"Es una de tantas mujeres invisibilizadas de nuestra historia" Odile, la hermana del pueblo sufriente
Odile militaba como mujer y como cristiana católica y eso le daba más fuerza para seguir luchando. Cuidar la vida, acompañar, hacer justicia, buscar el bien del otro, eran las convicciones de su vida y sus quehaceres cotidianos.
Ella demostró su coraje y su disposición a entregar su vida por los demás y siempre con firmeza y jovialidad, con ternura y vigor. Odile era parte de la Iglesia popular que resistió a la dictadura y a sus mentiras y a sus desmanes. Sin embargo, no todos los miembros de la Iglesia tenían la misma actitud.
Había curas, religiosas detenidos, torturados y expulsados del país por denunciar lo que estaba pasando, pero oficialmente la Iglesia no decía nada y nunca condenó el régimen militar como tampoco lo hizo Juan Pablo II en su visita en 1987. Según Odile, eso era “un escándalo para los pobres”
Odile es una de tantas mujeres invisibilizadas de nuestra historia. En Chile se conocen los nombres de curas y obispos que lucharon junto al pueblo contra las injusticias y le plantaron cara a la dictadura. Pero casi nada se dice, apenas se sabe de mujeres como ella
Había curas, religiosas detenidos, torturados y expulsados del país por denunciar lo que estaba pasando, pero oficialmente la Iglesia no decía nada y nunca condenó el régimen militar como tampoco lo hizo Juan Pablo II en su visita en 1987. Según Odile, eso era “un escándalo para los pobres”
Odile es una de tantas mujeres invisibilizadas de nuestra historia. En Chile se conocen los nombres de curas y obispos que lucharon junto al pueblo contra las injusticias y le plantaron cara a la dictadura. Pero casi nada se dice, apenas se sabe de mujeres como ella
Nadine Loubet nació en 1931 en Saint Girons, en el sur de Francia. Perteneció a la Congregación de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena y se trasladó a Chile en el año 1965.
La “hermana Odile”, como era conocida por los miembros de las comunidades populares, era una persona muy activa y entusiasta en la Iglesia de Santiago. Por ese tiempo, el Concilio Vaticano II, con sus aires de cambio, estaba en pleno desarrollo y su recepción latinoamericana se encarnó en la Conferencia de Medellín asumiendo la realidad de pobreza y opresión.
La situación del país era convulsa y esperanzadora a la vez. Había mucha pobreza en el campo y en las poblaciones, pero también existía mucha organización popular. En esas circunstancias, Odile solicitó a su congregación la autorización para insertarse en los medios populares, allí donde la Iglesia no llegaba.
Los primeros lugares donde se insertó fueron la Población Violeta Parra donde conoció en carne propia la vulnerabilidad y el hambre y donde colaboró con iniciativas como: el “Comprando Juntos”, “Construyendo Juntos” y las “Ollas comunes” y también vivió en la Población El Montijo, en Pudahuel, donde compartía vida y misión con Blanca Rengifo y Elena Chaín.
El Golpe de Estado cívico militar de 1973, marcó la vida de Odile como la de millones de chilenos y chilenas. La noche del Golpe, Odile escuchaba las radios junto a los pobladores. Algunas emisoras decían que el presidente Allende se había suicidado, otras que había escapado por un subterráneo del Palacio de la Moneda y finalmente escucharon que Allende había muerto en combate. Luego de las dudas y del miedo, los pobladores fueron asimilando la noticia; si los golpistas habían sido capaces de hacer eso con el líder del país, ¿qué no serían capaces de hacer con ellos?
Su Congregación decidió huir de Chile y ella decidió quedarse. Por esa decisión tuvo que retirarse como religiosa. Se quedó sola, sacrificando su seguridad y su futuro. Según sus cercanos, eso solo se puede hacer por el amor incondicional que Odile tenía al Pueblo pobre. Ahí se convirtió en la “monja obrera y rebelde” que muchos conocieron.
Esos meses estuvieron llenos de experiencias dolorosas para Odile: estudiantes de la Universidad Técnica detenidos, torturados y asesinados en el Estadio Chile. Mujeres torturadas y violadas en el Estadio Nacional. Pobladores detenidos y hechos desaparecer…
Se había creado el Movimiento contra la Tortura y ella entró a formar parte del Movimiento con gran convicción. Realizaban acciones públicas de denuncia para visibilizar que en Chile se estaba torturando. Ella fue varias veces golpeada y detenida junto a sus compañeros.
Odile militaba como mujer y como cristiana católica y eso le daba más fuerza para seguir luchando. Cuidar la vida, acompañar, hacer justicia, buscar el bien del otro, eran las convicciones de su vida y sus quehaceres cotidianos.
