¿Mucho amor y poca amistad en las relaciones familiares?
Los mensajes del Papa ocuparon los últimos artículos interrumpiendo el blog Ser y vivir con el plan sistemático trazado. Ahora reemprendemos la marcha con el tema de las relaciones tal y como se pueden vivir en la comunidad familiar.
La familia, comunidad de amor, está llamada a ser también hogar de las relaciones amistosas. Pero no siempre es así. Normalmente permanece el amor inagotable de la madre y la entrega del padre a los de su familia. Sin embargo, las relaciones familiares, las de esposos-padres entre sí, las de padres-hijos y las de los hijos con los padres, no siempre, ni muchísimo menos, son amistosas. No solamente por los conflictos ordinarios de toda convivencia sino por la ruptura de los esposos como padres mediante el divorcio-separación, (4 de 5 matrimonios), por el machismo y el abuso de la autoridad. Y por la rebeldía y hasta ingratitud de algunos hijos que se enfrentan a los padres y huyen cuando pueden del hogar. La vida familiar es una cadena ondulante de relaciones positivas y negativas. En ocasiones, permanece el amor y la amistad de algún miembro con otro. Pero lo normal es el amor mutuo, a veces heroico, sin obtener lo típico de la amistad como es la confianza, la libertad y la comunicación sincera. Apuntemos al ideal: la familia, comunidad donde se ama y se es amado, y la amistad, donde sus miembros se comunican sin temor y con toda verdad y libertad.
El amor, corazón de la comunidad familiar Por familia entendemos la comunidad de padres, hijos y familiares que se aman y se ayudan mutuamente para su realización personal. Esta realización pide el saber compartir como algo esencial en la familia para distinguirla de un “hotel”. Porque en la familia, sus miembros, (padres, hijos y otros posibles miembros) comparten juntos el amor, sus vidas se realizan en el presente y con perspectivas de futuro. El amor es quien mueve a los padres a procrear y educar a los hijos. Cuando los esposos se ven reflejados en los hijos, aumenta el amor paternal y se refuerza el amor conyugal.
En los hijos, surge el amor como un torrente de manantial de amor filial, al contemplar cuanto por ellos hacen o hicieron sus padres. Los lazos de sangre entre los hermanos potencia el amor convertido en fraternidad. En definitiva, la familia es una comunidad de relaciones de amor entre padres, hijos y abuelos: ¡todos se ven fruto del amor los unos de los otros!
Sin amor desaparece la familia Quitemos el amor y la familia se convertirá en un cuerpo sin alma. A lo sumo quedarán unas cuantas personas unidas por intereses y alguna que otra obligación. Y, por el contrario, a mayor amor interpersonal, mayor realización de la misión de la familia. Dicho de otra manera: el fracaso y los dramas familiares provienen por desfigurar su rostro de amor. ¡Sin el oxígeno del amor muere la familia!
El amor define lo que es una familia. “La esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor. Por eso la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa” (FC 17). “El cometido de la familia es el de formar los hombres para el amor y practicar el amor en toda relación humana” (FC 64)
Amar es la vocación de toda persona. El varón y la mujer han nacido para amar y ser amados. Es su vocación irrenunciable. Es la energía divina que Dios infundió en el momento de crearlos. ¿Acaso no son una imagen para amar con la totalidad de su persona? Por ello se explica que toda la Ley del Señor se reduzca a amar a Dios y al prójimo con todas las fuerzas de la persona. Así se comprende que el cristiano sea verdadero seguidor de Cristo en la medida en que imite su vida de amor
Mucho amor en las relaciones familiares Las familias que logran que sus miembros se amen y se sientan amados conseguirán el núcleo de la felicidad. Pero lo difícil es saber dónde se encuentra el verdadero amor. Y más difícil todavía resulta la práctica del auténtico amor en familia.
Como rasgos más importantes del rostro del auténtico amor destacamos:
-ver al “otro” como prolongación de mi persona. ¡Yo me veo reflejado en mi hijo, en mi padre, en mi hermano! No es un “alguien” que pasa: es mi esposo o esposa, son mis hijos, es mi padre o mi madre, mi nieto o mi abuelo...con quien mi vida está unida en la alegría, el trabajo, el dolor o la esperanza;
-gozo en el dar y darse. Existe como unos vasos comunicantes porque trato al “familiar” como un tú personal a quien doy cosas y me doy como persona; a quien sirvo para hacerle feliz y a la vez me siento feliz. ¡Yo me considero feliz trabajando por su realización y felicidad como si fuera la mía o mucho más!
