¿Libertad política, máxima para unos y nula para otros?
En el mundo, y especialmente en los países no democráticos, suelen darse varios tipos de libertad política, máxima en los allegados al régimen, mínima en el pueblo-pueblo y la intermedia en el grupo menor de ricos “estrapelistas”. La situación de estas clases de libertad de este querido pueblo caribeño -Venezuela-, me anima a escribir sobre la libertad en la vida política de cualquier Nación con estos interrogantes: ¿cómo se encuentra la libertad en la vida política en nuestro mundo global? ¿qué deficiencias encontramos en la comunidad política nacional e internacional en algunos aspectos? ¿qué otros obstáculos impiden la libertad en la vida política?
Aspectos positivos y negativos en la vida política
Lo positivo.
En muchos países, y desde una opinión un tanto genérica, hoy día se constata cómo:
desapareció la esclavitud y la servidumbre legal;
crece la fraternidad entre las personas y la igualdad entre el hombre y la mujer; . progresa la realización del derecho a la cultura, que facilita el cultivo de la libertad;
sigue la aspiración a gozar responsablemente del libre albedrío y el reto de que lo nuevo sea humano y subordinado a los valores éticos;
existen grupos que luchan por la libertad y liberación de personas o de comunidades oprimidas;
continúa la presencia de organismos que velan por los derechos de la libertad según la situación actual.
Respuestas negativas para la libertad en la vida política
Entre las deficiencias cabe subrayar el totalitarismo estatal, el partidismo y la pasividad o negligencia de muchos ciudadanos.
El totalitarismo estatal.
Muchos Estados no democráticos y aun muchos democráticos, caen en formas totalitarias de gobernar. Por ejemplo: en la tiranía clásica con el abuso del poder político en provecho de los que gobiernan, pero no de los ciudadanos; la opresión y supresión de los adversarios políticos o de los pobres en beneficio de los más allegados al partido en el poder; la implantación y remodelación de la sociedad y de las mentes de los ciudadanos según la ideología del que manda y en contra de la mayoría y del patrimonio cultural de la nación; la presencia excesiva e injustificada, de los representantes del Estado en los centros de decisión económicos, docentes, judiciales, culturales, de administración; el dirigismo de la información mediante el control de los medios de comunicación social; la discriminación para los puestos de trabajo. Se antepone la filiación política a la competencia profesional. Los mejores cargos y sueldos son para los que obedecen y no plantean problemas; el aprovechamiento del poder legislativo para asegurar mediante leyes la permanencia en el poder; la disminución de la libertad y del discernimiento crítico en las personas beneficiadas y dependientes en su trabajo de los gobernantes de turno; los mismos sindicatos quedan sometidos a las fuerzas políticas o al dogmatismo ideológico en detrimento del interés de los obreros; el reparto injusto de los beneficios y cargas económicas. Los dirigentes logran implantar una legislación tal que divide a los ciudadanos en dos clases sociales: los contribuyentes al Estado y los beneficiados del Estado.
El partidismo
Muchos militantes de los partidos políticos se afilian y trabajan movidos exclusivamente por el interés personal o del partido al margen o excluyendo el bien común. Enfocan el partido político como una empresa que les asegura un sueldo seguro y abundante y un poder de influencia en la comunidad. Para salvar su egoísmo, saben que su respuesta ha de ser de disciplina y obediencia aunque sea en contra de sus criterios éticos o políticos. En las votaciones y principales actuaciones, anteponen el bien del partido -máxime si está en el poder- al de la misma nación. En otras ocasiones, no es el partido político, sino la ideología comercial la que impone la conducta política. Es el caso de quienes detectan el poder económico y logran, influidos por el liberalismo, que el Estado no actúe en defensa del bien común o que no se realicen las debidas transformaciones económicas para superar injustas desigualdades.
La pasividad y negligencia.
Es el desinterés por la vida política de quienes no quieren complicarse la vida. Caso del que no acude a las votaciones o a otras manifestaciones democráticas. A veces la pasividad es fruto del miedo a la represalia o de la desunión entre los ciudadanos.
¿Qué otros obstáculos impiden la libertad en la vida política
Las deficiencias enumeradas dificultan la libertad de grupos en la vida política de la comunidad. Pero además, como obstáculos, señalamos:
la opresión y dependencia que sufren unos pueblos de otros más desarrollados tecnológicamente;
. la exaltación de la libertad en las ideologías pero desde un enfoque diferente. Así sucede con el liberalismo capitalista y el colectivismo marxista, que son una fuente de libertad para unos pocos y de opresión para muchos;
el totalitarismo de muchos Estados que manipulan, disminuyen y quitan expresiones legítimas de participación y expresión;
el terrorismo de una minoría, que incide en la seguridad y vida libre de la mayoría;
el control de la conducta, que llega hasta la intimidad y que obstaculiza la espontaneidad con amenazas;
la desconfianza entre naciones, instituciones y personas, originada por la debilidad del orden jurídico. Se proclaman derechos que no se cumplen o se emiten compromisos que fácilmente se eluden;
la carrera de armamentos aparece como medio de persuasión y fuente de paradojas: es más libre no quien tiene el derecho y la verdad, sino quien posee mejor armamento y puede dañar la libertad de otros pueblos o de otros grupos políticos.
