad. Hoy ya no es posible aceptar acríticamente una fe que no responda a los interrogantes más sencillos y profundos del corazón humano.
Al igual que para el ciego de nacimiento, para las mujeres y los jóvenes, su salida de la institución religiosa no les causó un desastre en sus vidas, sino que fue la ocasión providencial para tener un encuentro fuera de la institución con ese Jesús de Nazaret "anónimo" encarnado en la realidad. Para ellas y ellos, el proceso supuso una novedad vital y una fuente de libertad como iremos viendo más adelante.
[1] Cfr. Pedro Trigo, Jesús, nuestro hermano, Editorial Sal Terrae, Santander, 2018, pp. 291-292.
[2] Xabier Pikaza, «Dom 26.3.17. La rebelión del ciego de nacimiento», en http://www.religiondigital.org (20/03/2017).