Consideraciones de un enfermo en el Jueves y Viernes Santo

Como enfermo crónico procuro vivir unido a la pasión de Cristo. Estamos en la Semana Santa. El Jueves Santo tiene para mí gran importancia. Me lo inculcó de pequeño mi catequista. Se trata de la conmemoración de la Cena del Señor. El sagrario me atrae. Pero todavía no consigo unir del todo el sagrario con la pasión y muerte de Jesús. Y merece la pena.

 He leído en los libros de San Juan de Ávila y del padre Nieto la importancia de meditar en la Pasión de Jesús. Ir pensando despacio, imaginando nuestro acompañamiento a Jesucristo por cada uno de los pasos del Via Crucis. Vivir junto a Él los pasajes del Evangelio. El Siervo de Dios Padre García Nieto a veces, cuando meditaba en la pasión de Cristo sudaba, lloraba, permanecía con los brazos en cruz. Me avergüenzo de lo poco meditado hasta ahora por mí en la pasión de Cristo y voy a dedicarle hoy y mañana, Viernes Santo a su pasión y a la Eucaristía. Y desde ahora el viacrucis va a ser una de mis devociones predilectas.

 Cuando los santos meditan en la pasión de Cristo, dejan de apreciar los honores y el bienestar material. Ha habido muchas personas que han meditado mucho tiempo en la pasión de Jesús sin gustar mucho de ello, pero transcurridos los años el Señor se lo ha premiado con un fervor extraordinario durante toda su vida.

 Procura conmigo, amigo enfermo o anciano, contemplar algunas veces a Jesús en sus diversas fases de la vida dolorosa. ¡Cuántas personas salvadas por la sangre de Cristo pasan en la indiferencia de su pasión todos los días de su vida!  Vamos a ofrecernos a Jesús. Y después de comulgar, nos pondremos junto a Él para que borre al menos en nosotros tanto pecado, tanta indiferencia.

 Y sobre todo vamos a llevar con paciencia y calma nuestra propia cruz; los días duros de la enfermedad.  A cada uno nos ha dado nuestra pequeña participación en su pasión; y ciertamente creo que a nadie le parecerá liviana. Por eso vamos a cumplir en nuestra propia carne lo que faltaba a la pasión de Cristo. Y esto es del todo lógico dentro de la fe. Porque somos miembros de su Cuerpo Místico.

• José María Lorenzo Amelibia
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