¿Quién es el hombre libre? ¿Cómo es la libertad del cristiano?

Ante las innumerables definiciones sobre la libertad, elijo la siguiente: es el don, a manera de facultad, que tiene el hombre para afirmar o negar, elegir o rechazar, obrar o no obrar. En definitiva, es la persona toda en cuanto puede decir SÍ o NO en una determinada situación o ante un determinado estímulo. Esta capacidad de autodeterminarse es el gran don que Cerrvantes ensalza: “la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres (El Quijote 2ª Cap LVIII). ¿Qué rasgos integran al hombre libre como persona y como miembro de una comunidad? ¿Cómo enriquece la fe la libertad del cristiano?

Rasgos del hombre libre Ante todo, el hombre libre es consciente de su dignidad con los derechos propios de la libertad. Derechos que no convierten a la libertad en un fin sino que la presentan como una parte, muy importante pero parte, de la persona; un medio para amar y servir con verdad, justicia y responsabilidad. Como parte esencial de la persona, la libertad firme y entusiasta lucha contra las presiones internas y externas en un proceso continuo de autoliberación. También afronta, con diálogo y obediencia, el conflicto inevitable que se establece con las normas y la autoridad. Como animal político, el hombre libre participa en la vida de su comunidad local y en la del mundo nacional e internacional. Es allí donde pone en práctica su compromiso liberador y ayuda al necesitado como individual o como grupo nacional o internacional.

Nivel comunitario La historia testifica el ansia de libertad del hombre y las aspiraciones de toda comunidad política a gozar de una legítima independencia. En definitiva, para un mundo humanizado es una meta que sus miembros disfruten de los derechos humanos en el área de la libertad personal y comunitaria. El dinamismo de la vida pública es el amplio marco (social, histórico, jurídico, cultural y económico) donde se inserta la llamada libertad política que postula derechos y deberes cívicos, porque como escribiera el filósofo ”mi libertad termina donde empieza la de los demás" (Sartre).

De la libertad violada la liberación Dentro de las relaciones interpersonales, son frecuentes las injusticias sociales, la violación de las libertades humanas, la opresión de cualquier tipo y los conflictos en la comunidad política. Estas situaciones provocan la necesidad de una liberación de las personas marginadas, de las clases sociales oprimidas. y de las naciones subyugadas. Pero la misma historia es testigo. de cómo ante situaciones de injusticia, la liberación no siempre se realizó respetando los derechos humanos. Resulta difícil encontrar el camino apropiado para humanizar el mundo por la libertad y para conseguir las libertades en la vida pública:
"compatriotas, las armas os darán la independencia, las leyes os darán la libertad" (Simón Bolívar).
"Somos esclavos de las leyes para poder ser libres" (Cicerón). De todas maneras, se propone el servicio liberador como la actitud necesaria para recorrer el camino y como punto de convergencia que une a la libertad individual, al dereccho de ser libre y al proceso de liberación.

La libertad del cristiano ¿Dónde radica la originalidad del mensaje cristiano en la opción por la libertad política y en la actitud de servicio liberador? Varios son los rasgos específicos.
La motivación radica en el testimonio y mensaje de Jesús, profeta de la libertad.
También hay que destacar el influjo de la fe, esperanza y caridad en lo político y en la política que consolida toda libertad como exigencia básica del Reino de Dios.
Un tercer aspecto radica en la inserción del cristiano en la Iglesia, que tiene una misión liberadora y unas relaciones de ayuda mutua con la comunidad política.
En último término, y como consecuencia de todo lo anterior, surge el servicio liberador, asumido por la caridad política, como vivencia de la libertad cristiana en el contexto del seguimiento de Cristo y con las responsabilidades inherentes a la condición de miembro de la comunidad edesial. .
Por su parte a la Teología política y a la Teología de la liberación les compete la estructuración teológica de la problemática, planteada con fidelidad a sus objetivos y en comunión con la Iglesia.
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