¿Amor falso y amistad ocasional en el matrimonio?

¿Cómo se da el amor relacional entre los casados? De mi experiencia pastoral con matrimonios, concluyo lo difícil que resulta la presencia continua del amor relacional en forma de amistad entre los esposos. Creo no exagerar al afirmar que en la gran mayoría de parejas, el amor que se prometieron era más inmaduro que auténtico. Y que la amistad, en gran pordcentaje de parejas, si es que existió en el noviazgo, ha sido cada vez menor según pasó el tiempo. Pareciera que, lejos de las promesas de “amor para siempre”, se trata de una relación amorosa “con fecha de caducidad” a mayor o menor plazo. Ahí están las estadísticas de rupturas de tantos matrimonios (¿3 de 5? ¿2 de 3?). Y si del amor unión pasamos a la relación de amistad durante la vida conyugal, mi conclusión es más crítica todavía: a la gran mayoría de los matrimonios que se aman y viven unidos, según los años de casados, les falta confianza, libertad y diálogo sincero. La amistad está ausente. En un tema tan conflictivo, la polémica es inevitable pero lo importante es la descripción de los hechos positivos y negativos. En el matrimonio existe la “cara” del amor y la “cruz” de la ruptura

El matrimonio: prejuicios y perspectivasPrejuicios.
Muchas son las opiniones negativas sobre el matrimonio. No falta quien afirme (medio en serio o medio en broma) que el matrimonio es la tumba del amor, sólo un arreglo para pasar mejor la vida; la solución para la mujer y la “trampa” en la que cae el hombre; como una lotería: todos juegan a que le “toque” un buen marido o una buena esposa; la única guerra donde los enemigos duermen juntos; una ocasión para practicar el sexo y un seguro para la vejez; el medio para ser madre y no quedar como solterona; la gran ocasión para gozar con libertad del sexo y del amor, pero sin compromiso y hasta que mutuamente “nos aguantemos”.

Diferentes perspectivas.
Al margen de estos prejuicios, al matrimonio se le considera como medio (lugar, institución) donde se realiza plenamente el amor y la amistad. Es difícil concretar en un solo concepto las innumerables perspectivas de la vida matrimonial. Es como un poliedro con múltples caras, cada una con su riqueza. Intententemos dar unos calificativos apropiados:
-el amor para siempre de la pareja que busca la felicidad compartida y extendida a los hijos en quienes desean prolongarse;
-la unión exclusiva entre un varón y una mujer que se aman y juntos quieren compartir la vida y la educación de los hijos;
-una alianza, ”comunidad conyugal de vida y amor (que) se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable” (GS 48);
-el fundamento de la sociedad como célula viva donde se forman los futuros miembros gestores del progreso sociopolítico;
-la comunidad íntima de vida, fundamentada en el amor responsable de quienes mutuamente se necesitan y ayudan para la realización personal;
-una amistad que se convierte en la gran motivación que da fuerza ante las dificultades de la vida, la educación de los hijos y el futuro de la ancianidad.
Para un creyente, es también la alianza exclusiva e irrevocable cuyo autor es Dios: los esposos son como una señal del amor fecundo del Dios de la vida, que es Señor, Padre y Creador. Para un cristiano, es también el sacramento por el cual Cristo permanece entre los esposos para que se amen como El nos amó a todos nosotros, a su Iglesia. Él instituyó también este sacramento como fuerza para la mutua santificación y para la educación de los futuros cristianos. Y para un católico, es también una iglesia doméstica donde se reza, adora a Dios, se evangeliza y todos los miembros viven la presencia pascual de Cristo.

