Blase Cupich, Kevin Farrell y Joseph Tobin, la imagen de una Iglesia samaritana en EE.UU. Los hombres del Papa en la Iglesia estadounidense, contra el "virus de la polarización"

(Cameron Doody).- Kevin Farrell, Blase Cupich, Joseph Tobin. Los tres hombres de confianza de Francisco en la Iglesia estadounidense no solo recibieron a manos del Papa este fin de semana el anillo y birreta cardenalicios. También aceptaron de él un urgente encargo: el de superar el "virus de la polarización y la enemistad" contra los que el pontífice advirtió en su homilía en el consistorio.

"El problema que tenemos hoy, no solo en la sociedad sino también en la Iglesia, es que estemos demasiado polarizados", dijo Kevin Farrell, el Prefecto del Dicasterio de Laicos, Familia y Vida, en una entrevista con America publicada este domingo. "En ambos lados, en la izquierda y la derecha, hemos creído habernos convertido en dioses, pero ningún lado tiene razón".

El flamante purpurado, recién llegado a Roma desde Dallas, profundizó así con la web jesuita sobre comentarios que realizó ante los medios el mismo día del consistorio, en los que reflexionó sobre el lugar de la misericordia en la vida de la Iglesia tras el fin del Año Jubilar.

"Todos tenemos que implicarnos más y mostrar más misericordia y compasión a cada uno de nuestros hermanos y hermanas", declaró el cardenal Farrell en aquella rueda de prensa.

"Tenemos que aprender a respetarnos los unos a los otros. Podemos estar en desacuerdo en muchas cosas, pero tenemos todos que entrar en diálogo y conversación. Eso es lo que el Santo Padre quiere y de eso creo que se trata el Año de la Misericordia", afirmó. Tal postura de entendimiento urge más que nunca, dijo, en el contexto del desacuerdo de algunos cardenales con ciertos aspectos de la exhortación apostólica Amoris laetitia, ya que "la gente puede hablar de cualquier problema teológico del mundo, pero si no se hace en un espíritu de caridad, está hueco".

Blase Cupich, el arzobispo de Chicago, también se ha referido al descontento de los cardenales Burke, Caffarra, Meisner y Brandmuller, declarándose partidario del enfoque del mismo Papa Francisco, en su entrevista el viernes pasado con el Avvenire, de que el discernimiento se presenta "en el flujo de la vida", y no en el pensamiento en "blanco o negro".

"La vida está llena de ambigüedad", declaró Cupich ante los periodistas reunidos el sábado en el Colegio Norteamericano de Roma, situación que el Papa está abordando con seriedad y honestidad y con la autenticidad suficiente como para no tener que disculparse ante nadie. "Creo que hay suficientes voces para que el Santo Padre no tiene de ninguna manera que defender un documento magisterial de la Iglesia", continuó el neocardenal de Chicago. "Corresponde a los que tienen dudas o preguntas tener conversiones en sus vidas", zanjó.

Por su parte, el cardenal Joseph Tobin -el actual arzobispo de Indianápolis pero a partir del próximo enero el nuevo pastor de la archidiócesis de Newark- reflexionó el viernes pasado con America sobre las brisas renovadoras que se están experimentando en la Iglesia del Papa Francisco. 

"Creo -se podría discutir- que en pontificados previos no hubo la libertad como para decir este tipo de cosas", dijo el purpurado Tobin, a propósito del constante impulso al diálogo y entendimiento, y no la confrontación y división, en la edad de Bergoglio. "El Papa enseña. Cómo se interpreta corresponde a otro", afirmó, citando como ejemplo de fiel intérprete del Papa al cardenal Christoph Schönborn, a su juicio "uno de los grandes intelectos en el colegio cardenalicio".

Respecto a las críticas de los cardenales más reaccionarios al acercamiento de la Iglesia a las personas heridas por los fracasos de sus matrimonios, el cardenal Tobin aseveró que estos solo representan una perspectiva minoritaria en la Iglesia y que este Papa tiene muchos más admiradores que detractores.

"Pienso que la gente intuye que de lo que el Papa está hablando no es de una especie de catecismo con preguntas y respuestas", declaró Tobin, a propósito de las cinco dubia -preguntas que requieren un "sí" o un "no"- mandadas al Papa por los cuatro cardenales rebeldes. Más bien, el magisterio de Francisco -tal y como evidencia la Amoris laetitia, sobre todo- se trata, a su juicio, del "reconocimiento de la santidad de la conciencia, tal como la obligación de formarla, en la población católica".

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