"Estad atentos a cómo ha comenzado este camino de muerte, exterminio y brutalidad" El Papa recuerda el Holocausto y advierte sobre "las propuestas ideológicas que vienen a salvar a los pueblos y terminan destruyéndolos"
"Recordar es una expresión de humanidad; recordar es signo de civilidad; recordar es la condición para un futuro mejor de paz y de fraternidad; recordar es también estar atentos para que estas cosas no puedan suceder jamás"
"Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable"
"Es necesario acercarse a la Biblia sin segundas intenciones, sin instrumentalizarla"
"En los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno"
"Es necesario acercarse a la Biblia sin segundas intenciones, sin instrumentalizarla"
"En los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno"
El Papa Francisco, convaleciente de la ciática, recordó el Holocausto, en la Jornada de la memoria, "porque es una expresión de humanidad", para que "estas cosas no vuelvan a suceder jamás". Por eso, advirtió sobre "las propuestas ideológicas que vienen a salvar a los pueblos y terminan destruyéndolos" e invitó a "estar atentos a cómo ha comenzado este camino de muerte, exterminio y brutalidad". En la catequesis, el Papa abordó el tema de la oración a través de la Biblia, en concreto la 'lectio divina' y volvió a asegurar que "las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable".
Texto de la catequesis papal
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera detenerme sobre la oración que podemos hacer a partir de un pasaje de la Biblia. Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para quedarse atrapadas en el papiro, en el pergamino o en el papel, sino para ser acogidas por una persona que reza, haciéndolas brotar en su corazón. El Catecismo afirma: «La lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre» (n. 2653). Ese versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos, para traerme una palabra de Dios.
A todos los creyentes les sucede esta experiencia:una pasaje de la Escritura, escuchado ya muchas veces, un día de repente me habla e ilumina una situación que estoy viviendo. Pero es necesario que yo, ese día, esté ahí, en la cita con esa Palabra. Todos los días Dios pasa y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida. No sabemos si hoy encontrará suelo árido, zarzas, o tierra buena, que hará crecer esa semilla (cfr Mc 4,3-9). Depende de nosotros, de nuestra oración, del corazón abierto con el que nos acercamos a las Escrituras para que se conviertan para nosotros en Palabra viviente de Dios.
A través de la oración sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los “tabernáculos” donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo. Por eso es necesario acercarse a la Biblia sin segundas intenciones, sin instrumentalizarla. El creyente no busca en las Sagradas Escrituras el apoyo para la propia visión filosófica y moral, sino porque espera en un encuentro; sabe que estas han sido escritas en el Espíritu Santo y que por tanto en ese mismo Espíritu deben ser acogidas y comprendidas, para que el encuentro se realice.
Nosotros, por tanto, leemos las Escrituras para que estas “nos lean a nosotros”. Y es una gracia poderse reconocer en este o aquel personaje, en esta o esa situación. La Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para todos nosotros, hombres y mujeres en carne y hueso, para mí. Y la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con corazón abierto, no deja las cosas como antes.
La tradición cristiana es rica de experiencias y de reflexiones sobre la oración con la Sagrada Escritura. En particular, se ha consolidado el método de la “lectio divina”, nacido en ambiente monástico, pero ya practicado también por los cristianos que frecuentan las parroquias. Se trata ante todo de leer el pasaje bíblico con atención, diría con “obediencia” al texto, para comprender lo que significa en sí mismo. Sucesivamente se entra en diálogo con la Escritura, de modo que esas palabras se conviertan en motivo de meditación y de oración: permaneciendo siempre adherente al texto, empiezo a preguntarme sobre qué “me dice a mí”. Es un paso delicado: no hay que resbalar en interpretaciones subjetivistas sino entrar en el surco vivo de la Tradición, que une a cada uno de nosotros a la Sagrada Escritura. El último paso de la lectio divina es la contemplación. Aquí las palabras y los pensamientos dejan lugar al amor, como entre enamorados a los cuales a veces les basta con mirarse en silencio. El texto bíblico permanece, pero como un espejo, como un icono para contemplar.
A través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella. La Palabra inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza y serenidad, y también cuando nos pone en crisis no da paz. En los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno.
Así la Palabra de Dios se hace carne en aquellos que la acogen en la oración. En algunos textos antiguos surge la intuición de que los cristianos se identifican tanto con la Palabra que, incluso si quemaran todas las Biblias del mundo, se podría salvar el “calco” a través de la huella que ha dejado en la vida de los santos.
La vida cristiana es obra, al mismo tiempo, de obediencia y de creatividad. Jesús lo dice al final de un discurso suyo pronunciado en parábolas, con esta comparación: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante aldueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo» (Mt 13,52). Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable. Que el Señor nos conceda tomar de ahí cada vez más, mediante la oración.
Saludo en español
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre la oración que podemos hacer a partir de un fragmento de la Biblia. Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para permanecer sobre el papel, sino para germinar en el corazón que ora. A pesar de su antigüedad, cada versículo de la Biblia fue escrito también para nosotros, y a través de ellos Dios nos habla. Cuando escuchamos un pasaje que tal vez hemos oído muchas veces, en ese momento, observamos cómo nos toca interiormente y nos ilumina una situación que estamos viviendo. En cierto modo la Escritura nos lee a nosotros, pues lee nuestra vida, comprende nuestra humanidad concreta y nos permite vernos reflejados en muchos personajes y situaciones.
La tradición cristiana nos ha dejado muchos métodos de oración; uno bastante consolidado es la “lectio divina”. Se trata sobre todo de leer el pasaje con atención para comprenderlo. Después se comienza un diálogo con la Palabra divina, para que pueda ser motivo de meditación y oración. Siempre en fidelidad al texto, nosotros nos interrogamos: ¿Qué es lo que “me dice a mí”? El último paso es la contemplación, para que las palabras dejen paso al amor, al silencio, como el encuentro entre dos enamorados.
De esta manera, la Palabra puede ser nuestra fortaleza; ella viene a habitar dentro de nosotros para que también nosotros habitemos en ella, identificándonos con ella de tal modo que podamos reflejar su enseñanza en nuestro modo de hablar y actuar.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo acercarse a la Palabra de Dios con obediencia y creatividad. En ella encontramos un tesoro inagotable al que podemos acceder todos los días mediante la oración, y ella nos irá trasformando y llenándonos de gran alegría. Que el Señor los bendiga.
Saludo en italiano
“Hoy conmemoramos el aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz y la Jornada de la memoria. Conmemoramos a las víctimas del Holocausto y a todas las personas perseguidas y deportadas por el régimen nazi.
Recordar es una expresión de humanidad; recordar es signo de civilidad; recordar es la condición para un futuro mejor de paz y de fraternidad; recordar es también estar atentos para que estas cosas no puedan suceder jamás, comenzando por propuestas ideológicas que vienen a salvar a los pueblos y terminan destruyéndolos. Estad atentos a cómo ha comenzado este camino de muerte, exterminio y brutalidad”