El sacramento de la unción de los enfermos es rechazado "por miedo a la muerte"
El rechazo de muchos fieles a que se les administre este sacramento va de la mano con la idea que tienen del mismo que está muy relacionada con la muerte. “Cuando el ser humano enferma o sufre, entra en conflicto porque de pronto se ve impotente y se da cuenta de sus límites y de que es finito. Además, la enfermedad puede hacer que vislumbre la muerte, y eso les da miedo”.
DLF Redacción / 17 de marzo, 2009.
En la actualidad, el sacramento de la Unción de los Enfermos muchas veces es rechazado o sencillamente no se le da la importancia que debe tener en la vida de la Iglesia, pues los fieles suelen creer que sólo se le debe administrar a personas moribundas, privando del sacramento a muchos enfermos que lo requieren para sobrellevar sus padecimientos.
En entrevista para Desde la fe, el P. José Pedro Velázquez, titular de la Comisión arquidiocesana de Pastoral de la Salud, explica que esta situación tiene mucho que ver con el nombre que antiguamente se le daba al sacramento, al referirse a él como la Extrema Unción, pues los fieles esperaban hasta el último momento, previo a la muerte del enfermo, para solicitar al ministros que ungiera al doliente.
Sin embargo –explica el sacerdote– muchas personas no comprenden que los sacramentos no tienen como finalidad hacer milagros, y al dejar hasta el final su administración, cuando el enfermo está a punto de morir, se podría estar poniendo obstáculos a su eficacia, “pues este sacramento tiene como fin conferir una gracia especial a los cristianos que experimentan las dificultades inherentes al estado de enfermedad o de vejez”.
Y es que, la Unción de los Enfermos es uno de los siete sacramentos de la Iglesia Católica y consiste en la aplicación del óleo de los enfermos que, unido a la oración de los sacerdotes, es el medio por el cual la Iglesia está encomendando a los enfermos para que Cristo los alivie y los salve”.
En este sentido, el P. Velázquez considera urgente que los fieles tengan muy en claro que para recibir la Unción de los Enfermos “no hace falta que el enfermo esté en peligro de muerte, lo puede solicitar si padece alguna enfermedad seria o simplemente por vejez. En ocasiones, es conveniente que se reciba antes de una operación quirúrgica que implique un gran riesgo para la vida de una persona”.
El responsable de la Pastoral de la Salud en la ciudad de México precisa que el rechazo de muchos fieles a que se les administre este sacramento va de la mano con la idea que tienen del mismo, que está muy relacionada con la muerte. “Cuando el ser humano enferma o sufre, entra en conflicto porque de pronto se ve impotente y se da cuenta de sus límites y de que es finito. Además, la enfermedad puede hacer que vislumbre la muerte, y eso les da miedo”.
Por otra parte, asegura que no necesariamente la enfermedad lleva al ser humano a acercarse a Dios, pues “muchas veces el resultado es lo contrario, ya que ante la angustia que provoca la enfermedad, el miedo, la fatiga, el dolor, el hombre puede desesperarse e incluso revelarse contra Dios. Muchas veces, el estado físico en que se encuentra el enfermo lo lleva a no ser capaz de orar para mantenerse unido al Señor; sin embargo, en otras ocasiones, cuando se le ha dado un sentido cristiano, la enfermedad lleva a un acercamiento a Dios”.
Para aclarar entre los fieles el verdadero sentido de la Unción de los Enfermos, el P. Velázquez considera necesario que la Iglesia se esfuerce primero en hacer ver lo que no es la unción en sentido específico y estricto: “No es un sacramento para moribundos. La unción no hay que entenderla en un contexto de muerte, sino en una perspectiva de vida. No es un sacramento para los que “no tienen remedio”, sino para quienes lo buscan. No pretende ayudarnos a bien morir, sino a vivir bien la enfermedad”.
Lamenta el sacerdote que hoy en día hablar de este sacramento siga resultando tan difícil: “Hay personas que tienen un enfermo cerca y, sin embargo, no le hablan del asunto. Incluso, se oponen a proponérselo a pesar de que la persona se encuentra luchando contra una enfermedad crónica. Desconocen la fuerza que se recibe a través de la unción, tan necesaria para esas personas. Pero les da miedo, temen que si el enfermo ve que el sacerdote le administra el sacramento se vaya a asustar o sea inminente su desaparición de la tierra. Todo ello demuestra que se desconoce el significado de esperanza que lleva implícito la unción.
