La presidenta de Manos Unidas presenta en TRECE TV la campaña 2024 Cecilia Pilar: "Los que menos han provocado la crisis climática son los que más la sufren"
Cecilia Pilar Gracia, presidenta de Manos Unidas, y Marco Gordillo, coordinador técnico de Incidencia Social, hablan sobre los resultados del estudio que analiza la visión que tienen los jóvenes sobre la actual injusticia climática
"Al 76 % de los jóvenes les preocupa mucho o bastante la crisis climática. Nuestros jóvenes saben lo que es y están preocupados por el cambio climático. Y son conscientes de que este está vinculado a la actividad humana", afirma Gordillo
Pero solo un 25 % considera que "justicia climática" tenga que ver con "velar por las personas más vulnerables ante el cambio climático"
"La mayoría de nosotros somos conscientes de que, con nuestras actitudes y estilos de vida, estamos contribuyendo a la deriva que ha tomado el planeta. Por ejemplo, la fabricación de móviles, que en Occidente cambiamos con asiduidad, alimenta la guerra en el este de la República Democrática del Congo. Cada kilo de coltán cuesta la vida a dos personas en la RDC. Y esto es solamente un ejemplo"
Pero solo un 25 % considera que "justicia climática" tenga que ver con "velar por las personas más vulnerables ante el cambio climático"
"La mayoría de nosotros somos conscientes de que, con nuestras actitudes y estilos de vida, estamos contribuyendo a la deriva que ha tomado el planeta. Por ejemplo, la fabricación de móviles, que en Occidente cambiamos con asiduidad, alimenta la guerra en el este de la República Democrática del Congo. Cada kilo de coltán cuesta la vida a dos personas en la RDC. Y esto es solamente un ejemplo"
| Manos Unidas
El poder de cambiar el mundo
José Luis Pérez, presentador histórico del programa Trece Al Día, comenzó la emisión explicando que el ser humano es la única especie en el mundo que tiene el poder de transformar el planeta y que «puede hacerlo para bien o para mal».
«Todos los indicios apuntan a que nuestras acciones y estilos de vida, sobre todo en los países del norte, están causando un efecto devastador sobre el planeta y que esos efectos no tienen las mismas consecuencias en las poblaciones de los países más ricos que en las comunidades más empobrecidas del Sur», añadió.
En ese momento, comenzó una entrevista a Cecilia Pilar Gracia, presidenta de Manos Unidas, y Marco Gordillo, coordinador técnico de Incidencia Social, quienes hablaron sobre los resultados del estudio que analiza qué visión tienen los jóvenes sobre la actual injusticia climática, presentado recientemente por la ONG de la iglesia católica.
La percepción de los jóvenes
«Al 76 % de los jóvenes les preocupa mucho o bastante la crisis climática. Nuestros jóvenes saben lo que es y están preocupados por el cambio climático. Y son conscientes de que este está vinculado a la actividad humana, al "Efecto Ser Humano". Las nuevas generaciones saben perfectamente que el futuro de todos está ligado, en buena medida, a nuestra capacidad de cuidar de la tierra y de sus recursos», afirmó Gordillo.
Ahondando un poco más en el concepto de justicia climática, el coordinador de Incidencia Social, contó que los jóvenes no acaban de asimilar, por ahora, su significado real: «Apenas un 10 % sabe lo que eso significa, y un 40 % no encuentra ninguna relación entre el cambio climático y la pobreza en el mundo y las desigualdades. Solo un 25 % considera que "justicia climática" tenga que ver con "velar por las personas más vulnerables ante el cambio climático"».
Intentando pasar de los conceptos teóricos a algo más tangible, en el estudio se preguntaba a los jóvenes hasta qué punto estarían dispuestos a cambiar sus hábitos: «Constatamos una cierta disposición de los jóvenes a hacer cambios en sus estilos de vida y de consumo, reflejados en temas como la alimentación, el transporte, la ropa o la movilidad. Seis de cada diez jóvenes están dispuestos a reciclar, alargar la vida de su móvil y reducir el uso de plástico. Pero siempre tendrán mayor disposición a cambiar en aquello que trastoque menos su propia economía que cambiar en aquellas cosas que les suponga una merma económica», expuso Marco.
