Educación y Universidad Popular Católica
Este artículo tiene como base mi última experiencia académica y docente en Universidades de Perú, al igual que recoge y profundiza unos últimos mensajes que el Papa Francisco ha dirigido al mundo universitario, como son las Universidades Católicas. En este escrito, frente a las lógicas de la educación mercantilista y de poder que quiere dominar a la realidad educativa o universitaria, proponemos una educación y universidad popular, liberadora y trascendente. Es decir, al servicio de la verdad, de la belleza y del bien que sea más universal, del bien común y de los pueblos, de la civilización del amor, de la solidaridad, paz, justicia con los pobres de la tierra y ecología integral.
Como indicamos, siguiendo la enseñanza del Papa Francisco, el tiempo es superior al espacio y la Universidad debe servir a los procesos de los pueblos en su desarrollo humano integral, como sujetos protagonistas de su promoción liberadora y global. Es una educación y universidad católica al servicio de la fe en diálogo con la razón, de la cultura, fraternidad solidaria y de la justicia con los pobres que se encarna en lo real, en el mundo e historia. Ya que la realidad tiene la prioridad sobre la idea, es un proceso educativo y universitario que sirve al conocimiento, discernimiento y transformación de la realidad humana, social e histórica. En donde se hace cargo (carga y se encarga) de toda esta realidad de la humanidad y del mundo desde el principio-misericordia y el amor compasivo que asume las alegrías y sufrimientos, las injusticias y anhelos, los males y esperanzas de las personas, pueblos y de los pobres.
Emplea la lectura creyente de la realidad, la revisión de vida y el método de encuesta con el ver-juzgar-actuar para el discernimiento crítico, ético y espiritual de lo real con sus signos de los tiempos. Asumiendo los gozos y conflictos en la unidad fraterna de la vida, de la realidad de los pueblos crucificados por el mal e injusticia, la opresión y exclusión de los pobres de la tierra, la memoria de las víctimas de la historia. Ya que el todo es mayor que la parte, es una educación y universidad católica al servicio del amor fraterno universal con toda la humanidad y todos los pueblos, que promueve la civilización de la fraternidad solidaria y la mundialización de la paz, de la ecología integral y de la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente la civilización global del capital, de la guerra, de la competitividad y de la destrucción ecológica.
Un educación y universidad, pues, que se encarna en las culturas y luchas de los pueblos con sus movimientos populares, ciudadanos y sociales que buscan ese otro mundo posible, la globalización de la solidaridad y del desarrollo humano, sostenible e integral. Un estado mundial social de derecho-s, de justicia social-global con el respeto y promoción de los derechos humamos, sociales y ecológicos como son las 3 “t”, la tierra, trabajo y techo. La distribución justa de la tierra y de los recursos con el valor del destino universal de los bienes, que se sitúa por encima del derecho a la propiedad. En esta línea de justicia social y bien común, hay que implementar un sistema fiscal justo que reparte de forma equitativa todos estos bienes y recursos. El principio del trabajo decente y digno, con los derechos del trabajador como es un salario justo para él y su familia, que está antes que el capital, que el beneficio, productividad y competitividad. Los servicios públicos que aseguran estos derechos como son la vivienda digna e infraestructuras tales como las energías o transportes, como son el agua y la alimentación, la educación y cultura, sanidad y medicamentos, etc.
Es una educación y universidad que posee toda una sensibilidad humanista, crítica, ética, social y solidaria en la responsabilidad moral y compromiso ciudadano por los problemas, males e injusticias que padecen las personas, los pueblos y los pobres. Todo ello lleva a este estudio e investigación de la realidad humana, social e histórica con las causas de todos estos problemas, males e injusticias. Las culturas, ideologías e ideologizaciones que encubren lo real, la verdad real y deshumanizan, las relaciones inhumanas y las estructuras sociales de pecado. Los sistemas jurídicos, políticos y económicos inmorales, como son los fiscales, laborales y comerciales injustos, los mecanismos bancarios-financieros especulativos, usureros y perversos. Tal como lo sufren los pobres de la tierra, los grupos sociales y humanos más excluidos.
Como por ejemplo están padeciendo las mujeres más pobres y maltratadas, las víctimas de la trata y de la esclavitud infantil, los parados y trabajadores precarios, cada vez más empobrecidos. Los campesinos e indígenas, marginados y expoliados del buen vivir, de la ecología integral. Los hermanos migrantes y refugiados que se ven forzados a dejar sus pueblos, tierra y familia a causa de toda esta desigualdad e injusticia global del hambre, la pobreza y que tiene como consecuencia (es el caldo de cultivo de) las violencias como son las guerras. Violencias y guerras que son un negocio para el control, expolio y dominación de los recursos, del poder y de todos estos mercaderes de la muerte con su industria militar-bélica y venta de armas.
