Un santo para cada día: 9 de marzo Santa Francisca Romana (Modelo ejemplar de doncella, esposa, madre, viuda y religiosa)
Falleció el 9 de marzo de 1440 a los 56 años y según testimonio de la época, el pueblo romano se volcó para darle su último adis en el año 1608. Fue canonizada por Paulo V
| Francisca Abad Martín
Mientras duró el Cisma de Occidente Roma tuvo que soportar las presiones políticas venidas desde fuera, así Alejandro V y Juan XXIII serían atacados por el rey de Nápoles, Ladislao. Estos fueron los tiempos que le tocó vivir a quien habría de ser la esposa del comandante de las tropas papales en Roma, en uno de cuyos combates sería gravemente herido, siendo tomado como rehén uno de sus hijos. Se llamaba Francisca y había nacido en Roma en 1384. Hija de padres nobles y ricos. A los 12 años ya quería ser monja, pero sus padres la obligan a casarse con Lorenzo Panziani, ilustre militar al servicio del papado.
Fue un matrimonio feliz, pues ambos se amaban, pero después de unos años de casada y de haber tenido tres hijos, le expone a su marido su deseo de vivir en castidad, proposición que su marido acepta.
Debido a la peste negra pierden a dos de sus hijos, entonces ella, junto a su cuñada Vannozza, con la que llega a unirle una entrañable amistad, empieza una labor de caridad con los pobres y menesterosos de los barrios más humildes de Roma. Se dedican a recorrer las calles, pobremente vestidas, con un asnillo en el que llevan ropas, leña y alimentos a las familias más necesitadas. Francisca sabía por propia experiencia lo que era el sufrimiento, aunque no físico, sí moral, pues la pérdida de sus dos hijos fue un intenso dolor para ella. La gente las toma por locas.
Lorenzo que servía al papa romano en sus guerras contra los pretendientes al papado, durante el Cisma de Occidente, fue herido gravemente y Francisca tuvo que cuidarle hasta su muerte acaecida en 1436, quedando muchas de sus propiedades arruinadas y saqueadas.
Ella había fundado en 1425, en vida de su esposo, junto con otras 9 señoras, la Cofradía de Oblatas Benedictinas, bajo la dirección de los Monjes Olivetanos, pero sin clausura, ni votos, para poder seguir combinando la vida contemplativa con la atención a los necesitados. En 1433 fundó el Monasterio de Tor de Spechi, para las Oblatas, quienes querían seguir una vida comunitaria y al fallecer su esposo ella también se fue al Monasterio, pidiendo de rodillas que la permitieran ingresar en él. No solo la recibieron con los brazos abiertos, sino que la nombraron Superiora.
Santa Francisca destacó, entre otras muchas cosas por las innumerables visiones, éxtasis y mensajes de parte de Dios, incluso afirman que realizó algunos milagros. Se cuenta que una vez un Sacerdote que no le tenía mucho aprecio, le dio una hostia sin consagrar y ella lo notó. Cuando se lo dijo al Sacerdote, éste arrepentido, le pidió perdón. Sobresalen en ella la caridad, la humildad, la obediencia y la paciencia.
Falleció el 9 de marzo de 1440 a los 56 años y según testimonio de la época, el pueblo romano se volcó para darle su último adis en el año 1608. Fue canonizada por Paulo V.
Reflexión desde el contexto actual:
Esta gran mujer nos da un claro ejemplo de cómo en todos los estados: soltera, casada, viuda o religiosa se puede vivir compaginando el amor a Dios con el amor a los más necesitados, en los cuales vemos a Cristo reflejado. Con su ejemplo nos dice que a Dios hay que aprender a reconocerlo en el rostro de los demás y a amarle siempre, en cualquier circunstancia y situación en que nos encontremos.