¿De qué nos hablará Benedicto XVI? ¿Qué desafíos afrontará?
Ante la JMJ del 2011 y ante la visita de Benedicto XVI a Madrid, experimento gozo, temor y preocupación.
Gran gozo por los jóvenes cristianos que fortalecerán su fe, por las muchas vocaciones que surgirán para la vida sacerdotal y religiosa. Y porque la vida cristiana quedará revitalizada.
Un temor inevitable y que motiva mi oración: muchos aprovecharán la JMJ para atacar valores humanos y cristianos. Y porque para otros, la JMJ quedará reducida a un gran espectáculo triunfalista y de cristiandad.
Mi preocupación surge cuando pienso que antes, en, y después de la visita del Papa seguirán los mismos problemas en el mundo y los mismos desafíos para la Iglesia.
Tengo mucho interés por escuchar los mensajes que Benedicto XVI nos trasmitirá. Todavía leo con satisfacción cuanto nos dijo sobre Dios y sobre Jesucristo en Santiago y en Barcelona el año pasado. Pero queda un amplio margen para la sorpresa que nos proporcionará el Papa Ratzinger.
¿De qué nos hablará? Por mi cuenta he seleccionado todo un arco-iris posible de graves desafíos que hoy tiene planteado el mundo y, por tanto, la Iglesia. ¿Cuál de ellos quedará iluminado y profundizado por la palabra de Benedicto XVI? Espero con impaciencia.
EL ARCO-IRIS DE LOS GRANDES DESAFÍOS
Entre los innumerables, presento ocho de los grandes desafíos que en mi modesta opinión ocupan el primer lugar en la vida actual del mundo y, por lo tanto, la Iglesia. ¿Cuáles son?
1º La “mística”: un mundo humanizado, hogar-familia para sus moradores
Un mundo humanizado por la verdad, la vida digna, la justicia social, la libertad política y la paz fraterna es la mística que debiera motivar la conducta de toda persona. Y lograr que este mundo “mejor” se convierta en el marco histórico-cultural para el reinado de Dios, es el gran desafío para todo creyente y, especialmente, para el cristiano.
2º La condición: toda persona respetada y realizada La realización personal se centra en el desarrollo de las facultades, en la consecución de las metas propuestas y en el amor interpersonal. La autenticidad de esta realización depende externamente del disfrute de los derechos humanos que garanticen una vida digna. Por lo tanto, habrá que fomentar el profundo amor que el hombre siente por todo cuanto considera suyo, le impulsa al despliegue de sus facultades, al desarrollo de los valores elegidos, a la consecución de las metas propuestas y a la vida en comunión con las personas queridas.
3º Imprescindible: Dios aceptado y no rechazado ni manipulado La respuesta ante Dios admite el «no» del rechazo, la indiferencia, ignorancia, incongruencias, frivolidad, rebeldía, manipulación fanática... También el «sí» del respeto, la religiosidad, obediencia, confianza y la comunión hasta llegar a la amistad interpersonal. El católico, además de la respuesta religiosa y la teologal, goza de las riquezas, obligaciones y exigencias de su opción sacramental-eclesial por Dios.
4º El referente y la meta: Cristo y el Reino de Dios, presentes para humanizar el mundo
Resulta muy difícil imaginar una historia del mundo, una cultura universal y unas relaciones interpersonales sin el influjo de la religión cristiana que descansa en el máximo valor de la historia, en Jesucristo admirado por su personalidad genial, por la doctrina revolucionaria del reino Dios, el testimonio coherente de la persona libre que dio su vida por el amor a Dios y a los hombres. ¿La gran meta? Que Dios “reine”, (que esté presente), en cada persona y en las instituciones humanas con manifestaciones de verdad-sinceridad, justicia-respeto, paz-tolerancia, libertad sin esclavitudes, y de amor universal incluido el enemigo y los pobres con preferencia.
5º Protagonistas: los cristianos, coherentes seguidores de Jesús
La identidad de todo cristiano radica en vivir la fe en Cristo como opción fundamental, vivificada por el dinamismo de la gracia y orientada hacia la madurez y el compromiso vivido por el reinado de Dios. Prestemos atención al dinamismo del cristiano fruto de una «mística», de un compromiso radical ratificado e interiorizado. Esta mística con este compromiso arrancan de la dignidad bautismal, tienen su tronco en la comunión con Cristo y se manifiestan en la colaboración por difundir el reinado de Dios.