A lo que añadió: «Existe en ellos una convivencia simultánea entre esperanza y pesimismo. El 76 % de ellos cree que es posible cambiar, que está en nuestras manos, pero al mismo tiempo se reconocen "pesimistas" en la medida en que, para que esto acontezca, es necesario el compromiso y la participación de todos, y dudan de que esto vaya a ser así».
Manos Unidas no está sola en su denuncia de la injusticia climática, pues el propio papa Francisco lleva años denunciándola. Solamente tenemos un planeta y estamos actuando como si este tuviera recambio.
El Efecto Ser Humano
«Nuestro planeta sufre el maltrato al que lo sometemos los seres humanos y lleva años advirtiéndonos de que así no podemos seguir. Que está ya al límite… Nuestra actividad económica genera desigualdad y pobreza en los países más pobres. Y hambre… Ese terrible fracaso para la humanidad que pone en riesgo la vida de los 735 millones de personas que la padecen», afirmó, visiblemente indignada, la presidenta de Manos Unidas.
«Nosotros, que trabajamos en 51 países del mundo, vemos como estos cambios están afectando ya a las personas más pobres. Solo el año pasado, Manos Unidas destinó más de 1,8 millones de euros a proyectos de emergencia, muchos de los cuales tenían como fin ayudar a las personas víctimas de desastres naturales, de sequías, inundaciones y de hambre», recalcó Cecilia.
Momento de un parlamento del papa Francisco, en el que advierte de los efectos de la injusticia climática sobre los más vulnerables.
Preguntada sobre cómo nosotros, como ciudadanos, podíamos luchar contra la injusticia climática, Cecilia Pilar respondió: «La mayoría de nosotros somos conscientes de que, con nuestras actitudes y estilos de vida, estamos contribuyendo a la deriva que ha tomado el planeta. Por ejemplo, la fabricación de móviles, que en Occidente cambiamos con asiduidad, alimenta la guerra en el este de la República Democrática del Congo. Cada kilo de coltán cuesta la vida a dos personas en la RDC. Y esto es solamente un ejemplo».
«En Manos Unidas, creemos que hay que aceptar la llamada del papa Francisco que pide "algo más de responsabilidad por la herencia que dejamos tras nuestro paso por el mundo". Porque tenemos una enorme responsabilidad con los millones de personas que ya sufren los efectos de la emergencia climática, pero también con las generaciones más jóvenes y los que están por venir», finalizó la presidenta de la ONG.
La injusticia climática en Kenia
Fue entonces el turno de la hermana Soledad Villigua, miembro de la Congregación de Hermanas Misioneras Sociales de la Iglesia, que actualmente reside en Turkana (Kenia).
El lago Turkana lleva años sufriendo los graves efectos de la crisis climática, y así explicó Soledad la dramática situación actual: «Es una zona seca, de altas temperaturas, donde las actividades principales son el pastoreo y la pesca, tareas que llevan a cabo, exclusivamente, los hombres. Esta actividad cada vez se vuelve más difícil y la escasez de lluvia y el que no haya vegetación provocan que las familias sean seminómadas. La baja frecuencia e intensidad de las lluvias hace que las sequías sean cada vez más intensas y duras. Esto se traduce en hambre y migración a otros lugares. El nivel del agua está bajando drásticamente, lo que hace que los peces se alejen de las orillas y se vayan a lo profundo, haciendo imposible la pesca artesanal».
Además de sobre los elementos y los animales, el cambio climático también está incidiendo sobre las personas: «La incerteza climática tiene graves consecuencias sobre las personas. Consecuencias tan duras como el desamparo de los mayores, que no pueden caminar largos trayectos bajo el duro sol que azota sus cuerpos… O la falta de escolarización y abandono de los estudios de los hijos. (…) Pero la realidad de las niñas es más dura aún, ya que la posibilidad de estudio es casi imposible porque, desde el día de su nacimiento, las niñas tienen su futuro marcado».
Preguntada sobre el hambre en Turkana, la hermana expresó lo siguiente: «Hay escenas que parten el alma. En Turkana podemos encontrar niños que no han comido en tres o cuatro días, con un rostro verdaderamente débil, así como madres que han comido aún menos por alimentar a sus hijos, provocando la muerte de muchas de ellas».
El peligro de ser activista en Honduras
Donald Hernández, abogado hondureño y defensor de derechos humanos de las comunidades indígenas en su país, además de director del Centro Hondureño de Producción para el Desarrollo Comunitario (CEHPRODEC) fue el siguiente invitado del programa.
