""Un recuerdo para la martirizada Ucrania, que está sufriendo tanto" El Papa invita a practicar “la oración del ciao, del gesto, del saludar al Señor con el corazón, pocas palabras y obras buenas”
"La oración es indispensable para el discernimiento espiritual, porque nos permite entrar en intimidad con el Señor"
"Pidamos a Jesús que nos enseñe a orar con sencillez y familiaridad, como un amigo habla con otro amigo"
"Ver a Jesús como nuestro Amigo más grande y fiel, que no chantajea, sobre todo que no nos abandona nunca"
"Esta mañana he podido hablar con el cardenal Krajevski, que acaba de regresar de Ucrania, y me ha contado cosas terribles. Pensemos en Ucrania y recemos por este pueblo martirizado"
"Ver a Jesús como nuestro Amigo más grande y fiel, que no chantajea, sobre todo que no nos abandona nunca"
"Esta mañana he podido hablar con el cardenal Krajevski, que acaba de regresar de Ucrania, y me ha contado cosas terribles. Pensemos en Ucrania y recemos por este pueblo martirizado"
El Papa Francisco continñua con su ciclo de catequesis dedicado al discernimiento, para deternerse hoy en su principal elemento constitutivo: la oración. Ésta “nos ayuda a alejar los miedos y las dudas que pueden turbar nuestro corazón” hy, por eso, “el secreto de la vida de los santos es la familiaridad y confidencia con Dios”. Por eso, Begoglio invita a ver a Jesús como “nuestro Amigo más grande y fiel, que no chantajea, sobre todo que no nos abandona nunca” y practicar con Él “la oración del ciao, del gesto, del saludar al Señor con el corazón, pocas palabras y obras buenas”.
En su saludo en italiano, el Papa recuerda de nuevo a la "martirizada Ucrania", después de escuchar las "cosas terribles" que le acaba de contar su enviado especial, el cardenal-limosnero Jrajewski.
"Un recuerdo para la martirizada Ucrania, que está sufriendo tanto, ese pobre pueblo tan cruelmente probado. Esta mañana he podido hablar con el cardenal Krajevski, que acaba de regresar de Ucrania, y me ha contado cosas terribles. Pensemos en Ucrania y recemos por este pueblo martirizado".
Texto íntegro de la catequesis del Papa
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Retomamos las catequesis sobre el tema del discernimiento, y hoy nos detenemos en el primero de sus elementos constitutivos, que es la oración.
La oración es una ayuda indispensable para el discernimiento espiritual, sobre todo cuando involucra a los afectos, consintiendo dirigirnos a Dios con sencillez y familiaridad, como se habla a un amigo. Es saber ir más allá de los pensamientos, entrar en intimidad con el Señor, con una espontaneidad afectuosa. El secreto de la vida de los santos es la familiaridad y confidencia con Dios, que crece en ellos y hace cada vez más fácil reconocer lo que a Él le agrada. Esta familiaridad vence el miedo o la duda que su voluntad no sea por nuestro bien, una tentación que a veces atraviesa nuestros pensamientos y vuelve el corazón inquieto e inseguro.
El discernimiento no pretende una certeza absoluta, porque se refiere a la vida, y la vida no siempre es lógica, presenta muchos aspectos que no se dejan encerrar en una sola categoría de pensamiento. Queremos saber con precisión qué habría que hacer, pero, incluso cuando sucede, no siempre actuamos en consecuencia. Cuántas veces hemos vivido nosotros también la experiencia descrita por el apóstol Pablo: «no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero» (Rm 7,19). No somos solo razón, no somos solo máquinas, no basta con recibir instrucciones para cumplirlas: al igual que las ayudas, los obstáculos para decidirse por el Señor son sobre todo afectivos.
Es significativo que el primer milagro realizado por Jesús en el Evangelio de Marcos sea un exorcismo (cfr 1,21-28). En la sinagoga de Cafarnaúm libera a un hombre del demonio, liberándolo de la falsa imagen de Dios que Satanás sugiere desde los orígenes: la de un Dios que no quiere nuestra felicidad. El endemoniado sabe que Jesús es Dios, pero eso no le lleva a creer en Él. De hecho, dice: «¿Has venido a destruirnos?» (v. 24).
