Un santo para cada día: 11 de julio San Benito de Nursia (Uno de los padres y constructores de Europa)
Dice San Gregorio Magno que la Regla Benedictina es la más sabia y prudente de las Reglas Monásticas. Benito está considerado como el iniciador de la vida monástica en Occidente y una de las personalidades más ilustres, a las que Pio XII concedió el título de “Padre de Europa
| Francisca Abad Martín
Dice San Gregorio Magno que la Regla Benedictina es la más sabia y prudente de las Reglas Monásticas. Benito está considerado como el iniciador de la vida monástica en Occidente y una de las personalidades más ilustres, a las que Pio XII concedió el título de “Padre de Europa”
La primera biografía de San Benito se la debemos al Papa San Gregorio Magno. Nace en el año 480 en Nursia, ciudad de la región de Umbría (Italia), cercana a Roma. Pertenece a una familia acomodada y tiene una hermana que se hizo famosa, llamada Escolástica. Algunos biógrafos dicen que eran mellizos.
De adolescente lo envían a Roma para que estudie Leyes. Es un alumno aventajado, pero el ambiente cortesano no era lo suyo y decide un día regresar a su tierra natal. Busca un recóndito paraje y allí en una cueva en medio del monte se instala a la edad de 20 años, pudiéndose decir que se “entierra en vida”, dedicándose al ayuno, a la oración y a la penitencia. Un compasivo monje, llamado Román, de una abadía cercana, a escondidas de su abad, le lleva ropa y comida y un cuervo se convierte en su asidua “mascota”.
Logra vencer algunas duras tentaciones, al estilo de San Antonio abad y entonces se da cuenta de que la soledad no es tan buena como él creía. Los monjes del cenobio de Vicovaro le proponen que se una a ellos y sea su abad. Benito acepta y funda en las cercanías algunos cenobios, donde comienza a imponer su norma de trabajo y oración, el famoso lema de los benedictinos “ora et labora”. Admite incluso niños de las cercanías, para ser educados por los frailes. Son los “pueri oblati”, que habrían de ser el origen de las Escuelas Monacales.
Pasan años en esta vida, pero algunos monjes consideran que Benito lleva las cosas con demasiada austeridad y rectitud, murmuran contra él, llegando incluso a intentar envenenarle con el vino de la comida, pero al bendecirlo Benito, se rompe el recipiente y se derrama el vino con el veneno. Viéndose rechazado por muchos, reúne a la comunidad, se despide de ellos y se va hacia el sur, con algunos de los hermanos que deciden seguirle. Llegan a la villa de Cassino, subiendo hasta el castro romano en lo alto del monte. Allí se refugian aprovechando los muros de antiguos templos y fortalezas. Así nace la famosa Abadía de Montecasino.
Pero el demonio no le da tregua y le presenta duras batallas, en las que queda siempre derrotado y Benito, victorioso, va consolidando su obra. Un día es un incendio en la cocina, otro un monje despeñado, a quien Benito logra salvar, otro día un monje poseído, al que logra liberar, otro día resucita al hijo de un labrador que se lo pide con fe. Así poco a poco, va creciendo su fama de santidad.
A los monjes les da su famosa Regla, donde además de austeridad, promueve el trato mutuo exquisito. También deja con frecuencia el monasterio para atender a la salud espiritual de los pueblos cercanos, iniciando así la labor de apostolado, tan propia de los benedictinos.
Su hermana Escolástica está ingresada en un monasterio cercano, pero solo se ven una vez al año. Es famoso el episodio de la gran tempestad que se desata por la oración de Santa Escolástica para que su hermano no se alejara y cómo a los 3 días ve Benito ascender al cielo el alma de su hermana en forma de paloma.
Benito, ya enfermo y cansado, resiste malamente la Cuaresma del año 547, pero el día de Jueves Santo pide que le sostengan porque quiere morir de pie. Algunos monjes contemplan después su alma volando al Cielo. Fue canonizado por Honorio III en 1220.
Reflexión desde el contexto actual:
La ingente labor evangelizadora de San Benito es innegable y los cristianos de Europa le debemos mucho, aunque desgraciadamente todos estos esfuerzos del constructor de Europa parecen haberse olvidado en nuestros días. Hoy que tanto se habla de la unidad europea, es de justicia reconocer que uno de los hombres más decisivos en la reconstrucción de una Europa unida, bajo el signo de una cultura específicamente cristiana, fue Benito de Nursia, de quien Benedicto XVI dice que : “sigue siendo un verdadero maestro que enseña el arte de vivir” su acción representó un revulsivo espiritual, que influyó decisivamente mucho más allá de su época y de su país, dotando a Europa de una identidad cultural cimentada en la fe cristiana, que con el paso del tiempo sería el santo y seña de este viejo continente