#25N2024 LIBRES POR DIGNIDAD

LIBRES POR DIGNIDAD
LIBRES POR DIGNIDAD

Escuchar en un arte, que requiere de preparación, formación, prudencia para acoger con paciencia, cuidado y compasión la Vida. En varias ocasiones me ha tocado escuchar historias personales de mujeres muy dolorosas que me han hecho estremecer las entrañas. Una de ellas, es la vida de Tatiana (nombre anónimo). Ella tenía 39 años, no estudió y tuvo 6 hijos. En uno de los encuentros verbaliza  “sufrí mucho, todo lo que viví me sigue doliendo, sigo teniendo miedo”.

            Cuando comenzó a hablar observó que le cuesta respirar, tiemblan sus manos, en su mirada percibo mucha angustia, le ofrezco un vaso de agua, se queda en silencio y sus ojos se llenan de lágrimas. Le expreso que estoy ahí para escucharla y acompañarla. Ella me mira y dice: “A los 6 años fui abusada sexualmente por mí padre, cuando tenía 12 años salí de casa porque no podía soportar la violencia de vivía, a los 15 años quedé embarazada”. ¿Cuántas niñas y mujeres siguen viviendo en ambientes cargados de violencia y por miedo no hablan?

            El miedo es una emoción que nos ayuda para defendernos ante cualquier amenaza. Vivimos en una sociedad donde las mujeres seguimos siendo perseguidas, violentadas y violadas.  El sistema patriarcal, machista y clericalista nos sigue matando. Nos persiguen discursos donde nos hacen sentir que estamos prohibidas para estar en algunos lugares públicos, esto debido a tradiciones históricas, estructuras, patrones culturales discriminatorios y violentos que nos han hecho saber por activa y por pasiva que las mujeres no podemos estar en esos espacios. ¿Por qué socialmente toleramos la violencia? ¿Qué nos falta para reconocer que la mujeres somos seres humanos iguales en dignidad y en derechos?

            Cada día la violencia se expresa de diferentes formas, tanto en el ámbito privado como público. Un  estudio realizado por CEPAL (2023), nuestra que al menos 4.050 mujeres fueron víctimas de feminicidio en América Latina y el Caribe, cifras que nos generan indignación, porque mientras algunas compañeras creemos que estamos “seguras” otras están siendo muertas, tan solo por su condición de mujer.

            Así como, muchas mujeres y niñas son obligadas a realizar actividades privándolas de su libertad, son captadas para redes de trata, realizar trabajos ilegales, exploración sexual, aceptar relaciones de pareja sin su consentimiento, entre otras prácticas que degradan la dignidad de las mujeres y de las niñas. ¿Qué nos falta en nuestra sociedad para ser tratadas como sujetos de derechos? Hasta cuando vamos a tolerar comentarios ¿Seguro tú lo has provocado? Buscando hacer que la mujer se sienta culpable.

Necesitamos con urgencia exigir a los organismos civiles que se hagan cumplir las políticas de protección. En América Latina y el Caribe, existen varios documentos que exigen a los gobiernos locales la protección de las mujeres y de las niñas, uno de ellos es la Convención de Belém do Pará de 1994. Este documento, reconoce el derecho de una vida libre de violencia tanto en el ámbito privado como público. Es decir, las mujeres tenemos los mismos derechos que cualquier ser humano.

            Nos tiene que movilizar, conmover y exigir justicia e igualdad, cuando escuchamos, leemos que una mujer fue secuestrada, abusada sexualmente y muerta. Sí estas situaciones no nos indignan y no nos llevan a exigir justicia y protección para caminar por las calles libres de cualquier miedo y violencia. NO, estamos  colaborando con una sociedad que se responsabilice en proteger a las mujeres.

            Hoy nos urge, promover una cultura del cuidado para curar heridas, ayudar a cicatrizar historias cargadas de discriminación y de odio hacia los más frágiles y vulnerables, en este caso las niñas y las mujeres. Cualquier espacio público o privado nos tiene que dar seguridad, para que el miedo, la hipervigilancia y la angustia se conviertan en encuentro, hospitalidad, humanidad para todos y todas.

Finalmente, sentimos la urgencia de seguir contribuyendo por un espacio público y privado seguro, donde las mujeres seamos escuchadas, podamos aportar desde nuestras experiencias profesionales, por una sociedad más humana que se arriesga a integrar las diferencias, a propiciar relaciones equitativas al modo de Jesús de Nazareth, quien abrazó, acogió y dignificó a lo sujetos emergentes de su tiempo, los pobres.

Referencias:

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas y al feminicidio: reto clave para la construcción de la sociedad del cuidado”, Violencia Feminicida en Cifras: América Latina y el Caribe, Nº 1, Santiago, 2023.[Archivo PDF]. Recuperado de https://www.cepal.org/sites/default/files/infographic/files/c2300197_boletin_1_violencia_esp_web.pdf

Yolanda Olivera Alberca- FMMDP

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