-respetar siempre al otro. Se trata de la primera exigencia y del fundamento de todo amor. Hay que dudar del amor de quien viola los derechos del otro: caso del padre que castiga al hijo o de la madre que impide la libertad de la hija. O de los hijos que insultan a sus padres. O de algún miembro familiar que bloquea la libertad con su carácter agresivo y exigente;
-perdonar y olvidar. Es lo más difícil. Cuántos divorcios se dan por acumular “pequeñas ofensas”. Cuántas divisiones entre hermanos por no saber olvidar y borrar las ofensas pasadas. Cuántas familias destruidas porque tras la ofensa saltó el orgullo y no el perdón.
-la “piedra de toque”: confianza, libertad, sinceridad y diálogo. Estos cuatro rasgos son esenciales en la amistad auténtica. Y no siempre están presentes en las relaciones de los esposos entre sí y entre padres e hijos. Cuando en las relaciones familiares existe confianza mutua, sinceridad espontánea y diálogo sin presiones, podemos afirmar que en la familia existe amistad, existen las relaciones perfectas;
-la fe, motivación ocasional. De modo especial, la madre es creyente y transmite la fe a la familia. Los creyentes que leen la Palabra de Dios.
Otros rasgos también son importantes Es difícil establecer una jerarquía entre los rasgos que integran el rostro del auténtico amor vivido en familia. Sin embargo, en otra escala podemos señalar:
desear lo mejor y gozar con todo lo bueno que posee o le sucede al otro;
ayudar en las diversas tareas de la vida personal y familiar;
ofrecer la confianza y no la desconfianza, el amor y no la indiferencia;
paciencia ante los defectos de los miembros de la familia;
no poner condiciones, que el amor sea sin limitaciones;
aceptar los defectos del prójimo. El amor se manifiesta en la aceptación del otro tal y como es;
esforzarse porque “el otro” se sienta querido; sin esperar la gratitud. El amor interesado no es auténtico amor, es una contradicción;
saber compartir. El amor familiar sabe compartir tristezas y alegrías, pensamientos y sentimientos, éxitos y fracasos, ilusiones y proyectos
¿Por qué desaparece el amor, y, lógicamente, la amistad?
Aunque sea en familia, el amar no es fácil por los muchos obstáculos que bloquean el amor y, lógicamente, la amistad. Algunos ejemplos:
-el falso amor y el egoísmo.
Se trata de la persona que dice amar pero, en definitiva, utiliza “al otro” (hijo o padre) como objeto y no como persona para sus fines, lo instrumentaliza para que “llene” toda o parte de su vida, para que alimente su orgullo, su afán de poseer y su deseo de gozar. A veces bajo la expresión “te quiero mucho” se esconde el egoísmo sutilmente disfrazado por la actitud posesiva. Es lo que sucede con tantas protecciones de la madre o del padre. En el fondo se da una apropiación de la persona como si fuera patrimonio personal. En el abuso de la autoridad, en el autoritarismo de quien obra “por su bien” se esconde la ambición y el ejercicio del poder, una expresión de la necesidad de mandar para sentirse superior. Es como una compensación sicológica a lo que hacen por los demás.
-el mal carácter y el ambiente que contagia.
Muchos choques y tensiones surgen en la comunidad familiar por la -la incompatibilidad de caracteres, gustos, criterios y ocupaciones. Según pasan los años es inevitable este fenómeno en la vida familiar. Por otra parte, se dan acontecimientos que quitan la paz: los padres llegan nerviosos a la casa del trabajo tenso, los hijos se contagian de las ideas de un amor falso. La contaminación ambiental penetra en la casa que deja de ser un hogar de paz, amor y serenidad. En ocasiones se da un choque frontal entre la moral que enseñan los padres y la que palpan los hijos en la televisión, videos e internet
-los defectos de los esposos y padres.