Consultado sobre la relación del país centroamericano con el cambio climático, respondió: «La ubicación de Honduras favorece el paso de fenómenos climáticos extremos, como huracanes y tormentas tropicales o sequías que, año a año, azotan al país. Los índices internacionales proyectan el pasaje climático de Honduras de un nivel severo a uno agudo para 2030, aunque los hondureños solo somos responsables del 0,03 % de la emisión de gases de carbono en el mundo. Imagine lo que supone esto cuando estas comunidades pobres se vean azotadas por un fenómeno climático extremo. De la noche a la mañana estas personas perderán todo: sus viviendas, sus cultivos, sus medios de vida…»
"Cuando los hondureños alzan la voz para denunciar estas situaciones, es casi como si se pusieran una diana en el pecho: 'Honduras fue calificado como el país más peligroso del mundo para el activismo ambiental', afirmó Donald"
Y dentro de estos defensores ambientales, destacan los indígenas: «Nuestros pueblos campesinos e indígenas han conservado históricamente los recursos naturales haciendo un uso sostenible de los mismos, pues por siglos han comprendido que su vida y supervivencia depende de ello. Pese a ello, actualmente hay 504 concesiones mineras aprobadas en todo el territorio nacional, que fueron otorgadas de manera inconsulta a pesar de ser firmantes del convenio 169 de la OIT, que obliga al Estado a consultar de manera libre previa e informada a los pueblos indígenas sobre cualquier acción en sus territorios».
En Honduras, incluso la energía verde parece estar manchada de sangre: «A las poblaciones se les ha quitado el acceso al agua potable de uso doméstico o para la producción de alimentos y todo ello con el fin de represar los ríos o desviarlos de su cauce para la generación hidroeléctrica. Y los beneficiarios son los mismos grupos económicos que hoy ofertan una energía "limpia", llena de sangre, desplazamiento, criminalización, muerte e injusticia social ocultados por un manto de corrupción e impunidad».
El trabajo en red de Manos Unidas
Monseñor Santos Montoya, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, fue el encargado de explicar un poco la historia de Manos Unidas, conversación a la que se unió Cecilia Pilar para hablar de nuestro trabajo en red:
«Sabemos que juntos somos más fuertes, por eso trabajamos en red con otras organizaciones que tienen los mismos objetivos e intereses que nosotros. En España, por ejemplo, estamos presentes en "Enlázate por la Justicia". También formamos parte de CIDSE, que es una alianza internacional de organizaciones católicas. Con ambas hemos trabajado el impacto que los cambios en el clima tienen sobre los más pobres. Por otro lado, compartimos trabajo y esfuerzos con organizaciones de defensa de la Amazonía, como la REPAM o con la Red Iglesias y Minería, que trabaja para dar respuesta a las violaciones de derechos provocados por las actividades mineras en los territorios de América».
Los jóvenes y el futuro
Para concluir el programa, José Luis Pérez entrevistó a Pedro Pablo, voluntario de Manos Unidas Murcia:
«Mi primer encuentro con Manos Unidas fue casual. Yo quería hacer un voluntariado y la delegada de Murcia andaba buscando gente para el primer campamento sostenible para jóvenes. Allí aprendimos cosas sobre la ONG, sobre sostenibilidad, sobre justicia climática, etc. Fue una experiencia donde aprendí mucho, y a su vez me trastocó, así que me animé a ser voluntario de la delegación en 2018», explicó Pedro Pablo sobre cómo se convirtió en voluntario de Manos Unidas.
Preguntado sobre el viaje a Nador, a donde fue con la iniciativa «Manos Unidas-Abriendo Fronteras», explicó una emocionante historia: «Conocimos de primera mano por qué la gente migraba, hablando con ellos directamente. Son gente que se juega la vida para lograr una vida mejor. También pudimos conocer a las entidades de la Iglesia católica que acogen y ayudan a estas personas. Fue una experiencia transformadora».
Despedida y cierre del programa
Después de casi una hora reivindicativa y amena, el programa especial de Manos Unidas en TRECE TV finalizó con un pequeño videoclip, formado por imágenes de nuestro trabajo y melodía del grupo musical católico más en boga, Hakuna.
«Gracias a todas las personas que nos han acompañado esta noche al otro lado de las pantallas. Gracias por acompañarnos en nuestra lucha contra el hambre y la pobreza», concluyó Cecilia Pilar.
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