Para promover la libertad en la vida política
Se trata de la libertad de los grupos: de hombres y mujeres, dirigentes políticos y ciudadanos, personas de la Nación y extranjeros, blancos y de color, los incondicionales del régimen -funcionarios bien remunerados-, y los ciudadanos de a pié. La libertad en la vida política de todos se defiende y promueve con la puesta en práctica de los derechos del hombre en general y, en especial, de los derechos del hombre libre, tal y como resumimos en un artículo anterior.
Tengamos presente que el núcleo político de la libertad radica en la armonía de los derechos interpersonales que regula la justicia. La libertad no se limita a la facultad de elegir una cosa con preferencia a otra, de obrar o no, de decir sí o no, de tener o no dominio de la voluntad sobre el objeto de la opción.
La libertad incluye otros elementos conectados con la justicia como son:
la ausencia de coacción injusta. Es libre quien no padece vínculos injustificados de dependencia respecto a otras personas o estructuras;
la actividad armonizada porque el derecho personal a obrar libremente se debe compaginar con los derechos de los demás. La justicia señala los límites de unos y de otros. El derecho a la libertad termina donde comienza el legítimo derecho que «el otro» tiene a ser libre;
el servicio mutuo sabiendo que está más obligado quien tiene más poder o más riqueza;
la atención al bien común o interés general: «todos los hombres y grupos sociales, en el ejercicio de sus derechos, están obligados por la ley moral a tener en cuenta los derechos de los demás y sus deberes para con los otros y para con el bien común de todos» (DH 7). «Por lo demás, se debe observar la regla de la entera libertad en la sociedad, según la cual debe reconocerse al hombre el máximo de libertad, y no debe restringirse sino cuando es necesario y en la medida en que lo sea» (DH 7);
y la objección de conciencia. Aunque rige la obediencia o disciplina cívica como actitud ordinaria, una persona puede rechazar una determinada normativa por coherencia a sus criterios. Es la objeción de conciencia que plantea una doble problemática: por una parte, no se puede exigir a una persona que obre contra su conciencia. Ni se debe atentar contra la libertad de pensamiento. Y por otra parte, peligra el bien común, que se construye con la colaboración de todos los ciudadanos. Está claro que las leyes deben ser obedecidas por todos.
Aspectos positivos y negativos en la vida política
Lo positivo.
En muchos países, y desde una opinión un tanto genérica, hoy día se constata cómo:
desapareció la esclavitud y la servidumbre legal;
crece la fraternidad entre las personas y la igualdad entre el hombre y la mujer; . progresa la realización del derecho a la cultura, que facilita el cultivo de la libertad;
sigue la aspiración a gozar responsablemente del libre albedrío y el reto de que lo nuevo sea humano y subordinado a los valores éticos;
existen grupos que luchan por la libertad y liberación de personas o de comunidades oprimidas;
continúa la presencia de organismos que velan por los derechos de la libertad según la situación actual.
Respuestas negativas para la libertad en la vida política
Entre las deficiencias cabe subrayar el totalitarismo estatal, el partidismo y la pasividad o negligencia de muchos ciudadanos.
El totalitarismo estatal.
Muchos Estados no democráticos y aun muchos democráticos, caen en formas totalitarias de gobernar. Por ejemplo: en la tiranía clásica con el abuso del poder político en provecho de los que gobiernan, pero no de los ciudadanos; la opresión y supresión de los adversarios políticos o de los pobres en beneficio de los más allegados al partido en el poder; la implantación y remodelación de la sociedad y de las mentes de los ciudadanos según la ideología del que manda y en contra de la mayoría y del patrimonio cultural de la nación; la presencia excesiva e injustificada, de los representantes del Estado en los centros de decisión económicos, docentes, judiciales, culturales, de administración; el dirigismo de la información mediante el control de los medios de comunicación social; la discriminación para los puestos de trabajo. Se antepone la filiación política a la competencia profesional. Los mejores cargos y sueldos son para los que obedecen y no plantean problemas; el aprovechamiento del poder legislativo para asegurar mediante leyes la permanencia en el poder; la disminución de la libertad y del discernimiento crítico en las personas beneficiadas y dependientes en su trabajo de los gobernantes de turno; los mismos sindicatos quedan sometidos a las fuerzas políticas o al dogmatismo ideológico en detrimento del interés de los obreros; el reparto injusto de los beneficios y cargas económicas. Los dirigentes logran implantar una legislación tal que divide a los ciudadanos en dos clases sociales: los contribuyentes al Estado y los beneficiados del Estado.
