¿Qué significa mancillar el estado laico?
Mancillar el estado laico es aprovecharnos del cargo en el que estamos, bien sea en la política, en el mundo de la economía, de la educación o cultura, en los medios de comunicación o incluso en las mismas iglesias, recibiendo prebendas o no ejerciendo nuestro servicio como corresponde con la consiguiente desesperación de los afectados. Porque un estado entre más laico, mejor servicio dará a los ciudadanos; por lo tanto, se demuestra en hechos y no en acciones “trasnochadas”.
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO. OFICINA DE PRENSA.-Ciudad de México, 20 de enero de 2009
México, ¿Atrapado en el pasado, o un futuro esperanzador?
“Fíjense en las generaciones pasadas y comprueben:
¿Quién confió en Dios y quedó decepcionado?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso, El perdona los pecados y salva en tiempo de angustia.
¡Ay de los corazones cobardes, de las manos perezosas y de pecador que actúa con doblez!
¡Ay del corazón deprimido y falto de fe,
porque no será protegido!
¡Ay de ustedes los que han perdido la esperanza!
(Eclesiástico 2, 10-14)
La noticia del día en todos los medios de comunicación y en el mundo entero es la toma de posesión de Barak H. Obama como 44 presidente de los Estados Unidos de América. Los ojos del mundo estarán puestos en las palabras que Obama pronuncie una vez que haya jurado su cargo. Él ha venido hablando de situaciones difíciles, emanadas de la crisis, para el pueblo americano no se resolverán a corto plazo; sin embargo, en sus discursos no deja de haber una palabra de aliento y esperanza sobre todo para aquellos que están pasando dificultades por la pérdida del trabajo o por verse disminuidos los ahorros de los que vivían. La gente le tiene confianza y él sabe responder.
Barak H. Obama, hoy con la mano en la Biblia, la que un día utilizó el mismo Abraham Lincoln, jura guardar los derechos de los estadounidenses y preservar el país. Nadie pondrá el grito en el cielo por haber puesto su mano sobre la Biblia y utilizar este símbolo sagrado en un acto civil.
Por el contrario, en nuestro México, hipócritamente nos “rasgamos las vestiduras” y apelamos al estado laico cuando el Presidente acude a un acto religioso o él mismo se declara católico. Hacemos correr ríos de tinta en los periódicos y hacemos comentarios en otros programas de televisión o radio elucubrando si se ha mancillado el estado laico.
Pero… ¿qué significa mancillar el estado laico?
Mancillar el estado laico es aprovecharnos del cargo en el que estamos, bien sea en la política, en el mundo de la economía, de la educación o cultura, en los medios de comunicación o incluso en las mismas iglesias, recibiendo prebendas o no ejerciendo nuestro servicio como corresponde con la consiguiente desesperación de los afectados. Porque un estado entre más laico, mejor servicio dará a los ciudadanos; por lo tanto, se demuestra en hechos y no en acciones “trasnochadas”.
¿Por qué perdernos en discusiones bizantinas cuando hay tantas cosas por hacer en estos momentos de incertidumbre y desesperanza para muchos mexicanos?
¿Será que hemos perdido la esperanza y estamos faltos de fe como dice el autor del Eclesiástico? Si así fuere, la situación se tornará muy triste.
Necesitamos “obamas” que con los pies en la tierra nos digan que vale la pena emprender un camino diferente, que sí hay esperanza y que las situaciones aunque sean adversas, siempre le podremos dar la vuelta; sin embargo, para ello se requiere del concurso de todos los mexicanos sacudiéndonos el complejo de inferioridad y el afán de protagonismo, así como otras lacras históricas que no nos dejan avanzar y que cargamos con nosotros impidiendo comprometernos con un México donde se vivan los valores familiares que nos han hecho grandes, donde se ejerza el derecho y la justicia y sobre todo, donde se acoten las desigualdades sociales. Dejemos de mirar a un pasado que si bien nos educa para no cometer los mismos errores, nos estorba para mirar hacia adelante construyendo un futuro promisorio para bien de todos los mexicanos.
Prensa CEM
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO. OFICINA DE PRENSA.-Ciudad de México, 20 de enero de 2009
México, ¿Atrapado en el pasado, o un futuro esperanzador?
“Fíjense en las generaciones pasadas y comprueben:
¿Quién confió en Dios y quedó decepcionado?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso, El perdona los pecados y salva en tiempo de angustia.
¡Ay de los corazones cobardes, de las manos perezosas y de pecador que actúa con doblez!
¡Ay del corazón deprimido y falto de fe,
porque no será protegido!
¡Ay de ustedes los que han perdido la esperanza!
(Eclesiástico 2, 10-14)
La noticia del día en todos los medios de comunicación y en el mundo entero es la toma de posesión de Barak H. Obama como 44 presidente de los Estados Unidos de América. Los ojos del mundo estarán puestos en las palabras que Obama pronuncie una vez que haya jurado su cargo. Él ha venido hablando de situaciones difíciles, emanadas de la crisis, para el pueblo americano no se resolverán a corto plazo; sin embargo, en sus discursos no deja de haber una palabra de aliento y esperanza sobre todo para aquellos que están pasando dificultades por la pérdida del trabajo o por verse disminuidos los ahorros de los que vivían. La gente le tiene confianza y él sabe responder.
Barak H. Obama, hoy con la mano en la Biblia, la que un día utilizó el mismo Abraham Lincoln, jura guardar los derechos de los estadounidenses y preservar el país. Nadie pondrá el grito en el cielo por haber puesto su mano sobre la Biblia y utilizar este símbolo sagrado en un acto civil.
Por el contrario, en nuestro México, hipócritamente nos “rasgamos las vestiduras” y apelamos al estado laico cuando el Presidente acude a un acto religioso o él mismo se declara católico. Hacemos correr ríos de tinta en los periódicos y hacemos comentarios en otros programas de televisión o radio elucubrando si se ha mancillado el estado laico.
Pero… ¿qué significa mancillar el estado laico?
Mancillar el estado laico es aprovecharnos del cargo en el que estamos, bien sea en la política, en el mundo de la economía, de la educación o cultura, en los medios de comunicación o incluso en las mismas iglesias, recibiendo prebendas o no ejerciendo nuestro servicio como corresponde con la consiguiente desesperación de los afectados. Porque un estado entre más laico, mejor servicio dará a los ciudadanos; por lo tanto, se demuestra en hechos y no en acciones “trasnochadas”.
¿Por qué perdernos en discusiones bizantinas cuando hay tantas cosas por hacer en estos momentos de incertidumbre y desesperanza para muchos mexicanos?
¿Será que hemos perdido la esperanza y estamos faltos de fe como dice el autor del Eclesiástico? Si así fuere, la situación se tornará muy triste.
Necesitamos “obamas” que con los pies en la tierra nos digan que vale la pena emprender un camino diferente, que sí hay esperanza y que las situaciones aunque sean adversas, siempre le podremos dar la vuelta; sin embargo, para ello se requiere del concurso de todos los mexicanos sacudiéndonos el complejo de inferioridad y el afán de protagonismo, así como otras lacras históricas que no nos dejan avanzar y que cargamos con nosotros impidiendo comprometernos con un México donde se vivan los valores familiares que nos han hecho grandes, donde se ejerza el derecho y la justicia y sobre todo, donde se acoten las desigualdades sociales. Dejemos de mirar a un pasado que si bien nos educa para no cometer los mismos errores, nos estorba para mirar hacia adelante construyendo un futuro promisorio para bien de todos los mexicanos.
Prensa CEM