Por tanto, toda esta educación y universidad católica tiene un espíritu misionero, en salida hacia las periferias y reverso de la historia, es pobre con los pobres, en la opción por los pobres y con una epistemología desde el Sur empobrecido. En comunión de vida, bienes y lucha por la justicia con los pobres de la tierra. Es la conversión pastoral y misionera que lleva al estudio y cultura con la profecía: en el anuncio del Reino de Dios con su justicia liberadora con los pobres; y en la denuncia de todas estas desigualdades, males e injusticia que padecen los pueblos crucificados. Por tanto, que tiene unas cualidades creadoras, renovadoras de nueva evangelización y misión en sus métodos con nuevo ardor, que sin miedo ni temor se arriesga; que se ensucia y accidenta, como hospital de campaña, en el barro de la historia para curar y liberar de todas estas heridas, sufrimientos e injusticias. Ya que comprende que más vale una educación y universidad accidentada, manchada por la solidaridad y compromiso liberador del mal e injusticia, que estar quieta, ser purista, impasible, temerosa, cobarde y muerta, sin vida ni acción por la solidaridad y el Reino con su justicia.
Desde todo lo anterior, tenemos una educación y universidad madura, coherente y testimonial de la fe que es luz para los pueblos y los seres humanos, que atrae y enamora por esta vida de humanización, santidad y justicia con los pobres. Una educación y universidad testigo del seguimiento de Jesús con su Reino de amor, misericordia y vida; que sirve a la vida en todas sus fases y dimensiones, a la dignidad de la persona, a la realización y felicidad en este amor fraterno y misericordioso, en la paz, solidaridad, justicia, esperanza y trascendencia. Frente a la globalización de la indiferencia, la cultura del descarte y la geopolítica de la desesperanza. Esta educación y universidad sí se toma en serio, de forma coherente, la espiritualidad, la misión y la doctrina social de la iglesia con la promoción de la vocación de una familia y laicado adulto, maduro y militante: que son las claves que orienta lo católico en el mundo educativo y universitario.
Es la educación y formación integral de las personas con un sentido moral y católico en la inteligencia humana, social y espiritual. La cultura e inteligencia de la santidad en el amor fraterno y en pobreza solidaria con la comunión de vida, de bienes y de luchas por la justicia con los pobres de la tierra. Lo que nos libera de la mundanidad espiritual, del mal y pecado del egoísmo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, del poder y de la violencia en todas sus formas. Desde la fe, iglesia y los Papas como Francisco, soñamos, nos entregamos y comprometemos por otra educación y universidad posible, popular, católica y liberadora.
Como indicamos, siguiendo la enseñanza del Papa Francisco, el tiempo es superior al espacio y la Universidad debe servir a los procesos de los pueblos en su desarrollo humano integral, como sujetos protagonistas de su promoción liberadora y global. Es una educación y universidad católica al servicio de la fe en diálogo con la razón, de la cultura, fraternidad solidaria y de la justicia con los pobres que se encarna en lo real, en el mundo e historia. Ya que la realidad tiene la prioridad sobre la idea, es un proceso educativo y universitario que sirve al conocimiento, discernimiento y transformación de la realidad humana, social e histórica. En donde se hace cargo (carga y se encarga) de toda esta realidad de la humanidad y del mundo desde el principio-misericordia y el amor compasivo que asume las alegrías y sufrimientos, las injusticias y anhelos, los males y esperanzas de las personas, pueblos y de los pobres.
Emplea la lectura creyente de la realidad, la revisión de vida y el método de encuesta con el ver-juzgar-actuar para el discernimiento crítico, ético y espiritual de lo real con sus signos de los tiempos. Asumiendo los gozos y conflictos en la unidad fraterna de la vida, de la realidad de los pueblos crucificados por el mal e injusticia, la opresión y exclusión de los pobres de la tierra, la memoria de las víctimas de la historia. Ya que el todo es mayor que la parte, es una educación y universidad católica al servicio del amor fraterno universal con toda la humanidad y todos los pueblos, que promueve la civilización de la fraternidad solidaria y la mundialización de la paz, de la ecología integral y de la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente la civilización global del capital, de la guerra, de la competitividad y de la destrucción ecológica.
