Gestionada por el sacerdote Antonio Benlloch Poveda Biblioteca Solidaria Misionera de Valencia: 250.000 libros rumbo a países necesitados
"Los libros van para escuelas, universidades, cárceles, seminarios... Se consiguen a través de donaciones. Todo es bienvenido, tratado, organizado y llevados a puerto".
"Hay países en que la mordida es sagrada y cuesta abortar esa costumbre para que los libros pasen la aduana".
| Baltasar Bueno, corresponsal en Valencia
Antonio Benlloch Poveda, doctor “in utroque iure”, pasó gran parte de su vida en Roma, donde estudió ambos Derechos, el civil y el eclesiástico. Roma se la conoce palmo a palmo, ciudad que la recorrió y paseó en alpargata de su tierra valenciana, nacido en Benaguasil. No es un clérigo al uso, no aprovechó la oportunidad para trepar hasta la mitra, sino que le dio por los libros. Se montó una librería, la que regentó durante diez años. Los libros han sido siempre su pasión.
Vuelto a Valencia con tanto bagaje académico le hicieron profesor de la Facultad de Teología san Vicente Ferrer y Fiscal del Arzobispado. Como Fiscal él, bondad infinita, poca punta sacó, no era lo suyo. Se desempeñó muy bien como profesor y catedrático, aunque pronto derivó a lo suyo: los libros.
Se hizo cargo de la Fundación Juan Schenk, otro sacerdote buenísimo, con dinero y frekee de los libros. Dejó un remanente para atender la editorial Edicep, prestigiosa y bien gestionada, uno de sus logros, y Antonio Benlloch aprovechó la plataforma para situar desde allí la Biblioteca Misionera Solidaria. Un proyecto que lleva adelante con una veintena de jabatos/as voluntarios.
Su cuartel general lo tienen en una inmensa nave industrial de Alaquàs, pueblo en el que destaca un precioso castillo palacio del siglo XV. Cuando lo visito, compruebo en los listados de las oficinas que hay 250.000 libros perfectamente clasificados por materias para ser enviados en contenedores a países necesitados, en vías de desarrollo.
Los libros van para escuelas, universidades, cárceles, seminarios… A todo aquel que pide libros, se le envía, siempre que estén necesitados de ellos. Para su transporte a países lejanos, Filipinas entre ellos, utiliza barcos que se los llevan gratis o a precios soportables. Los libros los saca de cualquier parte: donaciones personales, familiares, profesionales que se jubilan, colegios, parroquias, etc… Todo es bienvenido, tratado, organizado y llevado a puerto.
Procura que en destino a los receptores no les cobren la entrada de libros como si de un negocio se tratara. Habla con cónsules y embajadores, a veces hasta con la Aduana de destino para que no los graven. Hay países en que la mordida es sagrada y cuesta abortar esa costumbre.
El hombre y sus voluntarios van a pelo. Después de mucho tiempo trabajando por libre, con la sola protección del dicasterio Vaticano de Cultura y de la Fundación Juan Schenk, ahora luchan para que se les reconozca como una ONG a fin de conseguir ayudas estatales, regionales, provinciales, municipales, de Exteriores, del Instituto Cervantes, de cualquier organismo relacionado con la cultura.
Los dirigentes de la Fundación Padre Juan Schenk además desarrollan una labor fundamentalmente de apoyo transmitiendo las necesidades y defendiendo los derechos de las personas a las que representan: niños, jóvenes y adultos de Hispanoamérica, África y Filipinas en riesgo de exclusión cultural y educativa. La Biblioteca Solidaria Misionera cuenta con dos locales: Uno en Valencia, en la calle de la Industria nº 8 bajo, cedido por Mercedes Coret Balaguer de forma altruista y el de Alaquas (Valencia), en el Polígono Industrial Bovalar, C/ San Martín nº 26, una nave industrial cedida de forma altruista por la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle, con una superficie de 1300 m2, donde se encuentra la Oficina Central de gestión, Almacén general y lugar para clasificación y envíos de libros y material escolar, previos la confección y el embalaje de los pedidos.
Como pueden van sacando dinero de rastrillos, actos benéficos y sociales, donativos de particulares o asociaciones, colectas de parroquias, para pagar los envíos en barcos a destino. No envían sólo libros, también efectos escolares de todo tipo, papelería por ejemplo, y hasta mobiliario para colegio cuando llega.
Una gran labor que de manera callada y eficaz, con gran ilusión hacen todos los voluntarios. Uno de ellos, al que me presentan, es un misionero valenciano que está en un país remoto, y que venido de vacaciones no ha podido resistirse a continuar aquí su labor. Invierte los días de descanso en nuestra tierra en trabajar como voluntario en la Biblioteca Misionera.
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