Tiempo después, viviendo en El Montijo, empezaron a aparecer cadáveres en las orillas del río Mapocho. Los vecinos oían disparos en la noche. Pocos creían que estaban fusilando personas, pero pronto empezaron a contar que hasta 20 cadáveres que habían aparecido de repente en las orillas del río. La gente estaba muy choqueada y, cuando lo contaban, como que se atragantaban y no querían seguir hablando.
Odile recordó siempre el caso de un brasilero que ella socorrió cuando estaba herido. Le habían llevado detenido al Estadio Nacional, donde le torturaron como a tantos. Luego le trasladaron al borde del río Mapocho junto a otros ocho y los hicieron bajar. Al primero lo mataron. El corrió, sintió varias balas y se encontró en el río. Herido se dejó llevar por la corriente hasta que encontró la casa de Odile.
Junto a Blanca, Elena y mujeres de la Población, sacaron del rio muchos cadáveres las siguientes semanas. Los iban enterrando clandestinamente por recomendación del obispo Fernando Ariztía.
La hermana Odile también colaboró con el padre Roberto Bolton en operaciones para llevar a diversas embajadas a personas perseguidas por la dictadura que tenían que salir del país porque sus vidas corrían peligro.
Ella demostró su coraje y su disposición a entregar su vida por los demás y siempre con firmeza y jovialidad, con ternura y vigor. Odile era parte de la Iglesia popular que resistió a la dictadura y a sus mentiras y a sus desmanes. Sin embargo, no todos los miembros de la Iglesia tenían la misma actitud. Había curas, religiosas detenidos, torturados y expulsados del país por denunciar lo que estaba pasando, pero oficialmente la Iglesia no decía nada y nunca condenó el régimen militar como tampoco lo hizo Juan Pablo II en su visita en 1987. Según Odile, eso era “un escándalo para los pobres”.
Durante los años siguientes, Nadine Loubet, la hermana Odile, siguió participando de los grupos cercanos al pueblo pobre y oprimido y construyendo comunidad. Gracias a mujeres y a religiosas como ella, decenas de personas lograron escapar de la tortura y de la muerte. Otras muchas, pudieron vivir su vida con más dignidad.
A comienzos de los 2000, enfermó de Alzheimer y tuvo que trasladarse a la Argentina donde murió el 22 de abril de 2010 y está enterrada en la Localidad de Lobos.
Odile es una de tantas mujeres invisibilizadas de nuestra historia. En Chile se conocen los nombres de curas y obispos que lucharon junto al pueblo contra las injusticias y le plantaron cara a la dictadura. Pero casi nada se dice, apenas se sabe de mujeres como ella.
Por eso, es destable el intento por rescatar y hacer memoria de Nadine que hace el francés Samuel Laurent con su Documental: “En nombre de todos mis hermanos”.
Nadine tenía una especie de diario donde reflejaba sus vivencias cotidianas, significativas y más profundas. En ese diario hay una oración que expresa su vivencia y su fe. Transcribo Esta es parte de esa oración:
“Mi corazón me duele, se va a romper, todo es oscuridad a mi alrededor y la rebeldía estalla. ¿A quién puedo hablar? Tú, Dios, has sido mi compañero, contigo caminé y gracias a ti mi vida tiene sentido. Pero tú, me golpeas así y tú dejas a hombres matar a sus hermanos, mientras me dices que todos tenemos que ser hermanos. ¿Acaso te burlas de nosotros?...
¿Te acuerdas cuando mataron al niño? ¿Y al obrero? ¿Y al hermano asesinado en el Mapocho? ¿Eso no te indigna?... Y ahora las mujeres, las mujeres, ¿ves lo que pasa? Cada oficial puede abusar de ellas cuando quiera, ¿te das cuenta?
Nos has dicho que debemos ser libres, pero mira, solo hay esclavos, todos somos esclavos, arrestados o en la cárcel o de su jefe para no perder el trabajo. Y hay también esclavos de su propio miedo que organizan la brutalidad y el salvajismo.
¿Qué hemos hecho con tus Palabras que son Vida?...
El pueblo era feliz de ser pueblo, de vivir juntos, de construir juntos y lo que eso conllevó fue un drama: matanzas, tortura, la locura, el sufrimiento, la muerte…
¿Eso es todo lo que tienes que decirme?, ¿Eso es lo único que me puedes contestar?
¡¡Ten piedad!!
¿Te acuerdas de la mujer que decía: “Dios no existe o nos ha abandonado”? ¿A ella debemos decirle que nos creaste para la felicidad?...
Dios, esta es mi oración, mi rebelión contra el Mal. Esta noche no quiero la esperanza de la Resurrección. Esta noche quiero la oscuridad…
Esto es lo que te puedo ofrecer, con todos mis hermanos, en nombre de todos mis hermanos. AMEN (Y también gracias por este momento contigo)