¿Y si las leyendas en el fondo se hicieran realidad? Troll: La espiritualidad de los mitos
El guión introduce el suceso histórico de la cristianización de Noruega como parte del fenómeno que hizo desaparecer los troles, también –por qué no– como el rejuego clásico entre el bien y el mal que por demás tiene un final que no pasará desapercibido a los que lleguen a verla.
La frase de la presidenta “que Dios nos cuide y nos proteja a todos” denota una posición política que no excluye a la religión de la ecuación necesaria para hablarles a personas deseosas de sentir esperanza en medio de la oscuridad.
Julio Pernús corresponsal en República Dominicana
“Recuerda que siempre hay verdades en los cuentos, para poder descubrirlas hay que leerlos con los ojos del corazón y creer”. Con este diálogo inicial entre el padre Tobias Tideman (Gard B. Eidsvold) y su hija Nora Tideman (Inie Marie Wilman) inicia la película Troll, un largometraje noruego que se ha colocado entre los más vistos de Netflix en el mes de diciembre. El director, Roar Uthaug, conocido por filmes como la saga Tomb Raider, vuelve a sumergirnos en un mundo mitológico de seres fantásticos y “maléficos” como los troles que habitan en los bosques o bajo tierra y que encarnan, según autores literarios como Neil Gaiman y Carlos J. Eguren, las fuerzas negativas de la naturaleza.
La trama del filme aborda desde el comienzo el tema medioambiental, pues una empresa trasnacional trata de construir un túnel dentro de una montaña para hacer un metro, y esa acción, que es realizada sin medir la destrucción del entorno, es repelida por un grupo de pobladores que protestan por el maltrato ecológico que sufriría la montaña. Ese golpe injustificado a la Madre Tierra despierta a un troll que llevaba siglos descansando en forma de piedras montañosas y desea tomar venganza de los hombres que han perforado su cuerpo. Para enfrentar este peligro inminente la presidenta del país reúne a una comisión compuesta por los mejores geólogos y arqueólogos.
La primera solución propuesta es atacar con armas al Troll, típico de sociedades donde las armas son una respuesta tangible para eliminar cualquier fenómeno que no sabemos solucionar mediante el diálogo. Por suerte, aparecen otros científicos que intentan encontrar nuevas respuestas para solucionar el problema sin tener que soltar una bomba que destruya parte de la ciudad por su efecto contaminante. Uno de las momentos donde mejor se denota el componente espiritual de los seres humanos en el filme es cuando los soldados son atacados por el troll y uno dice antes de morir un Padre Nuestro, esa escena puede tener varias lecturas, pero habla también de cómo se manifiesta la búsqueda de Dios en los compases finales de la vida.
¿Y si las leyendas en el fondo se hicieran realidad? Es una pregunta que el espectador se hace a cada momento de una película que destaca por sus efectos visuales y paisajes. La frase de la presidenta “que Dios nos cuide y nos proteja a todos” denota una posición política que no excluye a la religión de la ecuación necesaria para hablarles a personas deseosas de sentir esperanza en medio de la oscuridad. El guión introduce el suceso histórico de la cristianización de Noruega como parte del fenómeno que hizo desaparecer los troles, también –por qué no– como el rejuego clásico entre el bien y el mal que por demás tiene un final que no pasará desapercibido a los que lleguen a verla.
“En un mundo de locos como el que vivimos los más locos son los cuerdos”, diálogo del filme que muestra desde donde están naciendo los nuevos horizontes en la globalización, pues las ideas “racionales” están abogando por un individualismo del sálvese quien tenga y solo mediante el esfuerzo compartido podremos evitar el suicidio colectivo que representa atacar la naturaleza del planeta. La familia es lo fundamental para los troles, cuyo comportamiento en este filme tiene mucho que enseñarnos. La fantasía, que es la inutilidad más necesaria del mundo, cobra alas en Troll, una película que nos puede ayudar a descubrir la espiritualidad de los mitos.