Muchos, también cristianos, piensan lo mismo: que Jesús puede ser el Hijo de Dios, pero dudan que quiera nuestra felicidad; es más, algunos temen que tomarse en serio su propuesta signifique arruinarse la vida, mortificar nuestros deseos, nuestras aspiraciones más fuertes. Estos pensamientos a veces se asoman dentro de nosotros: que Dios nos está pidiendo demasiado, o que quiere quitarnos lo que más queremos.
En resumen, que realmente no nos ama. En cambio, en nuestro primer encuentro vimos que el signo del encuentro con el Señor es la alegría. La tristeza, o el miedo, son sin embargo signos de lejanía de Él: «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos», dice Jesús al joven rico (Mt 19,17). Lamentablemente para ese joven, algunos obstáculos no le han consentido cumplir el deseo que tenía en el corazón, de seguir más de cerca al “maestro bueno”. Era un joven interesado, emprendedor, había tomado la iniciativa de ver a Jesús, pero estaba también muy dividido en los afectos, para él las riquezas eran demasiado importantes. Jesús no le obliga a decidirse, pero el texto señala que el joven se aleja de Jesús «triste» (v. 22). Quien se aleja del Señor nunca está contento, incluso teniendo a su disposición una gran abundancia de bienes y posibilidades. Jesús nunca obliga a seguirle: nos deja libres.
Discernir no es fácil, porque las apariencias engañan, pero la familiaridad con Dios puede disolver suavemente dudas y temores, haciendo nuestra vida cada vez más receptiva a su «amable luz», según la bonita expresión del Santo John Henry Newman. Los santos brillan con luz reflejada y muestran en los gestos sencillos de su jornada la presencia amorosa de Dios, que hace posible lo imposible. Se dice que dos esposos que han vivido juntos mucho tiempo queriéndose terminan pareciéndose. Algo similar se puede decir de la oración afectiva: de forma gradual pero eficaz nos hace cada vez más capaces de reconocer lo que cuenta por connaturalidad, como algo que brota de lo más profundo de nuestro ser. Estar en oración no significa decir palabras, sino abrir el corazón a Jesús. Allí podemos discernir.
Pidamos esta gracia: vivir una relación de amistad con el Señor, como un amigo habla al amigo (cfr S. Ignacio de L., Ejercicios espirituales, 53). Conocí un viejo religioso qud era ekl portero de un colegio. Y él, siempre que podía, iba a la capilla, miraba al altar y decía: ciao. Cercanía con Je´sus, una sonrisa, un simple gesto. Es una gracia que debemos pedir los unos por los otros: ver a Jesús como nuestro Amigo más grande y fiel, que no chantajea, sobre todo que no nos abandona nunca, tampoco cuando nos alejamos de Él. Jesús sigue allí a portada de la mano y del corazón. La oración del ciao, delgesto, del saludar al Señor con el corazón, con pocas palabras y con obras buenas.
Saludo en español
Queridos hermanos y hermanas:
En esta catequesis sobre el discernimiento reflexionamos acerca de uno de sus elementos constitutivos, que es la oración. La oración es indispensable para el discernimiento espiritual, porque nos permite entrar en intimidad con el Señor, ser sus amigos, y así poder reconocer lo que a Él le agrada. Esta relación íntima o familiar con Dios también nos ayuda a alejar los miedos y las dudas que pueden turbar nuestro corazón cuando nos disponemos a cumplir su voluntad. Sabemos que discernir no es fácil, porque no somos máquinas que reciben instrucciones y las llevan a cabo, sino personas. Y en la vida de las personas muchas veces se presentan distintos tipos de obstáculos, sobre todo afectivos. Lo vemos en el caso del joven rico, que quería seguir a Jesús, pero tenía su corazón dividido entre Él y las riquezas. Al final optó por las riquezas, aunque esto lo dejara triste. Por eso es necesario ser amigos de Jesús, estar abiertos a su gracia, para que nos ayude a superar las dificultades y a seguirlo con alegría.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Jesús que nos enseñe a orar con sencillez y familiaridad, como un amigo habla con otro amigo. Él es el Amigo fiel que nunca falla, que siempre sale a nuestro encuentro, aun cuando nosotros nos alejemos de Él. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
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