Un santo para cada día: 26 de junio San Josemaría Escrivá de Balaguer (Fundador del Opus Dei)
Debido a la diabetes que padecía, su salud se fue deteriorando progresivamente y falleció en Roma el 26 de junio de 1975, a los 73 años, siendo beatificado en mayo de 1992 y 10 años después canonizado, en ambos casos por Juan Pablo II
| Francisca Abad Martín
Es conocido como el santo de lo ordinario y lo cotidiano, popularizó, si se puede decir así, la santidad al hacer de ella una vocación universal. Su mensaje sería acogido favorablemente por el Concilio Vaticano II.
Josemaría Escrivá Albás nace el 9 de enero de 1902 en Barbastro (Huesca). Su padre es comerciante de tejidos. Su madre se llama Dolores y son 8 hermanos; las tres hermanas menores fallecen siendo apenas unas niñas. El negocio de su padre da en quiebra y se ven obligados a trasladarse a Logroño, donde el padre encuentra trabajo como dependiente.
En el ambiente de profunda educación cristiana en que vive la familia, no es extraño que Josemaría sintiera pronto la llamada de Dios al sacerdocio. Ingresa en el seminario de Logroño, pasando después al de Zaragoza. Es ordenado sacerdote el 28 de marzo de 1925. Su padre había fallecido el año anterior. Comienza su andadura en una parroquia rural y después pasa a Zaragoza.
En 1927 se traslada a Madrid para obtener el doctorado en Derecho y se gana la vida dando clases de materia jurídica, para poder ayudar a la familia, que desde la muerte del padre había quedado en una situación económica un poco apurada. El 2 de octubre de 1928 comienza ya a vislumbrar claro lo que Dios quiere de él y toma conciencia de lo necesario que es el que la gente se dé cuenta de que para santificarse y servir a Dios no es necesario salir del mundo y recluirse en un monasterio, sino que allá donde estés, en tu estado, en tu profesión, puedes santificarte, solo tienes que ponerte en las manos de Dios y dejarle actuar a Él en tu vida.
Esta idea era ya el germen de lo que sería su gran obra, la obra de Dios, el “Opus Dei”. En 1934 es nombrado Rector del Patronato de Santa Isabel, lo que representa ya un alivio económico para poder ayudar a su familia. Pero en 1936, al estallar la Guerra Civil, tiene que ocultarse y ejercer su ministerio sacerdotal clandestinamente. Sale de Madrid, va a Francia y regresa después a Burgos.
En 1939, al acabar la Guerra Civil, vuelve a Madrid acaba el Doctorado en Derecho, da charlas, dirige Ejercicios Espirituales en varios lugares, uno de ellos fue precisamente el Pardo residencia oficial del Jefe del Estado Español Francisco Franco, a quien el 23 de Mayo de 1958, con motivo de la promulgación de los Principios Fundamentales, le envía el siguiente mensaje de felicitación: “Aunque apartado de toda actividad política, no he podido por menos de alegrarme, como sacerdote y como español, de que la voz autorizada del Jefe del Estado proclame que “la Nación española, considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única y verdadera y Fe, inseparable de la conciencia nacional que inspirará su legislación”.
En el año 1946 acaba fijando su residencia en Roma. Obtiene el Doctorado en Teología por la Universidad Lateranense e inicia los trámites con la Santa Sede para la aprobación del Opus Dei. En 1947 recibe el título de prelado doméstico de Su Santidad, lo cual le da el derecho al tratamiento de monseñor. Se decide a admitir a las mujeres como miembros del Opus Dei y crea para los sacerdotes la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.
Comienza la expansión de la “Obra” por diversos países. Él mismo realizó varios viajes al extranjero y tanto él como su secretario Álvaro del Portillo, beatificado en 2014 por el Papa Francisco, desempeñaron un papel relevante en la preparación del Concilio Vaticano II. Escribió varios libros, pero el más conocido “Camino”, libro de breves reflexiones, publicado en 1934, tuvo y sigue teniendo una enorme difusión y ha sido traducido a decenas de idiomas.
Debido a la diabetes que padecía, su salud se fue deteriorando progresivamente y falleció en Roma el 26 de junio de 1975, a los 73 años, siendo beatificado en mayo de 1992 y 10 años después canonizado, en ambos casos por Juan Pablo II.
Reflexión desde el contexto actual:
El tipo de religiosidad que propone Josemaría Escrivá, supone una gran innovación con respecto a la espiritualidad de siglos anteriores. No es que se inventara nada, simplemente explicitó lo que ya estaba en germen dentro del Evangelio. El seguimiento de Cristo se ha manifestado a lo largo de la historia en formas y modos de vivir que todos hemos admirado, pero este seguimiento puede hacerse en cualquier lugar, en cualquier estado, en cualquier circunstancia. Se puede ser contemplativos en medio del mundo, convirtiendo el trabajo de cada día, cualquiera que éste sea, en oración santa y santificadora. Teóricamente, al menos, este programa de vida cristiana es irreprochable y encomiable, otra cosa es llevarle a la práctica. Con sus luces y sus sombras, Escrivá de Balaguer pasa por ser una de las personalidades más polémicas de la Iglesia de nuestro tiempo. Mientras unos ven en “La Obra” una iglesia dentro de la Iglesia, otros aciertan a ver en ella la columna vertebral de esta Institución.