Un educación y universidad, pues, que se encarna en las culturas y luchas de los pueblos con sus movimientos populares, ciudadanos y sociales que buscan ese otro mundo posible, la globalización de la solidaridad y del desarrollo humano, sostenible e integral. Un estado mundial social de derecho-s, de justicia social-global con el respeto y promoción de los derechos humamos, sociales y ecológicos como son las 3 “t”, la tierra, trabajo y techo. La distribución justa de la tierra y de los recursos con el valor del destino universal de los bienes, que se sitúa por encima del derecho a la propiedad. En esta línea de justicia social y bien común, hay que implementar un sistema fiscal justo que reparte de forma equitativa todos estos bienes y recursos. El principio del trabajo decente y digno, con los derechos del trabajador como es un salario justo para él y su familia, que está antes que el capital, que el beneficio, productividad y competitividad. Los servicios públicos que aseguran estos derechos como son la vivienda digna e infraestructuras tales como las energías o transportes, como son el agua y la alimentación, la educación y cultura, sanidad y medicamentos, etc.
Es una educación y universidad que posee toda una sensibilidad humanista, crítica, ética, social y solidaria en la responsabilidad moral y compromiso ciudadano por los problemas, males e injusticias que padecen las personas, los pueblos y los pobres. Todo ello lleva a este estudio e investigación de la realidad humana, social e histórica con las causas de todos estos problemas, males e injusticias. Las culturas, ideologías e ideologizaciones que encubren lo real, la verdad real y deshumanizan, las relaciones inhumanas y las estructuras sociales de pecado. Los sistemas jurídicos, políticos y económicos inmorales, como son los fiscales, laborales y comerciales injustos, los mecanismos bancarios-financieros especulativos, usureros y perversos. Tal como lo sufren los pobres de la tierra, los grupos sociales y humanos más excluidos.
Como por ejemplo están padeciendo las mujeres más pobres y maltratadas, las víctimas de la trata y de la esclavitud infantil, los parados y trabajadores precarios, cada vez más empobrecidos. Los campesinos e indígenas, marginados y expoliados del buen vivir, de la ecología integral. Los hermanos migrantes y refugiados que se ven forzados a dejar sus pueblos, tierra y familia a causa de toda esta desigualdad e injusticia global del hambre, la pobreza y que tiene como consecuencia (es el caldo de cultivo de) las violencias como son las guerras. Violencias y guerras que son un negocio para el control, expolio y dominación de los recursos, del poder y de todos estos mercaderes de la muerte con su industria militar-bélica y venta de armas.
Por tanto, toda esta educación y universidad católica tiene un espíritu misionero, en salida hacia las periferias y reverso de la historia, es pobre con los pobres, en la opción por los pobres y con una epistemología desde el Sur empobrecido. En comunión de vida, bienes y lucha por la justicia con los pobres de la tierra. Es la conversión pastoral y misionera que lleva al estudio y cultura con la profecía: en el anuncio del Reino de Dios con su justicia liberadora con los pobres; y en la denuncia de todas estas desigualdades, males e injusticia que padecen los pueblos crucificados. Por tanto, que tiene unas cualidades creadoras, renovadoras de nueva evangelización y misión en sus métodos con nuevo ardor, que sin miedo ni temor se arriesga; que se ensucia y accidenta, como hospital de campaña, en el barro de la historia para curar y liberar de todas estas heridas, sufrimientos e injusticias. Ya que comprende que más vale una educación y universidad accidentada, manchada por la solidaridad y compromiso liberador del mal e injusticia, que estar quieta, ser purista, impasible, temerosa, cobarde y muerta, sin vida ni acción por la solidaridad y el Reino con su justicia.
Desde todo lo anterior, tenemos una educación y universidad madura, coherente y testimonial de la fe que es luz para los pueblos y los seres humanos, que atrae y enamora por esta vida de humanización, santidad y justicia con los pobres. Una educación y universidad testigo del seguimiento de Jesús con su Reino de amor, misericordia y vida; que sirve a la vida en todas sus fases y dimensiones, a la dignidad de la persona, a la realización y felicidad en este amor fraterno y misericordioso, en la paz, solidaridad, justicia, esperanza y trascendencia. Frente a la globalización de la indiferencia, la cultura del descarte y la geopolítica de la desesperanza. Esta educación y universidad sí se toma en serio, de forma coherente, la espiritualidad, la misión y la doctrina social de la iglesia con la promoción de la vocación de una familia y laicado adulto, maduro y militante: que son las claves que orienta lo católico en el mundo educativo y universitario.
Es la educación y formación integral de las personas con un sentido moral y católico en la inteligencia humana, social y espiritual. La cultura e inteligencia de la santidad en el amor fraterno y en pobreza solidaria con la comunión de vida, de bienes y de luchas por la justicia con los pobres de la tierra. Lo que nos libera de la mundanidad espiritual, del mal y pecado del egoísmo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, del poder y de la violencia en todas sus formas. Desde la fe, iglesia y los Papas como Francisco, soñamos, nos entregamos y comprometemos por otra educación y universidad posible, popular, católica y liberadora.