El arpa mágica



¡Feliz martes! Sí, no me he equivocado y debería haber escrito flauta. No te traigo hoy también música de Mozart como ayer. Si entonces vimos en acción a ese creador de gemas musicales que era el joven Wolfgang Amadeus hoy te traigo a un creador nato de melodías. Yo creo que puede afirmarse sin género de dudas que nuestro maestro de hoy ha dado a la historia de la música las más memorables melodías jamás compuestas. En el momento que te diga su nombre coincidirás conmigo.

Ese nombre es Franz Schubert (1797-1828), maestro austríaco nacido en Viena. Yo creo que puede decirse que Schubert era un compositor plenamente vienés ya que allí nació y murió y toda su corta vida la desarrolló en la capital. A pesar de ello Viena no termina de reconocerlo como se merece. En su época, su música era solo apreciada en la estima adecuada por un pequeño círculo de amigos. Esos amigos lo llamaban cariñosamente Schwammerl y continuamente estaban financiando su música para que pudiese desarrollar una carrera por lo demás siempre precaria y llena de penalidades. En sus últimos días se deterioró su salud lo que le llevó a una prematura muerte con 31 años. Oficialmente se le diagnosticó fiebre tifoidea pero parece ser que la causa de su fallecimiento fue la sífilis. La última composición que decidió escuchar fue el «Cuarteto n.º 14» de Beethoven. Un amigo comentó que el rey de la armonía (Beethoven) había venido en ayudar en el momento de su muerte al rey de la canción (Schubert). Como este pidió se enterró cerca de la tumba del genio de Bonn.

Este genio de la melodía y la canción nos trae hoy la obertura de El Arpa Mágica, D. 644. Su arte le dio para componer óperas y nunca dejó de hacerlo de forma incansable. Se apartó de ello para componer el melodrama «El arpa mágica» en solo dos semanas de 1820. Desde el primer momento no fue comprendida por los críticos y desapareció del repertorio. Luego, Schubert usó la obertura de hoy para su «Rosamuda». A pesar del rechazo esta pieza fue un punto capital en la música del maestro ya que tuvo que concentrarse plenamente en dejar a un lado sus queridas canciones para ir a la música orquestal más pura. Dicho lo dicho, la obertura está llena de ese intenso lirismo del maestro y ese optimismo a que nos tiene acostumbrados.

La partitura de la obertura puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Orquesta de Cámara de Europa dirigida por Claudio Abbado.

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