Sus crisis conyugales transcienden a todas las relaciones familiares. No faltan padres cuya inexperiencia les impulsa a educar “para obedecer” pero no para obrar con amor y libremente. Quizás su amor conyugal se enfrió y el trato es duro. Quizás quieren a sus hijos pero “a su manera” y con un trato despótico...Quizás abandonaron la educación o se conforman con lo material, no les dedican el tiempo suficiente, etc.
-los defectos de los hijos.
Acostumbrados a recibirlo todo no aprecian el sacrificio de sus padres. Son desagradecidos y exigentes: creen que lo merecen todo y que nada les debe faltar. Se contagian del ambiente de libertinaje y no admiten el abc de la autoridad. Se consideran con derecho a criticar pero ellos no admiten el menor reproche porque “atenta contra su personalidad”. Aman más al padre o a la madre que más les “consiente” y rechazan al que les niega lo que piden.
-y los defectos de los hermanos.
Cada uno va a lo “suyo” y se despreocupa de los más necesitados. Ignoran que la “fraternidad” se construye y mantiene con el amor de todos. Fomentan la envidia y abundan las peleas. No corrigen sus defectos que ignoran los padres, etc.
¿Se puede conseguir que la familia sea comunidad de amor y amistad?
En teoría la familia es comunión y comunidad de vida y de amor. Ahora bien con qué medios se puede lograr que también en la práctica tal comunidad sea de amor y amistad. Tema muy complejo que necesita la interiorización y práctica de lo expuesto en varios artículos sobre las relaciones, el diálogo, la convivencia, el amor y la amistad. Por ahora, pueden servir estar preguntas para una revisión:
-¿cómo me encuentro en la vida familiar?
¿qué obstáculos impiden el amor verdadero?
¿qué nos une y qué nos separa?
¿qué se puede arreglar en la incompatibilidad de unos frente a los otros?
¿cuáles son mis defectos personales y que transcienden a la comunidad familiar? ¿nos sentimos valorados, aceptados y amados por los otros miembros de la familia?
¿me siento querido o rechazado?
¿cómo demostraré con obras que amo, valoro y acepto las personas de mi familia?¿qué puedo-debo dar para que en mi familia exista más amor, paz y felicidad? ¿Procuro la amistad respetando la libertad, dando y mereciendo la confianza y practicando la normativa sobre el diálogo?
La familia, comunidad de amor, está llamada a ser también hogar de las relaciones amistosas. Pero no siempre es así. Normalmente permanece el amor inagotable de la madre y la entrega del padre a los de su familia. Sin embargo, las relaciones familiares, las de esposos-padres entre sí, las de padres-hijos y las de los hijos con los padres, no siempre, ni muchísimo menos, son amistosas. No solamente por los conflictos ordinarios de toda convivencia sino por la ruptura de los esposos como padres mediante el divorcio-separación, (4 de 5 matrimonios), por el machismo y el abuso de la autoridad. Y por la rebeldía y hasta ingratitud de algunos hijos que se enfrentan a los padres y huyen cuando pueden del hogar. La vida familiar es una cadena ondulante de relaciones positivas y negativas. En ocasiones, permanece el amor y la amistad de algún miembro con otro. Pero lo normal es el amor mutuo, a veces heroico, sin obtener lo típico de la amistad como es la confianza, la libertad y la comunicación sincera. Apuntemos al ideal: la familia, comunidad donde se ama y se es amado, y la amistad, donde sus miembros se comunican sin temor y con toda verdad y libertad.
El amor, corazón de la comunidad familiar Por familia entendemos la comunidad de padres, hijos y familiares que se aman y se ayudan mutuamente para su realización personal. Esta realización pide el saber compartir como algo esencial en la familia para distinguirla de un “hotel”. Porque en la familia, sus miembros, (padres, hijos y otros posibles miembros) comparten juntos el amor, sus vidas se realizan en el presente y con perspectivas de futuro. El amor es quien mueve a los padres a procrear y educar a los hijos. Cuando los esposos se ven reflejados en los hijos, aumenta el amor paternal y se refuerza el amor conyugal.
En los hijos, surge el amor como un torrente de manantial de amor filial, al contemplar cuanto por ellos hacen o hicieron sus padres. Los lazos de sangre entre los hermanos potencia el amor convertido en fraternidad. En definitiva, la familia es una comunidad de relaciones de amor entre padres, hijos y abuelos: ¡todos se ven fruto del amor los unos de los otros!
