(Vatican News).- “La FAO ha de dar su clarividente contribución para que se responda con audacia a los arduos retos que nos asaltan, yendo a la raíz del problema, emprendiendo iniciativas concretas y buscando el bien común”, lo dijo Monseñor Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA, en su discurso en la 170 Sesión del Consejo de la FAO, reunidos en Roma del 13 al 17 de junio de 2022.
Que callen las armas y prevalezca el diálogo
En su intervención, el jefe de la Delegación señaló que, “la Santa Sede eleva su voz para pedir, desde este importante foro, que la familia de las naciones se comprometa decididamente a favor del cese inmediato de la agresión militar en Ucrania”. Asimismo, Monseñor Chica Arellano recordó que, “el Santo Padre no se cansa de suplicar, con corazón afligido, que se detenga esta feroz masacre, que callen las armas y prevalezca el diálogo y la negociación seria, único modo digno para salir del laberinto bélico, que está desatando una furia sanguinaria y letal”.
La seguridad alimentaria está conectado a la paz
En este sentido, el Observador Permanente de la Santa Sede reiteró que, es cada vez más evidente que el tema de la seguridad alimentaria está sumamente conectado al de la paz y que los obstáculos e impedimentos que Ucrania está encontrando para exportar sus cereales están generando honda preocupación y provocando complejas dificultades a los países dependientes, por lo menos en parte, de suministros externos. No estamos hablando de problemas abstractos. Lo que está en juego es la vida de millones de personas, el derecho humano universal a la alimentación y la estabilidad de amplias zonas del planeta. Como el Papa Francisco exclamó sin ambages recientemente: "¡Por favor, que no se utilice el trigo, un alimento básico, como arma de guerra!".
Trabajar mancomunadamente y actuar con incisividad
Monseñor Fernando Chica Arellano también recordó que, la FAO surgió al final de la Segunda Guerra Mundial para poner fin a la destrucción motivada por ese conflicto devastante, pero también consciente de que la carencia de alimentos, esencial para la supervivencia humana, ha sido en la historia la causa de mayor inestabilidad, malestar y levantamientos populares. Por consiguiente, invitó el Prelado, necesitamos trabajar mancomunadamente y actuar con incisividad, urgencia y determinación para que el lema de la FAO se implemente ya, de manera que haya pan para todos y se evite así un empeoramiento de la delicadísima coyuntura que se ha creado.
Contrarrestar los efectos nocivos de la crisis alimentaria
El Observador Permanente, además, señaló que en los países más pobres, ya severamente afectados por el cambio climático y la escasez de agua, la falta de fertilizantes podría acentuar la caída de la producción, con el trance de reducir a poblaciones enteras al degrado y la desnutrición. “Debemos contrarrestar con prontitud y sabiduría los efectos nocivos de la crisis alimentaria en curso, exacerbada todavía más por enfrentamientos armados en las zonas más vulnerables del mundo. Si el problema actual es el aumento de los precios de los alimentos – advirtió – en 2023 podría desencadenarse una tragedia global materializada por el riesgo de una cruel ausencia de los mismos”.
Renunciar a intereses sesgados, cancelar la espiral de odio
Finalmente, Monseñor Chica Arrellano dijo que, la solución a la problemática existente no se logrará por la fuerza militar, que puede recrudecerse en una escalada cada vez más insidiosa para todos, sino renunciando a intereses sesgados, cancelando la espiral de odio y muerte en la que estamos cayendo y uniendo las manos para sembrar los campos y cuidar la tierra, no para destruirla y arrasarla. “Hagámoslo sobre todo por las madres que lloran la pérdida de sus hijos, por los niños y jóvenes a los que no tenemos el derecho de robar un futuro luminoso, por los ancianos que han visto desgarrada la serenidad de su vejez, por cuantos, en fin, invocan la esperanza como cimiento de una dignidad humana que no puede seguir siendo menoscabada”.
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