En Asís, 27-X-2011: ¿cuántas maneras de tratar a Dios?

Unos 300 líderes de las principales religiones del mundo se han reunido en Asís para orar por la paz. Benedicto XVI pidió un compromiso de las religiones por la paz. "La negación de Dios corrompe al hombre, le priva de medidas y le lleva a la violencia" "Los que no creen, pero buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios". En Asís se dieron múltiples maneras de tratar a Dios. En este artículo seleccionamos cinco modos de tratar que el yo humano de hecho otorga al Tú divino. Un trato injusto por el rechazo, el odio, la hostilidad o la indiferencia; falso por la mentalidad o por la conducta antirreligiosa; fiel, practicante en su religión; cristiano, comprometido con la vocación cristiana; y perfecto, por la radicalidad en el amor
En cada modalidad religiosa rigen estos dos criterios: si con el prójimo nos llevamos de un modo positivo, más y mejor con Dios. Y si con el tú humano son condenables determinadas respuestas negativas, mucho más rechazables serán cuando el interlocutor sea el Tú Absoluto, el Dios Creador, Señor y Padre de todos.

Trato injusto por el rechazo, el odio, la hostilidad o la indiferencia. El máximo trato negativo que el tú humano da a Dios admite varias manifestaciones: la negación o rechazo de su existencia, la indiferencia, la hostilidad a cuanto se relaciona con Dios y el mismo odio que impulsa a la destrucción de creyentes y símbolos que recuerdan de alguna manera que el Tú divino es una realidad. Dentro del odio, cabe destacar las injurias contra Dios, la blasfemia, y otras expresiones como el desprecio por cuanto se refiere a su persona y al culto de los creyentes.
Los ateos rechazan a Dios desde varias perspectivas. Frente al creyente que considera a Dios como máximo Valor, están los millones de personas para quienes Dios nada significa. De hecho, viven de espaldas a Dios al que juzgan como un antivalor para el hombre.
Los laicista beligerantes manifiestan su hostilidad a Dios y a todo lo religioso mediante leyes con las que combaten signos relacionados con la fe, como es el crucifijo en las escuelas.
Muchos incrédulos, fanáticos políticos o religiosos, manifiestan su odio a Dios persiguiendo y matando a los creyentes por causa de su fe.
Indiferencia.
La persona indiferente, bautizada o no, es la que prescinde de Dios, vive como si no existiera el Tú divino. En efecto, Dios no le interesa, manifiesta insensibilidad hacia las cuestiones religiosas, carece de cualquier tipo de obligación religiosa y sustituye lo religioso por una relación con un absoluto personal como puede ser la profesión, el arte, el juego, la política, la familia o el pasarlo bien sin preocupación alguna.


Falso por la mentalidad o por la conducta inmoral. El trato debido a Dios, con mayor o menor coherencia, siempre es auténtico, según verdad. Pero en la antítesis, está el trato falso de quienes se profesan creyentes pero no son verdaderos. La falsedad radica en criterios deformados, erróneos, o en su conducta inmoral.
Críticas y deformaciones.
Son muchos los creyentes que critican a Dios o deforman su imagen o manipulan el trato debido. Sin llegar al rechazo, el secularista no niega la existencia de Dios pero lo encierra “en el cielo” y él vive tranquilo y autosuficiente en la tierra. No faltan creyentes que critican al Dios verdadero como el ser supremo egoísta; un tapagujeros, el abuelo bonachón, un juez malhumorado; el comerciante que admite tratos éticos, un objeto domesticado por la varita del rito religioso, un bombero ocasional, la excusa para justificar en su nombre la violencia y la muerte de inocentes.
Falsedad de algunas expresiones religiosas.
A la hora de relacionarse con Dios, en muchos fieles predomina el miedo al Juez divino y el temor obsesivo al infierno; el interés en las prácticas religiosas, la superstición en la oración, la mezcla de la fe con el espiritismo o el sincretismo. El fariseísmo o la doble vida es la falsedad religiosa condenada por Jesús. Caso extremo es el de los creyentes que justifican como buena su acción terrorista.
Aumentan los creyentes progresistas con una fe “ligh”. Son los que tienen una fe débil, los que aceptan determinados modos de tratar a Dios pero rechazan otros que son fundamentales en su religión.
Confusión en criterios
A las deformaciones religiosas hay que añadir la confusión en los criterios sobre la fe identificada como un sentimiento religioso más, el opio del pueblo, un credo ritualista ocasional, etc.