6º Urgente desafío: atraer a los alejados, a los bautizados paganizados
Cristianos en la infancia, paganos en la edad adulta y (algunos) católicos practicantes en la última etapa de la vida, es el triste panorama del cristianismo europeo. Al comienzo del XXI presenciamos el fenómeno gravísimo de la indiferencia religiosa con la fe perdida o dormida, con la sordera para lo religioso, pues Dios no interesa. El hombre occidental vive como si el Tú divino no existiera. ¿Dónde radica el problema de fondo? En la enfermedad del impulso religioso en quienes aseguran “yo ni robo ni mato”, pero les falta el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas contra Dios y por el prójimo. Este sentimiento religioso de culpabilidad está enfermo, como dormido, aletargado. El hombre “sordo” está incapacitado para hablar con Dios El gran desafío, especialmente para la tarea evangelizadora de la Iglesia, es la de saber llegar a los alejados y atraerlos a la fe primera.
7º La utopía: unos católicos corresponsables en una Iglesia creíble
Desde una perspectiva histórico-sociológica, la Iglesia aparece hoy día como un valor controvertido y hasta despreciado. Entre las causas intraeclesiales sobresale el hecho de los pocos católicos coherentes y los muchos bautizados, (¿un 85%?), que se apartan de la práctica religiosa, o la critican sin compromiso o viven con una fe débil, “light”. También, porque ante esta situación tan grave, la Iglesia debe dar una respuesta con la “nueva evangelización”, tarea de todos los miembros de la Iglesia que responden de manera corresponsable. Así lo recordó Benedicto XVI en Aparecida, la V Conferencia del CELAM: todos “llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Discurso Inaugural, 3).
8º Las alas: la esperanza, motivación para la plenitud humana y cristiana
Todos necesitamos razones para esperar y mucho más en tiempos de crisis. Al cristiano le motiva la esperanza que ofrece Cristo. Consiste en el cielo o vida eterna, parte del Credo pero un misterio cuestionado por muchos, fuera y dentro del cristianismo. No solamente por los que niegan cualquier vida después de la muerte y de los creyentes ocasionales que adoptan una respuesta escéptica ante el más allá, sino por muchos cristianos que están firmes en la fe, en la caridad y en la confianza en Dios, los que son creyentes y practicantes pero faltos de esperanza, incoherentes a la hora de sentirse peregrinos hacia el encuentro con Dios. Habrá que tener presente: por la virtud de la esperanza cada bautizado, junto a toda la comunidad cristiana, camina hacia el encuentro definitivo con Dios y la venida de Cristo para consumar el plan salvífico del reino-reinado de Dios. Sin alas el pájaro no puede volar.
Replanteo las preguntas: ¿de qué nos hablará el Papa? ¿Qué desafíos afrontará Benedicto XVI?
Gran gozo por los jóvenes cristianos que fortalecerán su fe, por las muchas vocaciones que surgirán para la vida sacerdotal y religiosa. Y porque la vida cristiana quedará revitalizada.
Un temor inevitable y que motiva mi oración: muchos aprovecharán la JMJ para atacar valores humanos y cristianos. Y porque para otros, la JMJ quedará reducida a un gran espectáculo triunfalista y de cristiandad.
Mi preocupación surge cuando pienso que antes, en, y después de la visita del Papa seguirán los mismos problemas en el mundo y los mismos desafíos para la Iglesia.
Tengo mucho interés por escuchar los mensajes que Benedicto XVI nos trasmitirá. Todavía leo con satisfacción cuanto nos dijo sobre Dios y sobre Jesucristo en Santiago y en Barcelona el año pasado. Pero queda un amplio margen para la sorpresa que nos proporcionará el Papa Ratzinger.
¿De qué nos hablará? Por mi cuenta he seleccionado todo un arco-iris posible de graves desafíos que hoy tiene planteado el mundo y, por tanto, la Iglesia. ¿Cuál de ellos quedará iluminado y profundizado por la palabra de Benedicto XVI? Espero con impaciencia.
EL ARCO-IRIS DE LOS GRANDES DESAFÍOS
Entre los innumerables, presento ocho de los grandes desafíos que en mi modesta opinión ocupan el primer lugar en la vida actual del mundo y, por lo tanto, la Iglesia. ¿Cuáles son?
1º La “mística”: un mundo humanizado, hogar-familia para sus moradores
Un mundo humanizado por la verdad, la vida digna, la justicia social, la libertad política y la paz fraterna es la mística que debiera motivar la conducta de toda persona. Y lograr que este mundo “mejor” se convierta en el marco histórico-cultural para el reinado de Dios, es el gran desafío para todo creyente y, especialmente, para el cristiano.
2º La condición: toda persona respetada y realizada La realización personal se centra en el desarrollo de las facultades, en la consecución de las metas propuestas y en el amor interpersonal. La autenticidad de esta realización depende externamente del disfrute de los derechos humanos que garanticen una vida digna. Por lo tanto, habrá que fomentar el profundo amor que el hombre siente por todo cuanto considera suyo, le impulsa al despliegue de sus facultades, al desarrollo de los valores elegidos, a la consecución de las metas propuestas y a la vida en comunión con las personas queridas.
