Crucifijo y Constitución, ¿insustituibles?
El mismo día y prácticamente a la misma hora, el sábado 2 de junio y a las 10 de la mañana, ha sido la toma de posesión de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, sin Crucifijo sobre la mesa, y la toma de posesión de los Consejeros del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, sin Constitución sobre la mesa. El Crucifijo y la Constitución, ¿son imprescindibles en estos actos?
El Crucifijo y la Biblia
La mesa a la que se acercó Pedro Sánchez para formular su Promesa estaba absolutamente limpia de símbolos religiosos, sin Crucifijo y sin Biblia, como se puede constatar en la imagen adjunta tomada de El País. Toda la prensa y todos los medios que han informado sobre este acto han destacado de forma importante la ausencia de elementos religiosos en este acto.
Todos han tenido que informar, sin embargo, que la presencia del Crucifijo y la Biblia no es obligada ni imprescindible, desde que el actual Rey en 2016 dejo la presencia de estos símbolos a voluntad del que toma posesión, así como ya lo era antes el usar la fórmula del "prometer" o del "jurar".
Me ha sorprendido que el informativo de la COPE de las 7 de la mañana del día siguiente, el domingo 3, se abriese con un comentario de ¡10 minutos! sobre esta ausencia de símbolos religiosos en el acto de la toma de posesión, reiterando que "Sánchez no estaba obligado" y que la Iglesia Católica "no precisaba de su expresa aquiescencia religiosa", pero que el hecho resultaba muy significativo por el personaje y por los tiempos en los que la Iglesia está siendo ninguneada y hasta perseguida. Como contraste aparentemente fuerte se adujo que el públicamente ateo Tierno Galván se inició como Alcalde de Madrid ante la presencia del Crucifijo, sin destacar para nada la enorme disimilitud del personaje y de los tiempos existente entre las personas y entre circunstancias del todo diversas.
Además de en los medios, este hecho lo he oído comentar mucho en los ambientes religiosos, tomándolo además como augurio de las medidas antirreligiosas y antieclesiales que algunos esperan del Gobierno de Pedro Sánchez. El malestar que a muchos ha causado la llegada al poder de Pedro Sánchez da la impresión de que se ha desbocado por esta deriva de la falta de elementos religiosos en su toma de posesión.
Como todo acto humano, desde luego, el hecho puede ser discutible. La no presencia de los elementos religiosos en un acto de un estado laico, además, se presta a valoraciones muy diversas, desde las airadas hasta las más ingenuamente consentidoras. Con todo, en este caso, puede que la hipotética presencia de los símbolos religiosos también podría haber sido contestada por los muy críticos con el PSOE y con su Presidente, por la falsedad de usar estos símbolos sin convencimiento y sólo por conveniencia. No deja de sorprender, además, que la carga de todos estos comentarios y criticas se focalice en Pedro Sanchez, por usar este derecho, y no en Felipe VI, que fue el que estableció la posibilidad de usarlo. En resumen, una discusión muy de la época, en la que cada interviniente queda retratado por la postura adoptada.
Ausencia de la Constitución
Destaca mucho el que el mismo día y a la misma hora, en la mesa ante la que tomaban posesión los Consejeros de la Generalitat de Cataluña, no estuviese ni presente ni abierto el libro de la Constitución Española. El texto formulado de la Promesa omitía expresamente cualquier referencia a la propia Constitución y al Rey de España. En la sala, tampoco había bandera española. Por lo que he leído sobre el tema, no hay normativa expresa y muy precisa sobre esta materia, por lo que cualquier impugnación resultaría difícil de formular, pero el hecho pone en evidencia la voluntad descarada de manifestar el deseo de desconexión con España.
Este hecho tiene carácter fundamentalmente político. En una información secundaria, muy de pasada, he visto que los Consejeros "prometieron" y que sobre la mesa estaba una bella imagen de San Jordí, sin alusión alguna a Biblia o Crucifijo. La fuerte carga política de este acto, con el homenaje reivindicativo a los "presos políticos y a los exiliados" y a sus familiares, dirige la mirada hacia otra parte y no presta atención alguna a la presencia o la ausencia de elementos religiosos o al carácter meramente laico del acto de toma de posesión. Cuando están presentes circunstancias política muy acuciantes, disminuye mucho la atención a la tangencia religiosa del acto.
Enseñanzas de los dos casos
La mirada y los intereses se configuran según la índole de las circunstancias. Por tener mucha importancia la ausencia de la Constitución sobre la mesa y en la formulación de la Promesa -insustituible, visto el tema desde el resto de España-, la consideración del elemento religioso ha pasado a segundo tercer plano en el acto de Cataluña. Los resquemores -también religiosos- existentes sobre la figura de Pedro Sánchez seguramente han prestado atención sobredimensionada al carácter puramente laico del acto de su toma de posesión.
La incidencia de lo religioso con lo político no resulta fácil, suele ser muy problemática. Pero la anécdota del acto de Madrid y del acto de Barcelona pone al descubierto que los factores concomitantes -la postura ante Pedro Sanchez, la actitud ante el independentismo- influyen también enormemente en la valoración de los hechos. Discernir sobre el vidrioso tema de la relación entre lo religiosos y lo político es una tarea ardua, propensa al análisis "según el cristal con el que se mira". La verdad completa siempre resulta inasequible para los humanos.