Un año más desde 1908, celebramos la semana de oración por las unidad de los cristianos y cuyo lema este año es: “Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” ( Lc 10, 27)

Cuando reflexionaba sobre esto que os quería compartir, me brotaban un montón de pensamientos difíciles de plasmar, porque yo soy la primera, que no encuentro respuesta a muchas preguntas.

Me pregunto, si solo hacemos esto, porque está puesto en la agenda, o porque de verdad queremos que esa unidad deje de ser una utopía y empiece a formar parte de la realidad…

Creo que desde que el mundo es mundo, siempre han existido enfrentamientos y divisiones. Siempre ha habido Iglesias enfrentadas, divisiones o rivalidades y como ejemplo: Tierra Santa.

Lugar acostumbrado, desgraciadamente a la guerra. Cada uno lucha por su “parcela” por su lugar, por lo que cree suyo… pero ¿por qué seguimos pensando en lo tuyo o lo mío y no lo nuestro, no el “nosotros”? ¿a qué nos conduce todo esto?, creo que, al egoísmo, la individualidad, el poder, etc, etc…

La 1ª de Cor. 12, 4-11, el mismo Pablo, nos dice: “existe la diversidad” ¡y creo que eso es bueno! Porque nos ayuda, Continua: “Pero un mismo Dios, que obra todo en todos”. ¿Cuál es la razón por la que no podemos entender esto?, creo que el problema no es que no podamos, si no que no queremos… Si entre nosotros mismos nos criticamos y no nos aceptamos, ¿Cómo pretender una unidad mayor?

Amig@s, todo ello requiere de la oración, no solo de la palabra, sino desde dentro, desde el corazón, desde la aceptación del otro y su aportación, pero parece que cada vez eso es más complicado y difícil…

A pesar de todo, esforcémonos en no dejar a un lado la oración, la de verdad, la que brota del corazón y la esperanza. Especialmente en este año de esperanza…

Que el Espíritu Santo nos permita y ayude a buscar la verdad y nos abstengamos de toda división.