"No queremos dar rodeos para pasar de largo del herido" Ante la próxima asamblea de CONFER: Se trata de ser nosotros mismos

XXVII Asamblea General de la CONFER
XXVII Asamblea General de la CONFER

"No queremos dar rodeos para pasar de largo del herido. Quisiéramos que la vida consagrada fuera la voz del centinela en lo alto de la almena que nos convoca al alba de un futuro más digno"

"Se acerca la XXVII Asamblea de CONFER, una oportunidad muy valiosa para que la vida consagrada  se mire en el espejo de su identidad y pregunte al Señor '¿Qué quieres de nosotros hoy?'"

"Los consagrados lo somos para el amor y la comunión. Nuestro astil se dirige todos los días a Dios. De Él se nutre y se emociona"

"De Jesús hemos aprendido a pisar descalzos las tierras sagradas de los pobres, leprosos, publicanos, prostitutas, extranjeros, excluidos de la sinagoga… y siempre nos vais a encontrar por esos andurriales"

"Desde la invitación que nos hizo el Concilio Vaticano II  a volver a las fuentes y a entrar en diálogo con el mundo, hemos hecho un esfuerzo ingente para llenar de sentido y de contenido nuestros carismas. Y todo ello en momentos de precariedad numérica"

"Estamos en búsqueda de Dios y en ambiente de fiesta. En esa misma dirección queremos extender nuestro madero horizontal"

"¡Ojalá esta Asamblea de CONFER sea un paso más  hacia adelante, nunca hacia atrás, como a más de uno les gustaría!"

En los próximos días 3 al 5 de noviembre se celebra la Asamblea anual de CONFER. Una experiencia muy grata en la que he participado en varias ocasiones, como provincial y como presidente. Aquellos tiempos de “Pensar CONFER” trajeron aires nuevos y deseos profundos de cambio y renovación, de fidelidad y de comunión, de apertura al mundo y a sus retos más urgentes.

La vida Consagrada pasa hoy necesariamente por la cruz

“…Que se vean desnudos los maderos, desnudos, y decididamente rectos: los brazos en abrazo hacia la tierra, el astil disparándose a los cielos” (León Felipe, 1981)

El poeta de Tábara (Zamora) nos traza en esos pequeños versos un boceto más que lúcido de lo que la vida consagrada es, sueña y celebra.

Consagrados

Los consagrados lo somos para el amor y la comunión. Lo somos para la familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen, la familia de la Iglesia. Y lo somos para esa otra familia dispersa y errante, de palacete y chabola, de papeles y cayucos, de epulones y mendigos, que es la familia humana.

Nuestro astil se dirige todos los días a Dios. De Él se nutre y se emociona. Por Él se siente seducida y enviada. En Él descansa y por Él se esfuerza. La vida consagrada no ha querido ser otra cosa en su larga historia que un impacto de Dios, marca de Dios, índice que señala a lo alto. En la comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu, se ve reflejada como en un espejo y desde ahí quiere ser destello para el mundo. Desde la desnudez de su madero porque siempre se ha sentido deudora de los pobres; desde la convicción de ser para el encuentro en su apuesta por la fraternidad y la comunión con todos; desde la vocación de ser y sentirse enviada a las periferias y fronteras de la vida donde Dios pasa con mucha frecuencia. De Jesús hemos aprendido a pisar descalzos las tierras sagradas de los pobres, leprosos, publicanos, prostitutas, extranjeros, excluidos de la sinagoga… y siempre nos vais a encontrar por esos andurriales.

Estamos en búsqueda de Dios y en ambiente de fiesta. Lo hemos encontrado encarnado en Jesucristo y estamos alegres. Encarnado quiere decir encarnado: en carne viva. Lo hemos encontrado abarrotado de humanidad y de misericordia: “los brazos en abrazo hacia la tierra”.

En esa misma dirección queremos extender nuestro madero horizontal. El madero horizontal de la vida religiosa llega todos los días a rozar la piel de muchos hombres y mujeres con su oferta de gratuidad en nombre de Dios. Ya lo dijo el ahora exobispo de Roma, - no papa-  Ratzinguer: “Están junto a los jóvenes y sus familias, a los pobres, a los ancianos, a los enfermos y a las personas solas. No existe ámbito humano y eclesial donde no estén presentes de modo a menudo silencioso, pero siempre activo y creativo, casi como una continuación de la presencia de Jesús, que  pasó  haciendo  el bien a todos (Carta a la Plenaria de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica. Roma. Septiembre 2005)

El icono de la Trinidad nos enciende para ser familia; para construir la Iglesia familiar, casa de todos donde Dios habita, en una apuesta inequívoca por la comuniónsobre todo cuando se disparan sospechas infundadas.