En torno a los requisitos que debe cumplir la gente que desea solicitar el sacramento, el Catecismo de la Iglesia Católica explica que “el sujeto de la Unción de los enfermos es cualquier fiel que habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez”.
El padre Velázquez agrega: “para poderlo recibir, tienen que existir unas condiciones. El sujeto –como en todos los sacramentos– debe estar bautizado, tener uso de razón, pues hasta entonces es capaz de cometer pecados personales, motivo por el cual no se le administra a niños menores de siete años”.
Algo muy importante –añade- es que los fieles deben tener y manifestar la intención de recibirlo. “Cuando el enfermo ya no posee la facultad para expresarlo, pero lo expuso mientras estuvo en pleno uso de razón, aunque fuera de manera implícita, sí se le puede administrar. Es decir, aquél que, antes de perder sus facultades llevó una vida de práctica cristiana, se presupone que lo desea, pues no hay nada que indique lo contrario”.
No obstante, recordó que el ministro no puede administrar la Unción de los Enfermos a quienes persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto o a quienes lo han rechazado explícitamente antes de perder la conciencia. “En caso de duda –asegura– se administra bajo condición y su eficacia estará sujeta a las disposiciones del sujeto”.
“De igual forma, en el supuesto de que haya duda sobre si el enfermo vive o no, se administra el sacramento bajo condición, anteponiendo las palabras ‘Si vives ……’”.
El P. Pedro Velázquez aclara también que solamente los sacerdotes o los obispos pueden ser ministros de este sacramento. “Únicamente ellos lo pueden aplicar, utilizando el óleo bendecido por el obispo el Jueves Santo, o en caso de necesidad por el mismo presbítero en el momento de administrarlo”.
-¿En qué lugares se puede administrar la Unción de los enfermos?
- Todos los sacramentos se celebran en forma litúrgica y comunitaria, y la unción de los enfermos no es ninguna excepción. Esta tiene lugar en familia, en la casa, (iglesia doméstica), en un hospital o en un templo (iglesia comunitaria). Es conveniente, de ser posible, que vaya precedido del sacramento de la Reconciliación y seguido por el sacramento de la Eucaristía.
En cuanto a la celebración, ésta es muy sencilla: se imponen en silencio las manos a los enfermos, se ora por ellos y se les unge con el óleo bendito en la frente, y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido. Se pronuncia una sola vez estas palabras: “Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”.
Finalmente, el P. Pedro Velázquez considera que hoy más que nunca es deber de los presbíteros instruir a los fieles sobre las ventajas de recibir este sacramento, y prepararlos debidamente para ello.
DLF Redacción / 17 de marzo, 2009.
En la actualidad, el sacramento de la Unción de los Enfermos muchas veces es rechazado o sencillamente no se le da la importancia que debe tener en la vida de la Iglesia, pues los fieles suelen creer que sólo se le debe administrar a personas moribundas, privando del sacramento a muchos enfermos que lo requieren para sobrellevar sus padecimientos.
En entrevista para Desde la fe, el P. José Pedro Velázquez, titular de la Comisión arquidiocesana de Pastoral de la Salud, explica que esta situación tiene mucho que ver con el nombre que antiguamente se le daba al sacramento, al referirse a él como la Extrema Unción, pues los fieles esperaban hasta el último momento, previo a la muerte del enfermo, para solicitar al ministros que ungiera al doliente.
Sin embargo –explica el sacerdote– muchas personas no comprenden que los sacramentos no tienen como finalidad hacer milagros, y al dejar hasta el final su administración, cuando el enfermo está a punto de morir, se podría estar poniendo obstáculos a su eficacia, “pues este sacramento tiene como fin conferir una gracia especial a los cristianos que experimentan las dificultades inherentes al estado de enfermedad o de vejez”.
Y es que, la Unción de los Enfermos es uno de los siete sacramentos de la Iglesia Católica y consiste en la aplicación del óleo de los enfermos que, unido a la oración de los sacerdotes, es el medio por el cual la Iglesia está encomendando a los enfermos para que Cristo los alivie y los salve”.
En este sentido, el P. Velázquez considera urgente que los fieles tengan muy en claro que para recibir la Unción de los Enfermos “no hace falta que el enfermo esté en peligro de muerte, lo puede solicitar si padece alguna enfermedad seria o simplemente por vejez. En ocasiones, es conveniente que se reciba antes de una operación quirúrgica que implique un gran riesgo para la vida de una persona”.