Sin amor desaparece la familia Quitemos el amor y la familia se convertirá en un cuerpo sin alma. A lo sumo quedarán unas cuantas personas unidas por intereses y alguna que otra obligación. Y, por el contrario, a mayor amor interpersonal, mayor realización de la misión de la familia. Dicho de otra manera: el fracaso y los dramas familiares provienen por desfigurar su rostro de amor. ¡Sin el oxígeno del amor muere la familia!
El amor define lo que es una familia. “La esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor. Por eso la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa” (FC 17). “El cometido de la familia es el de formar los hombres para el amor y practicar el amor en toda relación humana” (FC 64)
Amar es la vocación de toda persona. El varón y la mujer han nacido para amar y ser amados. Es su vocación irrenunciable. Es la energía divina que Dios infundió en el momento de crearlos. ¿Acaso no son una imagen para amar con la totalidad de su persona? Por ello se explica que toda la Ley del Señor se reduzca a amar a Dios y al prójimo con todas las fuerzas de la persona. Así se comprende que el cristiano sea verdadero seguidor de Cristo en la medida en que imite su vida de amor
Mucho amor en las relaciones familiares Las familias que logran que sus miembros se amen y se sientan amados conseguirán el núcleo de la felicidad. Pero lo difícil es saber dónde se encuentra el verdadero amor. Y más difícil todavía resulta la práctica del auténtico amor en familia.
Como rasgos más importantes del rostro del auténtico amor destacamos:
-ver al “otro” como prolongación de mi persona. ¡Yo me veo reflejado en mi hijo, en mi padre, en mi hermano! No es un “alguien” que pasa: es mi esposo o esposa, son mis hijos, es mi padre o mi madre, mi nieto o mi abuelo...con quien mi vida está unida en la alegría, el trabajo, el dolor o la esperanza;
-gozo en el dar y darse. Existe como unos vasos comunicantes porque trato al “familiar” como un tú personal a quien doy cosas y me doy como persona; a quien sirvo para hacerle feliz y a la vez me siento feliz. ¡Yo me considero feliz trabajando por su realización y felicidad como si fuera la mía o mucho más!
-respetar siempre al otro. Se trata de la primera exigencia y del fundamento de todo amor. Hay que dudar del amor de quien viola los derechos del otro: caso del padre que castiga al hijo o de la madre que impide la libertad de la hija. O de los hijos que insultan a sus padres. O de algún miembro familiar que bloquea la libertad con su carácter agresivo y exigente;
-perdonar y olvidar. Es lo más difícil. Cuántos divorcios se dan por acumular “pequeñas ofensas”. Cuántas divisiones entre hermanos por no saber olvidar y borrar las ofensas pasadas. Cuántas familias destruidas porque tras la ofensa saltó el orgullo y no el perdón.
-la “piedra de toque”: confianza, libertad, sinceridad y diálogo. Estos cuatro rasgos son esenciales en la amistad auténtica. Y no siempre están presentes en las relaciones de los esposos entre sí y entre padres e hijos. Cuando en las relaciones familiares existe confianza mutua, sinceridad espontánea y diálogo sin presiones, podemos afirmar que en la familia existe amistad, existen las relaciones perfectas;
-la fe, motivación ocasional. De modo especial, la madre es creyente y transmite la fe a la familia. Los creyentes que leen la Palabra de Dios.
Otros rasgos también son importantes Es difícil establecer una jerarquía entre los rasgos que integran el rostro del auténtico amor vivido en familia. Sin embargo, en otra escala podemos señalar:
desear lo mejor y gozar con todo lo bueno que posee o le sucede al otro;
ayudar en las diversas tareas de la vida personal y familiar;
ofrecer la confianza y no la desconfianza, el amor y no la indiferencia;
paciencia ante los defectos de los miembros de la familia;
no poner condiciones, que el amor sea sin limitaciones;
aceptar los defectos del prójimo. El amor se manifiesta en la aceptación del otro tal y como es;
esforzarse porque “el otro” se sienta querido; sin esperar la gratitud. El amor interesado no es auténtico amor, es una contradicción;
saber compartir. El amor familiar sabe compartir tristezas y alegrías, pensamientos y sentimientos, éxitos y fracasos, ilusiones y proyectos
¿Por qué desaparece el amor, y, lógicamente, la amistad?