Fiel, practicante en su religión.
La mayoría de creyentes se relaciona con Dios mediante la aceptación de los valores religiosos, la puesta en práctica de la normativa litúrgica y de los preceptos morales de la religión en la que fueron educados. Enumeramos las principales religiones con algunos de sus criterios más significativos. Por ejemplo:
-el animismo, denominador común de los pueblos primitivos con la gratitud y la obediencia al Creador para obtener su beneplácito:
-el hinduismo, el camino de la sabiduría. El amor a la verdad; la práctica de la justicia y de la no-violencia, unida a la consagración a Dios;
-el budismo. Desde su fe “laica” camina hacia un absoluto, hacia la Liberación que personaliza y que ayuda a liberarse de ilusiones y pasiones;
-el judaísmo, fidelidad al Dios único y personal que salva a su pueblo. Dios es el gran «Tú», el Señor y liberador con quien el israelita puede mantener relaciones gracias a la Alianza;
-el islamismo, camino de sumisión hacia Dios. Las relaciones del musulmán van dirigidas a Dios, Alá, como «Tú» radicalmente único y soberano;
-el cristianismo. Es la religión polarizada en la vida, doctrina y obra de Cristo para relacionarse con Dios Padre, (el abbá), las personas y el mundo en general;
-la iglesia católica. Como en toda confesión cristiana, el Tú divino es el Dios único y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Junto a la fe propia está el culto litúrgico y los preceptos comunes a todo cristiano;
-la iglesia ortodoxa. Pone el énfasis más en una fe mística que en el esfuerzo ascético. Otro rasgo consiste en la tendencia a la oración permanente;
-las iglesias reformadas: el protestantismo. La relación entre Dios y el hombre tiene lugar y realidad en un diálogo en el que la Palabra es comunicada y recibida.

Cristiano coherente con su vocación. Los cristianos se relacionan con Dios siguiendo la doctrina y el testimonio de Jesús con su Padre-Dios. Como revolucionario, Cristo presentó el reino de Dios, eje de toda su doctrina y la gran meta que motivó sus relaciones y tareas. El proyecto de Cristo consistía en la salvación integral del hombre dentro de un mundo más humano. La clave para esta gran misión radica en la amistad con Cristo, en el llamamiento y respuesta para vivir en, con y como Él, con la finalidad de colaborar con Él en la instauración del Reino de Dios.
Gracias a la fe viva, el cristiano sitúa a Cristo en el centro de sus intereses: vive en, con y para Cristo, razón de su existir en el mundo. Él es la fuente, luz y marco de referencia; es el ideal de vida, (la opción fundamental), que impulsa a pensar como el Maestro, amar como Cristo amó a Dios y a los hombres y responder como lo hiciera el Salvador. Desde Jesucristo, el seguidor viven un trato comprometido con Dios Padre universal.

Perfecto, por la radicalidad en el amor (A-E-I-O-U),
El trato máximo que el cristiano puede dar a Dios arranca de la doctrina revolucionaria de Jesús sobre la caridad universal, amor sin límites y para todos. En el mensaje de Jesús se apoyan las cinco vocales del trato perfecto: A-E-I-O-U, las iniciales del trato perfecto polarizado en el Amor, Experimentado, Íntimo, Oblativo, (y) Unitivo. Otras letras de un posible trato sería APICUP o el amor profundo, íntimo, confiado de unión permanente con Dios.
Por Cristo, el cristiano contempla a Dios como la primera motivación para vivir y para morir. El Dios Padre universal es aceptado como el Todo, el Absoluto, el Amo del mundo, el Providente, el Soberano a cuya voluntad se somete toda criatura, el Creador y Ser supremo que vela y protege a sus hijos como Padre misericordioso; el único Señor y Liberador, el Dios que entregó a su Hijo para que compartiera la nuestra existencia y pudiéramos obtener la vida eterna.
¿Es posible vivir esta unión teologal y “experiencial” con Dios como meta suprema y motivación más profunda? La respuesta es afirmativa porque, en definitiva, se trata del ideal de santidad o de perfección del cristiano
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