El responsable de la Pastoral de la Salud en la ciudad de México precisa que el rechazo de muchos fieles a que se les administre este sacramento va de la mano con la idea que tienen del mismo, que está muy relacionada con la muerte. “Cuando el ser humano enferma o sufre, entra en conflicto porque de pronto se ve impotente y se da cuenta de sus límites y de que es finito. Además, la enfermedad puede hacer que vislumbre la muerte, y eso les da miedo”.
Por otra parte, asegura que no necesariamente la enfermedad lleva al ser humano a acercarse a Dios, pues “muchas veces el resultado es lo contrario, ya que ante la angustia que provoca la enfermedad, el miedo, la fatiga, el dolor, el hombre puede desesperarse e incluso revelarse contra Dios. Muchas veces, el estado físico en que se encuentra el enfermo lo lleva a no ser capaz de orar para mantenerse unido al Señor; sin embargo, en otras ocasiones, cuando se le ha dado un sentido cristiano, la enfermedad lleva a un acercamiento a Dios”.
Para aclarar entre los fieles el verdadero sentido de la Unción de los Enfermos, el P. Velázquez considera necesario que la Iglesia se esfuerce primero en hacer ver lo que no es la unción en sentido específico y estricto: “No es un sacramento para moribundos. La unción no hay que entenderla en un contexto de muerte, sino en una perspectiva de vida. No es un sacramento para los que “no tienen remedio”, sino para quienes lo buscan. No pretende ayudarnos a bien morir, sino a vivir bien la enfermedad”.
Lamenta el sacerdote que hoy en día hablar de este sacramento siga resultando tan difícil: “Hay personas que tienen un enfermo cerca y, sin embargo, no le hablan del asunto. Incluso, se oponen a proponérselo a pesar de que la persona se encuentra luchando contra una enfermedad crónica. Desconocen la fuerza que se recibe a través de la unción, tan necesaria para esas personas. Pero les da miedo, temen que si el enfermo ve que el sacerdote le administra el sacramento se vaya a asustar o sea inminente su desaparición de la tierra. Todo ello demuestra que se desconoce el significado de esperanza que lleva implícito la unción.
En torno a los requisitos que debe cumplir la gente que desea solicitar el sacramento, el Catecismo de la Iglesia Católica explica que “el sujeto de la Unción de los enfermos es cualquier fiel que habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez”.
El padre Velázquez agrega: “para poderlo recibir, tienen que existir unas condiciones. El sujeto –como en todos los sacramentos– debe estar bautizado, tener uso de razón, pues hasta entonces es capaz de cometer pecados personales, motivo por el cual no se le administra a niños menores de siete años”.
Algo muy importante –añade- es que los fieles deben tener y manifestar la intención de recibirlo. “Cuando el enfermo ya no posee la facultad para expresarlo, pero lo expuso mientras estuvo en pleno uso de razón, aunque fuera de manera implícita, sí se le puede administrar. Es decir, aquél que, antes de perder sus facultades llevó una vida de práctica cristiana, se presupone que lo desea, pues no hay nada que indique lo contrario”.
No obstante, recordó que el ministro no puede administrar la Unción de los Enfermos a quienes persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto o a quienes lo han rechazado explícitamente antes de perder la conciencia. “En caso de duda –asegura– se administra bajo condición y su eficacia estará sujeta a las disposiciones del sujeto”.
“De igual forma, en el supuesto de que haya duda sobre si el enfermo vive o no, se administra el sacramento bajo condición, anteponiendo las palabras ‘Si vives ……’”.
El P. Pedro Velázquez aclara también que solamente los sacerdotes o los obispos pueden ser ministros de este sacramento. “Únicamente ellos lo pueden aplicar, utilizando el óleo bendecido por el obispo el Jueves Santo, o en caso de necesidad por el mismo presbítero en el momento de administrarlo”.
-¿En qué lugares se puede administrar la Unción de los enfermos?
- Todos los sacramentos se celebran en forma litúrgica y comunitaria, y la unción de los enfermos no es ninguna excepción. Esta tiene lugar en familia, en la casa, (iglesia doméstica), en un hospital o en un templo (iglesia comunitaria). Es conveniente, de ser posible, que vaya precedido del sacramento de la Reconciliación y seguido por el sacramento de la Eucaristía.
En cuanto a la celebración, ésta es muy sencilla: se imponen en silencio las manos a los enfermos, se ora por ellos y se les unge con el óleo bendito en la frente, y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido. Se pronuncia una sola vez estas palabras: “Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”.
Finalmente, el P. Pedro Velázquez considera que hoy más que nunca es deber de los presbíteros instruir a los fieles sobre las ventajas de recibir este sacramento, y prepararlos debidamente para ello.