3º Imprescindible: Dios aceptado y no rechazado ni manipulado La respuesta ante Dios admite el «no» del rechazo, la indiferencia, ignorancia, incongruencias, frivolidad, rebeldía, manipulación fanática... También el «sí» del respeto, la religiosidad, obediencia, confianza y la comunión hasta llegar a la amistad interpersonal. El católico, además de la respuesta religiosa y la teologal, goza de las riquezas, obligaciones y exigencias de su opción sacramental-eclesial por Dios.
4º El referente y la meta: Cristo y el Reino de Dios, presentes para humanizar el mundo
Resulta muy difícil imaginar una historia del mundo, una cultura universal y unas relaciones interpersonales sin el influjo de la religión cristiana que descansa en el máximo valor de la historia, en Jesucristo admirado por su personalidad genial, por la doctrina revolucionaria del reino Dios, el testimonio coherente de la persona libre que dio su vida por el amor a Dios y a los hombres. ¿La gran meta? Que Dios “reine”, (que esté presente), en cada persona y en las instituciones humanas con manifestaciones de verdad-sinceridad, justicia-respeto, paz-tolerancia, libertad sin esclavitudes, y de amor universal incluido el enemigo y los pobres con preferencia.
5º Protagonistas: los cristianos, coherentes seguidores de Jesús
La identidad de todo cristiano radica en vivir la fe en Cristo como opción fundamental, vivificada por el dinamismo de la gracia y orientada hacia la madurez y el compromiso vivido por el reinado de Dios. Prestemos atención al dinamismo del cristiano fruto de una «mística», de un compromiso radical ratificado e interiorizado. Esta mística con este compromiso arrancan de la dignidad bautismal, tienen su tronco en la comunión con Cristo y se manifiestan en la colaboración por difundir el reinado de Dios.
6º Urgente desafío: atraer a los alejados, a los bautizados paganizados
Cristianos en la infancia, paganos en la edad adulta y (algunos) católicos practicantes en la última etapa de la vida, es el triste panorama del cristianismo europeo. Al comienzo del XXI presenciamos el fenómeno gravísimo de la indiferencia religiosa con la fe perdida o dormida, con la sordera para lo religioso, pues Dios no interesa. El hombre occidental vive como si el Tú divino no existiera. ¿Dónde radica el problema de fondo? En la enfermedad del impulso religioso en quienes aseguran “yo ni robo ni mato”, pero les falta el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas contra Dios y por el prójimo. Este sentimiento religioso de culpabilidad está enfermo, como dormido, aletargado. El hombre “sordo” está incapacitado para hablar con Dios El gran desafío, especialmente para la tarea evangelizadora de la Iglesia, es la de saber llegar a los alejados y atraerlos a la fe primera.
7º La utopía: unos católicos corresponsables en una Iglesia creíble
Desde una perspectiva histórico-sociológica, la Iglesia aparece hoy día como un valor controvertido y hasta despreciado. Entre las causas intraeclesiales sobresale el hecho de los pocos católicos coherentes y los muchos bautizados, (¿un 85%?), que se apartan de la práctica religiosa, o la critican sin compromiso o viven con una fe débil, “light”. También, porque ante esta situación tan grave, la Iglesia debe dar una respuesta con la “nueva evangelización”, tarea de todos los miembros de la Iglesia que responden de manera corresponsable. Así lo recordó Benedicto XVI en Aparecida, la V Conferencia del CELAM: todos “llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Discurso Inaugural, 3).
8º Las alas: la esperanza, motivación para la plenitud humana y cristiana
Todos necesitamos razones para esperar y mucho más en tiempos de crisis. Al cristiano le motiva la esperanza que ofrece Cristo. Consiste en el cielo o vida eterna, parte del Credo pero un misterio cuestionado por muchos, fuera y dentro del cristianismo. No solamente por los que niegan cualquier vida después de la muerte y de los creyentes ocasionales que adoptan una respuesta escéptica ante el más allá, sino por muchos cristianos que están firmes en la fe, en la caridad y en la confianza en Dios, los que son creyentes y practicantes pero faltos de esperanza, incoherentes a la hora de sentirse peregrinos hacia el encuentro con Dios. Habrá que tener presente: por la virtud de la esperanza cada bautizado, junto a toda la comunidad cristiana, camina hacia el encuentro definitivo con Dios y la venida de Cristo para consumar el plan salvífico del reino-reinado de Dios. Sin alas el pájaro no puede volar.
Replanteo las preguntas: ¿de qué nos hablará el Papa? ¿Qué desafíos afrontará Benedicto XVI?