Aunque sea en familia, el amar no es fácil por los muchos obstáculos que bloquean el amor y, lógicamente, la amistad. Algunos ejemplos:
-el falso amor y el egoísmo.
Se trata de la persona que dice amar pero, en definitiva, utiliza “al otro” (hijo o padre) como objeto y no como persona para sus fines, lo instrumentaliza para que “llene” toda o parte de su vida, para que alimente su orgullo, su afán de poseer y su deseo de gozar. A veces bajo la expresión “te quiero mucho” se esconde el egoísmo sutilmente disfrazado por la actitud posesiva. Es lo que sucede con tantas protecciones de la madre o del padre. En el fondo se da una apropiación de la persona como si fuera patrimonio personal. En el abuso de la autoridad, en el autoritarismo de quien obra “por su bien” se esconde la ambición y el ejercicio del poder, una expresión de la necesidad de mandar para sentirse superior. Es como una compensación sicológica a lo que hacen por los demás.
-el mal carácter y el ambiente que contagia.
Muchos choques y tensiones surgen en la comunidad familiar por la -la incompatibilidad de caracteres, gustos, criterios y ocupaciones. Según pasan los años es inevitable este fenómeno en la vida familiar. Por otra parte, se dan acontecimientos que quitan la paz: los padres llegan nerviosos a la casa del trabajo tenso, los hijos se contagian de las ideas de un amor falso. La contaminación ambiental penetra en la casa que deja de ser un hogar de paz, amor y serenidad. En ocasiones se da un choque frontal entre la moral que enseñan los padres y la que palpan los hijos en la televisión, videos e internet
-los defectos de los esposos y padres.
Sus crisis conyugales transcienden a todas las relaciones familiares. No faltan padres cuya inexperiencia les impulsa a educar “para obedecer” pero no para obrar con amor y libremente. Quizás su amor conyugal se enfrió y el trato es duro. Quizás quieren a sus hijos pero “a su manera” y con un trato despótico...Quizás abandonaron la educación o se conforman con lo material, no les dedican el tiempo suficiente, etc.
-los defectos de los hijos.
Acostumbrados a recibirlo todo no aprecian el sacrificio de sus padres. Son desagradecidos y exigentes: creen que lo merecen todo y que nada les debe faltar. Se contagian del ambiente de libertinaje y no admiten el abc de la autoridad. Se consideran con derecho a criticar pero ellos no admiten el menor reproche porque “atenta contra su personalidad”. Aman más al padre o a la madre que más les “consiente” y rechazan al que les niega lo que piden.
-y los defectos de los hermanos.
Cada uno va a lo “suyo” y se despreocupa de los más necesitados. Ignoran que la “fraternidad” se construye y mantiene con el amor de todos. Fomentan la envidia y abundan las peleas. No corrigen sus defectos que ignoran los padres, etc.
¿Se puede conseguir que la familia sea comunidad de amor y amistad?
En teoría la familia es comunión y comunidad de vida y de amor. Ahora bien con qué medios se puede lograr que también en la práctica tal comunidad sea de amor y amistad. Tema muy complejo que necesita la interiorización y práctica de lo expuesto en varios artículos sobre las relaciones, el diálogo, la convivencia, el amor y la amistad. Por ahora, pueden servir estar preguntas para una revisión:
-¿cómo me encuentro en la vida familiar?
¿qué obstáculos impiden el amor verdadero?
¿qué nos une y qué nos separa?
¿qué se puede arreglar en la incompatibilidad de unos frente a los otros?
¿cuáles son mis defectos personales y que transcienden a la comunidad familiar? ¿nos sentimos valorados, aceptados y amados por los otros miembros de la familia?
¿me siento querido o rechazado?
¿cómo demostraré con obras que amo, valoro y acepto las personas de mi familia?¿qué puedo-debo dar para que en mi familia exista más amor, paz y felicidad? ¿Procuro la amistad respetando la libertad, dando y mereciendo la confianza y practicando la normativa sobre el diálogo?