Francisco recibe a frailes menores y les pide ser “"instrumentos de perdón y misericordia" Esta es la receta del Papa para contener la "hemorragia" de abandonos en la vida sacerdotal y consagrada
"Hoy vivimos en la cultura de lo provisional, en la que el 'para siempre' es muy difícil y en la que las opciones definitivas no están de moda", constata
(Mireia Bonilla, Vatican News).- Este mediodía el Pontífice se ha reunido con los miembros de la Orden de los Frailes Menores Conventuales en la Sala Clementina del Vaticano, quienes renovaron el pasado año sus Constituciones y ahora están discutiendo los nuevos Estatutos Generales que abordan elementos esenciales de su vida fraterna y misionera, como la formación, la interculturalidad, el intercambio y la transparencia en la gestión económica.
“Es un trabajo fatigoso, ¡pero es una fatiga bien gastada!” les ha expresado el Papa, señalándoles además que las Constituciones “son el instrumento necesario para proteger el patrimonio carismático de un Instituto y asegurar su transmisión futura”. De hecho – ha continuado el Papa – “expresan la manera concreta de seguir a Cristo propuesta por el Evangelio, la regla de vida absoluta para todas las personas consagradas y, en particular, para los seguidores de San Francisco de Asís, quienes, en su profesión, se comprometen a vivir de acuerdo con la forma del Santo Evangelio”.
Durante el discurso del Papa a los miembros de la Orden, Francisco también les ha recordado que la vida franciscana en todas sus manifestaciones “nace de la escucha del Santo Evangelio”, tal y como lo muestra el Pobrecillo en la Porciúncula cuando, después de escuchar la historia del discipulado, exclama: "¡Esto quiero, esto pido, este anhelo de hacer con todo mi corazón!”.
Y en este sentido, el Papa les recuerda que el Evangelio debe ser para ellos "regla y vida" y su misión “ser un evangelio viviente”: “Escúchenlo siempre con cuidado; recen con él y en el ejemplo de María, mediten asiduamente”.
La Orden se caracteriza por la fraternidad
Hablando de su forma de discipulado, el Papa marca como una de sus principales características la fraternidad:
“La fraternidad es un regalo para ser recibido con gratitud. Es una realidad que siempre está "en movimiento", en construcción, y por lo tanto solicita la contribución de todos, sin que nadie sea excluido; en el que no hay "consumidores" sino constructores. Una realidad en la que podemos vivir caminos de aprendizaje continuo, de apertura al otro, de intercambio mutuo; una realidad acogedora, dispuesta y disponible a acompañar; una realidad en la que es posible tomar un descanso en la vida cotidiana, cultivar el silencio y la mirada contemplativa y reconocer así la huella de Dios en ella; una realidad en la que todos ustedes se consideran hermanos, tanto ministros como miembros de la fraternidad; una experiencia en la que todos están llamados a amar y cuidar a su hermano, como la madre ama y cuida a su propio hijo”.
Y tras describir en qué consiste esta fraternidad, el Santo Padre les exhorta a “alimentarla con el Espíritu de la Santa Oración y devoción”, así como a “seguir el ejemplo de San Francisco en una relación de amor y obediencia con los pastores”.
Jesús les pide ser menores y siervos
El Papa señala como segunda característica de su forma de vida “ser minoría”, una elección “difícil” – dice el Papa – porque se opone a la lógica del mundo que busca el éxito a cualquier costo y desea ocupar los primeros lugares, y les recuerda que San Francisco les pide “que sean menores, siguiendo el ejemplo de Jesús que no vino para ser servido sino para servir”.
“Que esta sea su única ambición” – les exhorta el Papa – “ser siervos, servir los unos a los otros” porque viviendo así, su existencia será “una profecía en este mundo donde la ambición de poder es una gran tentación”.
El Papa les pide predicar la paz
“Prediquen la paz” – les ha pedido Francisco – que podemos traducir como reconciliación: “reconciliación con uno mismo, con Dios, con los demás y con las criaturas”. El Papa explica a los frailes menores que la reconciliación “es el preludio de la paz que Jesús nos dejó, una paz que no es la ausencia de problemas, sino que viene con la presencia de Dios en nosotros mismos y se manifiesta en todo lo que somos, hacemos y decimos”.
Además, les exhorta a ser “mensajeros de paz” primero con “la vida” y luego con “palabras”, así como “instrumentos de perdón y misericordia en todo momento” porque no hay paz sin reconciliación, sin perdón, y sin misericordia. “Solo aquellos que tienen un corazón reconciliado – recuerda – pueden ser "ministros" de misericordia y constructores de paz”.
Necesaria formación adecuada para contener la hemorragia del abandono
Por último el Papa Francisco les ha explicado que para todo esto se requiere de formadores sólidos y experimentados en la escucha y en las formas que conducen a Dios, capaces de acompañar a otros en este camino y conocedores del arte del discernimiento para poder contener “la hemorragia del abandono” que afecta a la vida sacerdotal y consagrada.
Y esa formación – concluye el Papa – debe ser integral, personalizada, permanente, de corazón y de fidelidad, es decir, “consciente de que hoy vivimos en la cultura de lo provisional, en la que el "para siempre" es muy difícil y en la que las opciones definitivas no están de moda”.
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