Un santo para cada día: 23 de marzo San José Oriol (El doctor “Pan y Agua”)
| Francisca Abad Martín
Nace el 23 de noviembre de 1650 en San Pedro de las Puellas (Barcelona). Su padre se llamaba Juan y su madre Gertrudis. Mueren los 7 primeros hijos del matrimonio y después el padre, cuando tenía 37 años, a consecuencia de la peste de 1651. Su madre se vuelve a casar con Domingo Pujolar, que fue un verdadero padre para José Oriol, pero también murió a los pocos años.
Siendo aún niño entra José como monaguillo en Santa María del Mar y después cuando siente la llamada hacia el sacerdocio se encuentra con que el seminario de Barcelona está cerrado, pero logra doctorarse en Filosofía y en Teología en la universidad civil y también estudia la lengua hebrea, de la que llega a ser un experto.
Para poder ordenarse sacerdote se exigía entonces que estuviera en posesión de algún beneficio eclesiástico, es decir adscrito a alguna parroquia. Fue admitido entonces como beneficiado en Santa María del Pino. Esos beneficios procedían de impuestos religiosos, como los diezmos y primicias que los fieles daban a la Iglesia, rentas o cobros por ejercicios del culto, excepto por la administración de los sacramentos, porque eso se consideraba como pecado de simonía, tal era la situación propia de los países católicos en el Antiguo Régimen.
Es ordenado por fin sacerdote por el Obispo de Vich el 30 de mayo de 1676 y durante 10 años vive en casa de un alto militar en calidad de preceptor de sus dos hijos. Después se alquila una humilde y sencilla buhardilla, donde pasa el resto de su vida.
Sigue como beneficiado de Santa María del Pino y cuentan que todos los meses, cuando iba a cobrar el “beneficio”, le esperaban a la puerta muchos pobres, entre los que repartía una buena parte de lo que cobraba, quedándose con lo imprescindible para vivir míseramente.
La sanidad pública en esa época era inexistente y solo los ricos podían acceder a los profesionales de la salud, pero él se daba a los enfermos y los atendía con medios rudimentarios y remedios caseros, lavaba sus heridas, les aplicaba ungüentos, que compraba con el dinero de su bolsillo y oraba con ellos. Dicen que hizo muchos milagros, sobre todo curaciones de enfermos. Le llamaban el “Doctor Pan y Agua”, porque eso era casi de lo que se alimentaba.
En 1696 fue a Roma como peregrino para visitar el sepulcro de los Apóstoles, viviendo de las limosnas que le daban en aquellos sitios por donde iba pasando, pero después volvió a Barcelona. Otro día quiso ser misionero en Japón y se fue a Marsella con idea de embarcar allí, pero cayó enfermo y no tuvo más remedio que regresar a Barcelona. Las Misiones no eran su destino, Dios le quería como apóstol en Barcelona, atendiendo a sus feligreses, a sus pobres y a sus enfermos. Cuentan que en su confesionario había cola todos los días para poder confesarse con él, porque las gentes iban a consultarle sus problemas y regresaban a sus casas con paz interior y rebosantes de alegría
Muere el 23 de marzo de 1702, a los 51 años, mientras emocionado cantaba un himno a la Virgen María. La gente acudió a llevarse algunos objetos personales, incluso trozos de sus ropas, para guardarlas como reliquias, debido a la fama de santo que ya tenía. En el pobre inventario de sus objetos personales figuraba poco más que una Biblia y una Gramática hebraica. Fue enterrado en Santa María del Pino. Beatificado por Pío VII el 5 de septiembre de 1806 y canonizado por San Pío X en 1909.
Reflexión desde el contexto actual.
Los sacerdotes que como José Oriol viven totalmente entregados a su función ministerial, con una dedicación plena, sustentada por una espiritualidad personal, resultan ejemplarizantes, por cuanto el ejercicio del ministerio sacerdotal nunca puede ser visto como una profesión entre tantas otras. Claro está que en cuanto personas que son puede atender como los demás a otros menesteres, pero en cuanto sacerdotes nunca debieran ser vistos como un funcionario cualquiera.