"Esta semana nos puede ayudar a adentrarnos más en la humanidad de Cristo que nos une a todos" Celso Morga: "La persona en el centro de nuestro creer y nuestro vivir"
Hoy la unidad de nuestra fe nos pide que aportemos al mundo esa humanidad evangélica que es tan poco común en esta cultura y organización del mundo que impide que sea realmente una “una casa común”
La caridad y el compromiso por lo justo y lo humano ha de ser claramente una de las vías del ecumenismo y del diálogo interreligioso
Nuestro octavario nos servirá para suplicar en la oración la ayuda misericordiosa del Señor. Necesitamos que nos inspire los sentimientos de humanidad
Nuestro octavario nos servirá para suplicar en la oración la ayuda misericordiosa del Señor. Necesitamos que nos inspire los sentimientos de humanidad
| Celso Morga, Arzobispo Mérida-Badajoz
“Nos mostraron una humanidad poco común” (Cf. Hch 28,2))
Nos preside en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2020, un lema muy especial que nos habla de “humanidad poco común”. Un relato que refiere la acogida de Publio a los pasajeros de la nave que transportaba a Pablo a Roma, junto a los soldados y con algunos prisioneros más, tras sufrir una grave tempestad.
Un relato de gran actualidad si pensamos en las travesías de los emigrantes y refugiados en busca de puerto seguro en el Mediterráneo. Es un relato que claramente nos interpela a los cristianos para unirnos en la acción para tratar con solícita humanidad a cuantos nos piden ayuda y acuden a nuestras orillas existenciales demandando sentimientos verdaderamente humanos.
Los que emigran vienen de situaciones de padecimiento de males sociales y desórdenes que les obligan a huir, muchos por su fe o sus ideas, otros por situación económica y de supervivencia. Es necesario ayudar a esos países promoviendo en ellos el respeto a los derechos humanos, la libertad religiosa y el bienestar social que ahora no pueden legítimamente ofrecer a cuentos se ven obligados a emigrar.
Nuestro octavario nos servirá para suplicar en la oración la ayuda misericordiosa del Señor. Necesitamos que nos inspire los sentimientos de humanidad, y que por su Espíritu avancemos en las relaciones de nuestras comunidades cristianas para crecer en la caridad fraterna. Ha de ser lo propio de los que se reconocen bautizados e hijos de un mismo Padre, que nos ha creado y unido en su Hijo. Él quiere y da la vida para que se suprima la separación entre los pueblos, para saber reconocernos miembros de un mismo cuerpo, llamados a la misma salvación (Cf Ef 3,6).
Hoy la unidad de nuestra fe nos pide que aportemos al mundo esa humanidad evangélica que es tan poco común en esta cultura y organización del mundo que impide que sea realmente una “una casa común”, como nos ha iluminado la encíclica Laudato si. El mismo sínodo amazónico, ha puesto en el centro de la vida de nuestra Iglesia la necesidad de volver a lo natural y a lo humano, la feliz sobriedad a la que nos invita el evangelio en el camino a la verdadera salvación. Hoy toca reconciliarnos para lograr la verdadera armonía que hace que no sólo estemos conectados sino vinculados por esa humanidad, esos sentimientos de Cristo, que nos humanizan y nos salvan, en la clave de su encarnación, muerte y resurrección.
El octavario nos ayudará por el camino de la oración para volver a los sentimientos profundos de Cristo, para convertirnos a Él, y así poder ser buena noticia para el mundo desde la entrega fraterna en la construcción de la casa común, de la verdadera fraternidad universal. Esta semana nos puede ayudar a adentrarnos más en la humanidad de Cristo que nos une a todos y donde encontramos nosotros el referente de nuestro modo de ser, del mundo que necesitamos construir como casa común de todos.
Para nosotros en nuestra iglesia diocesana el lema propuesto enlaza perfectamente con nuestro proyecto pastoral y con el objetivo central que este año nos estamos proponiendo de querer vivir más intensamente la dimensión caritativa y social de nuestra fe. La caridad y el compromiso por lo justo y lo humano ha de ser claramente una de las vías del ecumenismo y del diálogo interreligioso. Nuestro evangelio, centrado en Cristo, nos invita a poner la persona humana en el centro de nuestra creer y nuestro vivir.
Seguro que Dios al vernos unidos en la oración a los cristianos pidiendo los sentimientos de Cristo nos ayudará a caminar más ligeros y libres por el camino de la unidad y de la comunión. Deseando que este octavario marque a nuestras comunidades cristianas en la oración por la unidad y el compromiso por lo más humano, para que sea lo más común, os saludo en Cristo.
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