VENDER HUMO
El fraude de cada 22 de diciembre
| Olga Compte
La lotería… La memoria me condujo a la novela del guatemalteco Miguel Ángel Asturias: El señor presidente. En la trama, la lotería se convierte en la única fuente de esperanza mínimamente fiable en el marco de una dictadura caracterizada por una vida caótica y bajo el yugo del capricho y despotismo del señor presidente.
La lotería… ¿Por qué despertará tanta devoción? Devoción, sí, porque hacer colas de no sé cuánto tiempo para comprar unos décimos de un sorteo en el cual la probabilidad de que te toque es de 1 sobre 100.000, necesita de fe, devoción y alguna cosa más.
Esa cosa más, me da por llamarla injusticia y mal gobierno. Si el derecho a la vivienda y al trabajo recogidos en nuestra Constitución fueran eso, un derecho, y no una lotería, quizá la cola de la serpiente se convertiría en gusanillo. Quizá los españoles no se gastarían una media de 60€ en ese sorteo, quizá los medios de comunicación públicos no se atreverían a darle espacio en el telediario a semejante acontecimiento.
La lotería… Un acontecimiento mediante el cual Hacienda recaudó 188 millones de euros en 2018. Y pese a eso, ni vivienda para todos, ni trabajo para todos, ni na de na. A cambio, un Estado convertido en el mayor promotor de los juegos de azar, de los que saca una buena tajada: 1.340 millones de euros en impuestos durante el ejercicio de 2018, cifra que se obtiene tanto de los juegos públicos como de los privados, entre los que se encuentran las casas de apuestas, esas mismas que proliferan en los barrios más humildes y sobre todo, entre nuestros jóvenes.
Y si con esto aún le quedan ganas de comprar lotería, un último apunte: el 70% de los agraciados en lotería acaban empobrecidos en cinco años y con los lazos familiares y de amistad más que rotos.
La lotería… Un invento del año 1812 ¡Doscientos siete años de experiencia! A estas alturas hay suficientes evidencias que nos permiten concluir que la lotería no resuelve la vida de los ciudadanos. Los problemas permanecen igual que permanece la lotería. Señores del Gobierno, menos lotería y mejor gobierno. Menos individualismo y más bien común.