La mujer en el diario vivir de las comunidades Kichwa. Durante el visiteo por el Río Putumayo en las riberas fronterizas de Ecuador, Perú y Colombia me encuentro con la realidad cotidiana de las familias diseminadas a la orilla del río, en casas de madera y hoja de palma. Cerca a las casas se observan pequeñas chagras de yuca y pancoger y de otros cultivos amazónicos como la palma de canangucha y árbol del pan. Y, en el corazón de esta realidad -cruda quizás para algunos- desde muy temprana edad, está la mujer como cuidadora de la vida: cargando al hermanito o hermanita menor; lavando la ropa y los trastos; cocinando el plátano y el pescado, para la merienda; cerniendo la yuca, para preparar la chicha, (bebida sagrada y espirituosa de esta cultura)

Son mujeres en miniatura. Y, me pregunto: ¿Cuál será el futuro de esta niña? ¿Qué le espera a la mujer en esta realidad? Esta respuesta la he encontrado o más bien, me he aproximado, en las cocinas alrededor de una olla de chicha charlando y riendo con las mujeres mayores. Es su espacio para contar historias, para sanar heridas, para tejer la Vida. Es su mundo. Su espacio de resiliencia. Y en este espacio es donde veo hoy a María de Nazareth aceptando su vocación de servicio y entrega. El evangelio de hoy en lenguaje Lucano, nos hace contemplar maravilladas que las mujeres somos inmaculadas, no contaminadas con las máculas moralistas y caducas que el patriarcado ha querido enrrostrarnos. Somos mujeres abiertas a la sombra femenina de la Ruah... para seguir concibiendo y pariendo la Vida. En este día decimos con la joven nazarena: Hágase en nosotras el don de la maternidad creativa y transformadora.