¿Qué pide el buen trato dado a Dios y al hombre?

TRATAR BIEN A DIOS Y AL HOMBRE
Clave 7

Después de las relaciones interpersonales proponemos la séptima clave para la praxis humana y cristiana. El centro de este criterio básico está centrado en el buen trato, o si se quiere, en el trato perfecto que cada persona está llamada a dar al prójimo individual o en grupos, a los animales, ambiente y cosas. Y como creyentes, el trato que otorgamos a Dios con rasgos parecidos pero con la intensidad que merece la dignidad de Dios. Tal y como expondremos, el buen trato es un elemento decisivo para la praxis humana y mucho más para la religiosa.
Como en el tema de las relaciones fue analizado el trato interpersonal, dedicaremos mayor atención al comportamiento del yo humano con el Tú divino.


Grados y áreas donde se realiza el buen tratoTanto para tratar con las personas como con Dios. El trato admite, por lo menos cinco modos fundamentales: el perfecto, el excelente, el normal, el deficiente y el hostil ¿Dónde se puede realizar el “llevarse bien” con el otro? En el área de la verdad sin orgullo, el de la justicia sin ira, el de la libertad sin coacciones, en el de la paz sin impaciencia, en el de la vida sin destrucción ni mal trato a cosas y animales, y sobre todo, en el área del amor sin egoísmo y con todas las manifestaciones de la donación altruista.

Trato negativo y positivo con Dios
En la relación con Dios, el trato puede ser injusto por el rechazo, el odio, la hostilidad o la indiferencia, falso por la mentalidad o por la conducta inmoral, fiel por la práctica según la propia religión, coherente con la vocación elegida dentro del cristianismo. Y para todos los creyentes, el trato se puede calificar de perfecto por la radicalidad en el amor.
Es de lamentar en la relación yo-Tú divino, la indiferencia religiosa, la pérdida del sentimiento de culpa por las ofensas cometidas contra Dios, la falsedad por la mentalidad o por una conducta incoherente. El tema de la idolatría, dar culto absoluto a las criaturas y no al Creador admite múltiples vivencias destacando el antropocentrismo.

Coherencia del creyente
Todas las religiones tienen como objetivo trazar criterios y normas para que sus fieles se lleven bien con Dios. Cada uno ofrece su aportación según ideología y cultura. Destacamos en el afán de unirse con Dios la mística del israelita fiel a la Alianza con Yahvé, su Dios, el amor profundo a Dios presente en los salmos, la radicalidad del islamista especialmente con sus místicos y la consagración a Dios en el Hinduismo.
En cada religión, es coherente el miembro que ajusta su conducta a las prescripciones dogmáticas, de culto y de vida moral. Es el que respeta a Dios, es sincero en sus motivaciones cuando reza o practica alguna devoción. Está claro que sin práctica religiosa el creyente merece el calificativo de incoherente. Quizás algunos se excusen en la fe bajo el temor que le quitó la paz, en la deficiente formación recibida, en el influjo del ambiente, en las nuevas convicciones filosóficas o en alguna situación irregular que le coloca fuera de las normas establecidas.

El cristiano en general y el católico en particular
Dentro de las religiones, el cristianismo ocupa un lugar preferente. Para el buen trato, el perfecto con Dios, Jesús y María son los primeros referentes. Pero dentro de la única raíz, Cristo, han brotado diversas manifestaciones cristianas. Una de ellas es la iglesia católica que presenta una interpretación especial de las relaciones con Dios tal y como aparece en la liturgia. También son frecuentes las múltiples devociones que integran la piedad y la religiosidad popular: directamente dirigidas a mediadores pero indirectamente a Dios. A todos los católicos se les pide formación y coherencia. Formación para que su religiosidad no hipoteque su libertad y coherencia para dar testimonio de su fe en el mundo posmoderno.

Todos los fieles pueden tratar a Dios con profundidad
Al interrogante de si es posible un trato afectuoso, de amistad con Dios, respondemos afirmativamente con los testimonios de fieles de diferentes religiones. Más aún, es posible mantener un trato de confianza, intimidad y hasta de unión permanente con el Creador, el Absoluto y Padre universal. Claro está que no todos coinciden a la hora de concretar el trato a Dios con amor profundo, los rasgos de un comportamiento perfecto. Los místicos, entre los que destacan san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús, presentan sus caminos para unirse con Dios, para dejar la orilla del yo humano y llegar al puente donde se encontrará con el Tú divino.
Dos cosas aparecen con claridad: que los santos han logrado ser amigos íntimos con Dios, y que para conseguir el trato perfecto urge la praxis de un plan de vida con el compromiso de cumplir objetivos, motivaciones y recursos espirituales.
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