Nos hemos acercado en vísperas de esta gran fiesta, a la que estamos todos invitados, a esta casa para hacerle a Seila algunas preguntas. Y esto nos ha respondido:
-Cuéntanos un poco tu historia y el descubrimiento de tu vocación…
-Nací en una familia de abuelos cristianos y padres liberales. A los 12 años caí de “casualidad” en la parroquia, atraída por mochilas grandes que salían de convivencia y por el comentario de unas compañeras de instituto que salían los viernes por la tarde a algo que se llamaba «confirmación»… Aquello me prendó e hizo que me quedara en la parroquia; no fueron las charlas, ni las misas, ni ninguna revelación mística, de todo eso estaba bastante «a por uvas». Sino el ambiente o el aire que se respiraba ahí; me sentía como si hubiese encontrado un oasis del que ya no quería salir.
Recuerdo mi juventud con mucha “angustia existencial”. La literatura, la poesía, la filosofía, ponían palabras a todo el drama que llevaba dentro… pero no respuestas. Comprendía sus gritos silenciosos, y de igual manera veía los ojos que me rodeaban y que ocultaban tanto como los míos.
¿Qué hacer? Mi alrededor se movía en planes de noviazgo, en qué carrera querías cursar, a dónde pensabas viajar… Y a mí todo eso se me hacía arena en las manos. Entonces se hacía patente entre tanto ruido la voz de mi abuela: “Reza por ellos, reza por tus padres; hija, hay que rezar por tantos por los que nadie reza…”.
El texto de la madre Teresa de Calcuta “TENGO SED DE TI” (“No estás solo, yo estoy contigo, no voy a separarme de tu lado, te amo tanto, lo sé todo y voy a encargarme de ello, tú solo quédate conmigo, y si caes, aquí te espero, no temas) me cautivó. Él llegó el primero a mi vida, y como expresa bellamente santa Teresa de Jesús, desde ese instante fui suya.
-¿Qué significa la profesión solemne?
-“María ha escogido la mejor parte y no se le quitará”. Estas palabras evangélicas me parece importante recordarlas hoy. Es el sello de la Iglesia, custodia y guardiana, el sí de mi comunidad, en lo bueno y en lo malo, el cumplimiento de las promesas de Dios que un día susurró en mi corazón, me desposaré contigo en amor y compasión. Y el fiat de mi persona en sus manos, nunca más yo desde ahora tú en mí.
-¿Por qué en las Clarisas y por qué en Ribadeo?
-No lo sé, esos son designios de Dios que va tejiendo los hilos de nuestras vidas en lo secreto. Sé el por qué dije que sí y vine a hacer una experiencia en esta casa: una apuesta, estaba muy “cansada y rendida” ¿Qué podía perder ya más?
Sé por qué me quedé, en primer lugar, sé que él no quería que me fuese, y eso lo sabía a ciencia cierta porque por mi parte todo me superaba y sólo quería salir corriendo…
Sé por qué perseveré, lo que es de Dios, supera todo obstáculo, simplemente, día a día se abre camino, se tomó su tiempo para cortejarme, para rendirme, para enamorarme, y un día sin darme cuenta ves que esta vida es como un “guante” que encaja a la perfección y que ya no quieres quitarte.
Sólo unas pequeñas pinceladas del carisma clariano, que repito, ni conocía ni me imaginaba que me constituyese hasta la médula… Minoridad (nuestra vida es sencilla, trabajamos con nuestras manos para ganar el pan nuestro y de los pobres); fraternidad (se vive en comunidad, en silencio comunitario, trabajo compartido, recreo fraterno); desapropio (de nuestros criterios y caminos individuales, somos un cuerpo y el latir es el de Cristo).
-¿Qué aporta la vida consagrada al mundo y a la Iglesia?
-Esperanza, la presencia viva de que “lo esencial es invisible a los ojos”, de un más allá que nos espera y urge a que ayudemos a otros a saber que no están solos. Que el amor todo lo da, y de que nuestras cruces, pequeñas o grandes, son la llave para entrar en la resurrección.
-Un mensaje para los jóvenes de hoy…
-“Dios escribe derecho en renglones torcidos”. Ahora es difícil ver y entender todo; lo que pasa dentro de ti, lo que ocurre fuera… tantas preguntas, tantas cosas que no te gustan, tantas decisiones que no sabes por dónde tirar… Sólo puedo decirte lo que me ayudó a mí. No estás solo, eres amado aunque no lo sientas, y sí hay un plan maravilloso preparado para ti, aunque no creo que sea como ahora te lo imaginas, como no lo fue para mí. Sólo te pido, CONFÍA, contra viento y marea, eres más fuerte de lo que crees, ten fe, y todo se irá aclarando como el agua cristalina que surge de una catarata. Tienes un GPS de serie en el corazón que te ayudará a llegar “al amor que todo lo da”.
¡Nos vemos en el camino!