Realizaciones
Múltiples son las vivencias matrimoniales entre hombre y mujer: la unión matrimonial al margen de la comunidad, sin compromiso civil; las uniones libres de hecho; el matrimonio “a prueba” o experimental, el matrimonio civil (necesario pero insuficiente para un católico). Los divorciados vueltos a casar son aquellos que recibieron el sacramento y después volvieron a casarse civilmente. No considero como matrimonio a las uniones mono-sexuales de pareja.
La “cara” del matrimonio: amor fiel y para siempre El amor conyugal, como el mismo matrimonio, es fiel, permanente y exclusivo. Es un amor total que lleva a compartirlo todo. Su fidelidad no tiene límites, hasta la muerte. Como todo amor y amistad, el amor conyugal es fecundo.
Los esposos dan un matiz conyugal al decálogo del amor auténtico: expresan su amor mediante la admiración mutua, recuerdan lo que su pareja hace por la familia toda, manifiestan su querer viviendo juntos, se ayudan cuanto pueden, se comunican con sinceridad, aman cuanto el otro ama, etc. En su grado de amistad, el amor de los cónyuges deja en libertad a su pareja, goza en la comunicación y en el diálogo: en ese decirse cosas, sentimientos, ideas, darse al otro sin reservas, comunicarse integralmente, escucharse, creerse mutuamente, darse respuestas verdaderas, hablar de lo íntimo de cada uno, también de Dios...

De manera especial, es amor para siempre, amor indisoluble y fiel
El amor relacional en el matrimonio tiene una exigencia peculiar: es para siempre, indisoluble. No es amor para un tiempo. La convicción interna de los novios y el compromiso que emiten es la de amarse sin limitaciones de tiempo o dificultades. Quienes se aman ven la indisolubilidad como un imperativo de su amor antes que como una ley impuesta. De todas maneras, el amor conyugal indisoluble o la indisolubilidad del vínculo, es una propiedad esencial del matrimonio y una condición para obtener sus fines. ¿Y en qué consiste la indisolubilidad?. En la permanencia vitalicia del vínculo conyugal. Es decir, el compromiso que une a los esposos es de tal índole que solamente la muerte lo puede romper. Para el cristiano no hay duda de que el matrimonio institución como el amor conyugal está “ratificado por el sacramento de Cristo, (que) es indisolublemente fiel...y por tanto queda excluído de él todo adulterio y divorcio” (GS 49).

La fidelidad
Consiste en el compromiso serio de quienes proclaman ante Dios y ante la comunidad que su amor será total y para siempre y que no habrá traición, no tendrá amor esponsalicio con otras personas ni adulterio ocasional. Exige, por lo tanto, respeto y amor al otro cónyuge, a los hijos y al plan de Dios confirmado por Cristo (Ex 20, 24.17; Mt 5,28). Esta fidelidad debe ser incondicional, y está presente en toda circunstancia, en cuerpo y en la mente. El creyente, además de considerarla como valor humano, la concibe como fundamental en su fe ya que el amor fiel de Dios es el gran ejemplo para toda relación de amor matrimonial.

La “cruz” del amor matrimonial. Causas de las rupturas
Frente al “amor-cara” del matrimonio está la “respuesta-cruz” en tantas parejas. Ante un estado que prometía total felicidad, sucede con el tiempo la desgracia. En ocasiones, el amor convertido en odio; el “sí” libre de los novios en la jaula donde conviven los esposos; la etapa de gozosa de comunicación en el mutismo de quienes nada tienen que decir; la sinceridad transparente y espontánea en una táctica premeditada para tapar sentimientos y realidades. ¿Cómo es posible que las relaciones interpersonales tan positivas de los recién casados se conviertan en otras tantas pero negativas de los esposos frustrados? Desde la perspectiva relacional describimos los factores y causas más significativas que suelen conducir a una existencia donde falta el mínimo de donación libre, de realización en las personas y de diálogo gratificante.
Lamentable la situación: la convivencia es un calvario y la actitud mutua es de indiferencia y hasta de odio. El cónyuge que puede, procura sus compensaciones fuera del hogar. Hasta los mismos hijos mayores son los que apoyan el divorcio. Intentamos dar una explicación a las mutuas quejas y reproches, el influjo de terceras personas, el trabajo y los hijos como elemento de enfrentamiento, la huída afectiva efectiva del hogar hasta llegar al adulterio, la ignorancia y los prejuicios con los que llegaron a la vida matrimonial, el tema del dinero y del trabajo de marido y mujer, la posible entrada del alcohol, el juego o la droga, la desarmonía o ausencia de la fe entre dos creyentes, la presencia de respuestas machistas y feministas en las relaciones entre esposo y esposa, etc.
Y para no terminar en lo negativo, en la cruz, convendrá presentar alguna que otra pista, sobre todo cuando el amor no está muerto del todo. Temática para al próximo artículo.
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