Mc 12, 28-34. El evangelio que propone la liturgia católica este domingo, me habla al corazón: Amar a Dios no es otra cosa, que la capacidad de Amar a tu próxima y a tu próximo con la compasión que brota de tus entrañas. Amar al hermano; Amar a la hermana; es el arte de hilar los hilos de la fraternidad y la sororidad, para tejer a muchas manos, un mundo más justo, pacífico y sobre todo, felíz. Un mundo donde seamos capaces de amar la otredad, como somos capaces de amar la maravilla de nuestro ser.