El partidismo
Muchos militantes de los partidos políticos se afilian y trabajan movidos exclusivamente por el interés personal o del partido al margen o excluyendo el bien común. Enfocan el partido político como una empresa que les asegura un sueldo seguro y abundante y un poder de influencia en la comunidad. Para salvar su egoísmo, saben que su respuesta ha de ser de disciplina y obediencia aunque sea en contra de sus criterios éticos o políticos. En las votaciones y principales actuaciones, anteponen el bien del partido -máxime si está en el poder- al de la misma nación. En otras ocasiones, no es el partido político, sino la ideología comercial la que impone la conducta política. Es el caso de quienes detectan el poder económico y logran, influidos por el liberalismo, que el Estado no actúe en defensa del bien común o que no se realicen las debidas transformaciones económicas para superar injustas desigualdades.
La pasividad y negligencia.
Es el desinterés por la vida política de quienes no quieren complicarse la vida. Caso del que no acude a las votaciones o a otras manifestaciones democráticas. A veces la pasividad es fruto del miedo a la represalia o de la desunión entre los ciudadanos.
¿Qué otros obstáculos impiden la libertad en la vida política
Las deficiencias enumeradas dificultan la libertad de grupos en la vida política de la comunidad. Pero además, como obstáculos, señalamos:
la opresión y dependencia que sufren unos pueblos de otros más desarrollados tecnológicamente;
. la exaltación de la libertad en las ideologías pero desde un enfoque diferente. Así sucede con el liberalismo capitalista y el colectivismo marxista, que son una fuente de libertad para unos pocos y de opresión para muchos;
el totalitarismo de muchos Estados que manipulan, disminuyen y quitan expresiones legítimas de participación y expresión;
el terrorismo de una minoría, que incide en la seguridad y vida libre de la mayoría;
el control de la conducta, que llega hasta la intimidad y que obstaculiza la espontaneidad con amenazas;
la desconfianza entre naciones, instituciones y personas, originada por la debilidad del orden jurídico. Se proclaman derechos que no se cumplen o se emiten compromisos que fácilmente se eluden;
la carrera de armamentos aparece como medio de persuasión y fuente de paradojas: es más libre no quien tiene el derecho y la verdad, sino quien posee mejor armamento y puede dañar la libertad de otros pueblos o de otros grupos políticos.
Para promover la libertad en la vida política
Se trata de la libertad de los grupos: de hombres y mujeres, dirigentes políticos y ciudadanos, personas de la Nación y extranjeros, blancos y de color, los incondicionales del régimen -funcionarios bien remunerados-, y los ciudadanos de a pié. La libertad en la vida política de todos se defiende y promueve con la puesta en práctica de los derechos del hombre en general y, en especial, de los derechos del hombre libre, tal y como resumimos en un artículo anterior.
Tengamos presente que el núcleo político de la libertad radica en la armonía de los derechos interpersonales que regula la justicia. La libertad no se limita a la facultad de elegir una cosa con preferencia a otra, de obrar o no, de decir sí o no, de tener o no dominio de la voluntad sobre el objeto de la opción.
La libertad incluye otros elementos conectados con la justicia como son:
la ausencia de coacción injusta. Es libre quien no padece vínculos injustificados de dependencia respecto a otras personas o estructuras;
la actividad armonizada porque el derecho personal a obrar libremente se debe compaginar con los derechos de los demás. La justicia señala los límites de unos y de otros. El derecho a la libertad termina donde comienza el legítimo derecho que «el otro» tiene a ser libre;
el servicio mutuo sabiendo que está más obligado quien tiene más poder o más riqueza;
la atención al bien común o interés general: «todos los hombres y grupos sociales, en el ejercicio de sus derechos, están obligados por la ley moral a tener en cuenta los derechos de los demás y sus deberes para con los otros y para con el bien común de todos» (DH 7). «Por lo demás, se debe observar la regla de la entera libertad en la sociedad, según la cual debe reconocerse al hombre el máximo de libertad, y no debe restringirse sino cuando es necesario y en la medida en que lo sea» (DH 7);
y la objección de conciencia. Aunque rige la obediencia o disciplina cívica como actitud ordinaria, una persona puede rechazar una determinada normativa por coherencia a sus criterios. Es la objeción de conciencia que plantea una doble problemática: por una parte, no se puede exigir a una persona que obre contra su conciencia. Ni se debe atentar contra la libertad de pensamiento. Y por otra parte, peligra el bien común, que se construye con la colaboración de todos los ciudadanos. Está claro que las leyes deben ser obedecidas por todos.