Ya no es cristiano.

«Un cristiano que se solidariza con la parte opresora no es un verdadero cristiano. Un cristiano que defiende posiciones injustas solo por mantener su puesto ya no es cristiano». (16 de septiembre de 1979).

Claro, ya hemos oído y leído muchas veces la parábola del juicio final (Mt 25,31 ss) o el anuncio de la misión de Jesús con palabras del profeta Isaías (Lc 4,18 ss).  Por tanto, no debería extrañarnos que nuestro profeta, monseñor Romero, anuncie que nuestra posición y nuestras relaciones con las personas pobres son decisivas para nuestra identidad cristiana. 

Monseñor lo explica con claridad.   Ningún cristiano puede formar parte de la dinámica opresora. Ningún cristiano puede solidarizarse con la opresión del pueblo.  Todo cristiano debe oponerse a cualquier tipo de opresión.  Todo cristiano y toda cristiana tiene la responsabilidad de luchar por un mundo sin opresión. 

No asumir esos compromisos significa dejar de ser cristiano, aunque siga yendo a misa y rezando.

Lo que Monseñor dice acerca de la opresión (acoso, abuso, violencia) en cualquier ámbito de la vida, también puede aplicarse a toda forma de explotación económica.  Donde no se respetan los derechos laborales, donde no se facilitan condiciones higiénicas y de seguridad, donde se destruye la naturaleza, etc., se deja de ser cristiano.  Donde no se permite que las personas trabajadoras se unan en sindicatos independientes para luchar por sus derechos, también se deja de ser cristiano.  Si no se pagan los impuestos correspondientes a los niveles de ingresos, también se deja de ser cristiano.

Para ser cristiano o cristiana hay que luchar por acabar con el sistema explotador y opresor.  Solo un pueblo que toma conciencia de su papel histórico y que se organiza logrará avances en sus luchas.  Las grandes conquistas sociales de hoy en día en algunos países son el resultado de muchos años de lucha.   Donde no se lucha, el sistema se mantendrá porque está secuestrado por los poderes políticos y económicos (antiguos o nuevos).

Esta llamada está dirigida a cristianos que ostentan puestos de poder, ya sea económico, político o social. ¿Colaboran con la explotación y la opresión o se esfuerzan por detenerla y cambiar la situación?  Aquí entran todos los temas sociales y económicos, los mecanismos de exclusión y las políticas migratorias.  

Pero esta llamada también va dirigida a cristianos que están en la base de las organizaciones sociales: ¿nos callamos ante tanto atropello? ¿Cuestionamos a quienes están en el poder o dejamos que apliquen tranquilamente sus políticas? 

No basta con no solidarizarse con la opresión y la explotación.   Ser cristiano implica estar en primera línea de la lucha por un mundo diferente. 

Como dijo monseñor Romero, quien no se involucre de una u otra manera en la lucha social por la vida de las grandes mayorías, cercanas o lejanas, deja de ser cristiano.  La vida de los pobres (explotados y oprimidos) pone a prueba nuestra fe cristiana.   Dios nos habla a través de quienes sufren. ¿Qué haremos?  Diariamente tendremos que preguntarnos en qué trinchera estaremos hoy en esa lucha por la vida.

Cita 3, capítulo IV (los pobres), de El Evangelio de Mons. Romero.

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