¿Es bueno que el Papa conceda entrevistas?
Desconozco por completo la "tramoya" de la entrevista que Jordi Evole ha hecho al Papa Francisco. No sé por qué conductos, a través de qué personas, ha llegado este periodista catalán hasta el Papa. Me intrigaría averiguar todos los pasos previos que se han dado para que esta entrevista se haya podido realizar.
Porque tramoya sin duda existe. Siempre hay background, un trasfondo explicativo, en toda entrevista periodística. En unos casos, la iniciativa proviene del interés del medio que la va a publicar o del periodista que la va a realizar. En otros casos, el dinamismo es inverso: es el personaje (o la editorial que acaba de publicar su libro, o la productora de la película recién estrenada, o el relaciones públicas del personaje que hay que promocionar) el que tiene positivo interés en que la entrevista se presente a la información pública. Este flujo de intereses, en ocasiones se produce limpiamente; pero, en otros casos, hay dinero por medio, dándolo al otro el que tiene más interés en que le entrevista se lleve a cabo. Sin llegar a la "compra" o la "venta" de la entrevista, siempre suele haber personas intermedias que la hagan posible, que ponen en contacto y aseguran la fiabilidad a una parte para que la otra se preste a la entrevista.
Mientras que el personaje es más elevado, la necesidad de intermediarios es más imperiosa, pues un Rey, un Jefe de Gobierno, el último responsable de un Banco o un Papa, no suelen estar sin más a golpe de teléfono de un periodista ambicioso que los quiera entrevistar. En el caso de la entrevista de Jordi Evole, como he dicho, desconozco los antecedentes, aunque me ha llamado la atención que, antes de salir a antena, se recogiesen en Religión Digital unas declaraciones del entrevistador sobre la entrevista. ¿Existían conexiones anteriores para hacer posible la entrevista? Sin saberlo, no me aventuro a formular siquiera una hipótesis al respecto.
Lo que aporta una entrevista
La emisión ahora de esta entrevista aporta, sin duda, muchos elementos sobre Francisco. Ofrece muchos rasgos nuevos, da a conocer muchos detalles significativos sobre la personalidad del entrevistado.
El que un alto personaje se someta a una larga entrevista periodística, en primer lugar, desmonta en gran manera el aura del personaje. El carácter arcano de los grandes protagonistas, la distancia marcada entre el gran público y ellos mismos, se deshace como una burbuja cuando el personaje se somete a las preguntas directas, a las cuestiones que todo el mundo quiere saber sobre su persona y sobre su pensamiento. La eliminación del aura, el carácter desmitificador del personaje es aún más fuerte cuando la entrevista es por televisión, que no está sometida a los filtros alejantes de los otros medios. Aunque sea grabada como en este caso, la pantalla recoge los gestos de la cara, la impresión que producen las preguntas, la sonrisa o la seriedad con las que se formulan las respuestas. En este sentido, la televisión es un medio sumamente veraz, y más en un espacio de algo más de una hora.
Recién hecho Papa, cuando Francisco concedió una entrevista personal al gran guru periodístico que era entonces el Director del gran diario impreso Il Corriere della sera, ya demostró que quería desmontar el carácter quasi divino que hasta entonces revestía la figura del Papa, que no tenía miedo ni rechazaba las preguntas directas. Si no estoy mal informado, hasta entonces un Papa no se había sometido en directo a las preguntas de un periodista, a lo más que habían accedido los Papas anteriores es al diálogo largo y muy desfigurado que se trasmitía posteriormente en el formato libro. Cuando los Jefes de Gobierno han concedido entrevistas periodísticas en España, casi siempre en periodos electorales, había sido con formatos muy cuidados, siendo el Director del medio el que entrevistaba, con escenarios muy cuidados, etc, sin apenas someterse a la improvisación de una entrevista informal.
Lo que ahora ha hecho Francisco con Jordi Evole, y lo que suele hacer en el avión en los viajes trasatlánticos, es algo muy inusual, bastante insólito. En esta entrevista, en el escenario sin maquillar de su despacho, con muchos primeros planos reveladores de arrugas y gestos íntimos, con el entrevistador no sometido a los rigores de un mínimo protocolo (sin corbata, sin chaqueta, con pelambrera...), con una hora larga de conversación distentida, con toda la apariencia de un diálogo muy improvisado... Las características externas de la entrevista acercaban enormemente el entrevistado al público situado ante la pantalla del televisor.
Como fruto de todo esto, están los contenidos: la hora a la que se levanta por la mañana, si duerme o no la siesta, anécdotas personales de su vida anterior en Buenos Aires, los zapatos que prefiere usar, recuerdo de una breve visita a Barcelona, saludos para la madre del periodista... Y no sólo detalles nimios, sino entrada también sin miedo en los grandes asuntos polémicos: emigración (al parecer, el tema que "justificaba" la concesión de la entrevista), aborto, abusos sexuales en la Iglesia, pago del IBI en España por las instituciones eclesiales, homosexualidad, una concertina de las vallas anti-emigración norteafricanas (toqueteada y comentada), exhumación de Franco (decir que no tiene opinión al respecto, ya es decir mucho), etc, etc. Todos los temas que el periodista quiso poner sobre la mesa desnuda de abalorios, sin ningún género de tapujos.
Corrección del título
Iba a titular esta sencilla nota de comentario: "¿Debe el Papa debe conceder una entrevista?". He corregido el reclamo de la noticia, porque resulta pretencioso opinar sobre lo que el Papa deba o no deba hacer. Sólo apunto algo sobre lo que se sigue de hacerlo o no hacerlo.
Aunque sea una entrevista amable, excluyendo explícitamente el entrevistador opinar sobre las opiniones vertidas por Francisco, las consecuencias desmitificadoras de una conversación de este tipo son muy claras. Lo que otros altos personajes no suelen hacer, lo que ni siquiera otros Papas anteriores han hecho, Francisco ha querido hacerlo intencionadamente. Este gesto no extraña mucho en él, porque entra en la linea de otros comportamientos a los que ya tiene acostumbrados a sus observadores, el más reciente retirar la mano a los que pretendían besársela.
Sólo Dios sabe, y sólo el tiempo dirá, si Francisco acierta o no en la decisión desmitificadora de la figura del Pontífice. Estas formas de actuación son ya, desde luego, bastante irreversibles. Y, cabe añadir que, para amplios sectores eclesiales y para muchos alejados de la Iglesia, son además muy bien recibidas. Un respeto, en todo caso, merece la forma de actuar de Francisco.
Nota adicional: Hubiese sido un signo de respeto para el entrevistado (y para el público, más numeroso en esta ocasión) omitir o posponer las dos interrupciones publicitarias introducidas por el Canal 6 en los últimos minutos de la entrevista. Una ocasión perdida.