CEDER LA VICTORIA
Rusia acaba de plantear las condiciones para el cese de las hostilidades. Yo accedería, preservaría el aliento en entredicho, el latido amenazado. Yo buscaría los pájaros y su canto, tocaría de nuevo el timbre de las escuelas, animaría el tráfico de las ciudades, el corazón de quienes sobreviven bajo tierra... Blandiría la estilográfica, firmaría con orgullo donde me indicaran. Yo preservaría la vida. Demasiada ya ha huido, demasiada se ha desangrado.
El mal guarda aún muchos cartuchos y depósitos colmados. Puede sembrar muerte sin límite, devastar hasta hartarse. Yo sacaría a las gentes de las catacumbas, encendería un fuego en las avenidas heladas y destartaladas, descansaría sin misiles. Yo les daría a los invasores lo que piden. Después que concilien ellos el sueño, que traten de acercarse al calor de su propia alma, que carguen con la responsabilidad ante la historia, ante el futuro, ante los propios rusos que nacerán con mirada sin fronteras, con conciencia de hermandad y de paz.
No más flores sobre la tumba improvisada, sobre la valentía sepultada. Que callen ya los cañones y vacíen las trincheras, que se ice alto la blanca enseña, que Ucrania ya ha vencido con su ética, dignidad y ejemplo. Que se queden los otros con la victoria nominal. Ucrania y su presidente ya han dado sobradas pruebas de arrojo y heroísmo. Que se queden los ocupantes con el Donbás, que se queden con la vergüenza que les perseguirá por generaciones; que se queden con el territorio a ras de tierra, que otros volarán sobre la miseria desatada por la más baja ambición humana.