Consecuencia positiva del cambio de gobierno


Este comentario no tiene un sentido directamente político. El sentido positivo referido en el encabezado no contempla sólo el ángulo político -si ha sido o no bueno para España el cambio de gobernantes que se ha producido-, sino que se centra en el mucho más amplio y universal sentido social y humano de la nueva situación; esto es, si ha traído alguna ventaja en otros órdenes de la vida.


El cambio es posible
Que en menos de 10 días se haya pasado de la estabilidad de ver al Gobierno de Rajoy tranquilo y optimista por haber laboriosísimamente conseguido la aprobación de los presupuestos del país, con un inmediato panorama bien despejado por delante, a la caída del mismo Gobierno y a la toma de posesión de Pedro Sánchez, con el sólo respaldo directo de un PSOE de 84 diputados, es un acontecimiento tan impensable previamente que ha demostrado fehacientemente que todo cambio resulta posible.

Este acontecimiento resulta positivo porque lo más frecuente es considerar que lo difícil es prácticamente imposible, que no sirve para nada soñar con las estrellas, que el realismo de la vida se impone siempre sobre las atrevidas ilusiones. Constatar, por ello, que algo tan difícil de imaginar se ha convertido en realidad en tan pocos días, resulta saludable para desperezar los optimismos, para darle por una vez la razón a la ilusionada frase otro mundo es posible.


Cuando ya no se está en los años más jóvenes de la vida, cuando las personas y las instituciones levantan más desconfianzas que ilusiones, viene bien este golpetazo contra las desesperanzas, este volcán desmadrado de optimismo que se come y aniquila los más negros presagios anteriores. El alcance de este hecho desborda lo político, entra en el cauce mucho más amplio de la vida, en todas sus variantes.

Soy consciente, con todo, que algunos consideran este hecho no como positivo, sino como radicalmente negativo. Para éstos, el otro mundo es posible no significa que lo bueno impensado pueda sobrevenir, sino que siempre resulta posible empeorar la situación actual, que los disparates más impensables se pueden llevar a cabo. Cada cual es libre, o esclavo, de sus propios planteamientos; cada uno valora las situaciones según sus propios antecedentes y sus anteriores puntos de vista. Pero aun éstos, que estiman tan negativamente el cambio político que se ha producido, estarán de acuerdo en conceder que la revolución ha resultado posible, que se ha producido una alteración que no era concebible pocos días antes. Otro mundo es posible, también para éstos.

Virado en positivo
Siempre es preferible virar lo hechos en positivo que valorarlos negativamente. La botella medio vacía siempre se puede considerar medio llena, incluso cuando las dos mitades no sean exactamente iguales, aunque alguna de las dos supere el 50 por ciento.

Ahora me ha contribuido a que le preste una mirada positiva al cambio político actual una simultanea relectura de El Principito , la imperecedera joya que nos dejó el francés nunca pasado de moda Antoin de Saint Exupery. La fábula del niño caído de una lejanísima estrella, sus rasgos de realismo en las más impensables situaciones, sus alegorías sobre personajes inimaginables y al mismo tiempo veracísimos, su capacidad para hablar con una rosa, con un volcán o con un zorro, todo la magia del relato contribuye a una mirada amorosa sobre la realidad, en la que los buenos sentimientos llegan a ahogar a los malos.

También me ha conducido en estos días a una visión positiva de la realidad, una columna en un reciente El País Semanal de Martín Caparrós sobre las Palabras al viento. El recuento de palabras que aparecen como nuevas o que adquieren nuevos significados (digital, ordenador, móvil, ratón, pinchar..., o populismo, ciudadanos, género, etc., etc.), arrastra al autor a pensar que "todo, incluso lo que me había parecido más solido y durable, era volátil" y le hace enfrentarse con el dato ineludible del tiempo, "mi primer gran choque con el tiempo, lo socarrón del tiempo, lo implacable del tiempo. El análisis de las palabras nuevas o de las que cambian de sentido o desaparecen le lleva a la transcendente conclusión que "nadie piensa que su mundo es efímero... No pensar el mundo como proceso histórico incesante, no darse cuenta de que todo cambia todo el tiempo, es no pensar que nuestras sociedades se van a terminar. Como las vidas". Demasiado enfático y solemne tal vez, pero con mucho sentido aprovechable.

De todo sale algo bueno
El cambio político que ahora se ha producido, sin duda que ha sido radical y que hasta hace poco resultaba impensable. Para el que le resulte posible transcender de la valoración estrictamente política, no hay duda de que se ha hecho presente una nueva situación, que ha amanecido un nuevo panorama.

Sentir que se ha podido producir esta radical transformación en tan poco tiempo, ya resulta positivo. Lo nuevo genera, además, esperanza. De todo se puede sacar algo bueno. Para el que le resulte posible, no es momento de contemplar lo equivocado, lo peligroso o lo difícil que la nueva situación política puede acarrear, sino de sentir ilusión por lo que nace, por lo que aparece con la pretensión de que todo resulta posible. Dejar de considerar las cosas como inevitables y abrirse a la esperanza de conseguir incluso lo difícil, lo que hasta ahora se veía como imposible. Más allá del buenismo, albergar la esperanza de que otro mundo es posible.
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