No estaremos nunca fuera de la Iglesia aunque estamos dispuestos a servir también más allá de ella. No busquéis hendiduras y brechas de la vida religiosa con sus pastores porque nos habita una convicción firme de cuidar nuestra comunión como un tesoro y de caminar a su lado desde nuestra libertad. Esta Iglesia católica, universal, plural, llena de carismas, de santidad y de pecado, es la nuestra, donde estamos y queremos estar, y desde ella “queremos salir al encuentro de todos con las actitudes de Jesús”

Consagrados

Queremos también, a la vez, ser y sentirnos familia de la humanidad. Nuestros carismas, dones del Espíritu, encuentran su sentido y su dinamismo en las periferias y fronteras donde nuestros fundadores descubrieron a Dios mientras se arrodillaban ante los pobres. En esta dirección estamos recorriendo en los últimos tiempos, en medio del peaje de precariedad que nos ha impuesto la modernidad, un camino sin retorno; un feliz camino que se llena cada día más de nombres y de pasión.

Desde la invitación que nos hizo el Concilio Vaticano II  a volver a las fuentes y a entrar en diálogo con el mundo, hemos hecho un esfuerzo ingente para llenar de sentido y de contenido nuestros carismas. El camino ha sido largo pero, sin duda, fructífero y providencial. Nuestras familias religiosas están llenas de personalidad carismática, de deseos de mayor fidelidad, de apuestas valientes y arriesgadas hacia nuevas presencias que sean encarnación más viva de nuestros carismas. Y todo ello en momentos de precariedad numérica.

No queremos dar rodeos para pasar de largo ante el herido al borde del camino. Estamos convencidos de que nuestra caridad ha de ser hoy más itinerante que nunca porque itinerante es nuestro pueblo desde el sur al norte en busca de una vida más digna que les pertenece en propiedad, digan lo que digan las leyes.

Con los heridos

Quisiéramos que la vida consagrada fuera la voz del centinela en lo alto de la almena que nos convoca al alba de un futuro más digno para todos los seres humanos en nombre de Dios. Una voz que nos convoca a la oración agradecida por la misericordia del Sol que nace de lo alto, y al mismo tiempo nos urge a la tarea evangelizadora y humanizadora, que es lo mismo.

Alejada de la dictadura del número, de la servidumbre del prestigio y el poder, la vida consagrada quiere acelerar su paso para alcanzar a los hombres y mujeres que avanzan en la jornada de la modernidad y caminar con ellos, a su lado, y acompañar sus sufrimientos, sus esperanzas, su fe y su increencia, su abundancia y su escasez.

Cientos de miles de manos consagradas, entrelazadas, que quieren llegar y tocar el rostro de los empobrecidos movidos por una misericordia sin límite en nombre del Dios misericordioso. No a ganarse un nombre y un prestigio de buenos samaritanos comprometidos a costa de los pobres, para ocupar titulares y focos en televisión, como estamos viendo en ocasiones, sino a pasar desapercibidos para que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha. No son palabras; son hechos consumados todos los días.

Los consagrados están allí donde la humanidad sufre y muere, donde se cierran caminos para la esperanza, donde se debilitan las miradas y se cierra la puerta del mañana. Cuando arrecia la tempestad y muchos se van, ellos se quedan. Y no lo son, simplemente, empujados por deseos de altruismo; lo son, sobre todo, animados por un deseo ardiente de consagración, de búsqueda de Dios y de imitación apasionada de Jesucristo. En Dios y en su Palabra beben todos los días para salir después a regalar agua a los sedientos.A través de los siglos han escrito páginas únicas de santidad, de martirio, de testimonio y de anuncio. Y en la actualidad quieren seguir escribiéndolas.

¡Ojalá esta Asamblea de CONFER sea un paso más  hacia adelante, nunca hacia atrás, como a más de uno les gustaría, de manera que siga siendo discípula y no maestra, testigo que en medio de las cenizas es capaz de alentar los tizones encendidos del Espíritu parta seguir siendo ella misma!

Primero, Religión Digital
Volver arriba