Eucaristía por la Democracia en Guatemala "amenazada" Félix Antonio Calderón: "Nuestra frágil democracia está siendo seriamente amenazada desde el mismo Estado guatemalteco"

Félix Antonio Calderón
Félix Antonio Calderón

"Vivimos un momento de alta tensión social que amenaza la paz entre los guatemaltecos. Nuestra frágil democracia está siendo seriamente amenazada desde el mismo Estado, que debería ser el principal responsable de custodiarla y consolidarla"

"Estas dos grandes actitudes, libertad y esperanza, son las que nos sostienen de pie y con la mirada hacia adelante en medio de la adversidad y de la crisis social y ética que hoy vivimos, soñando con un país distinto y mejor, donde nadie sea excluido de las oportunidades del desarrollo humano e integral para vivir con dignidad"

"Esta es la gran invitación que hoy el Señor Jesús nos hace: salir a sembrar, en medio del caos y la crisis social, la semilla del reino que es justicia y paz"

"De nosotros depende que no nos dejemos robar la esperanza. Que nunca nos roben la posibilidad de una nueva primavera democrática, el gran sueño de todos los guatemaltecos"

El pasado día 16, la diócesis de San Francisco de Asís de Jutiapa, con su obispo Félix Antonio Calderón al frente, celebró una eucaristía "por la democracia en Guatemala", como como signo de apoyo a la democracia en el contexto de la crisis electoral de los últimos días que se vive en el país centroamericano.

Texto íntegro de la homilía de monseñor Calderón

Hermanas y hermanos, nuestra Patria está en crisis. Vivimos un momento de alta tensión social que amenaza la paz entre los guatemaltecos. Nuestra frágil democracia está siendo seriamente amenazada desde el mismo Estado, que debería ser el principal responsable de custodiarla y consolidarla. Esta situación de alto riesgo para la convivencia pacífica entre los guatemaltecos nos ha urgido, al obispo y presbiterio, a reunirnos frente a nuestra histórica catedral esta mañana del domingo 16 de julio, en el décimo quinto domingo del tiempo ordinario, para celebrar esta Eucaristía, expresión de nuestra comunión eclesial y de nuestra solidaridad con la sociedad guatemalteca, para pedir “por la democracia en Guatemala”.

Catedral de Jutiapa

Pablo, el misionero de Jesús y maestro de los pueblos se hace presente entre nosotros esta mañana, para ayudarnos a entender los “tiempos recios” que hoy vivimos, los cuales se insertan en esa dinámica de la humanidad o de “la creación que ahora está sometida al desorden”, (Rom 8, 20), al caos, al fracaso, al sin sentido de la historia, por el desorden egoísta del hombre (Rom 8,9); desde los designios de Dios le anuncia “la esperanza de que va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Rom 8, 21). 

Hermanos y hermanas, cuando en el horizonte de nuestro caminar, nubarrones se ciernen sobre nosotros, que se traducen en “los sufrimientos de esta vida”, (Rom 8, 18), especialmente para los humildes y sencillos, los más vulnerables y empobrecidos, “que gimen con dolores de parto” (Rom. 8, 22), a todos nos debe animar “la esperanza” y el afán de “compartir la libertad”. Estas dos grandes actitudes, libertad y esperanza, son las que nos sostienen de pie y con la mirada hacia adelante en medio de la adversidad y de la crisis social y ética que hoy vivimos, soñando con un país distinto y mejor, donde nadie sea excluido de las oportunidades del desarrollo humano e integral para vivir con dignidad.

Los acontecimientos que hemos vivido estos días, en un intento fallido de dar al traste con la democracia, constituyen para nosotros, los discípulos misioneros de Jesús y para todo ciudadano y ciudadana que deseen expresar su amor por esta patria que nos vio nacer, una gran oportunidad para salir a sembrar la semilla del Reino, al estilo de Jesús, “en la tierra buena” de la sociedad guatemalteca con la esperanza de obtener una cosecha abundante, conscientes de que la fuerza de Dios dará su fruto: “unos el ciento por uno, otros, el sesenta y otros, el treinta” (Mt 13, 23). 

Jutiapa
Jutiapa

Esta es la gran invitación que hoy el Señor Jesús nos hace: salir a sembrar, en medio del caos y la crisis social, la semilla del reino que es justicia y paz, amor y solidaridad, fraternidad y amistad social, como los grandes componentes éticos de un Estado al servicio del bien común y de una genuina democracia como el mejor sistema de convivencia para nuestra nación.

Nuestra presencia aquí esta mañana, hermanos y hermanas, no está motivada por una opción política partidaria, sino por el firme compromiso que tenemos con nuestro país por fortalecer el sistema democrático participativo y representativo de los pueblos y sectores de la vida nacional. 

Nuestra opción es por una “mejor política puesta al servicio del verdadero bien común” (FT 154), que contribuya eficientemente a una paz firme y duradera, al logro de un desarrollo humano social, integral y sostenible. Nosotros le apostamos a “una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas”, como nos enseña el papa Francisco (FT 177). Esas fuerzas “viciosas” que dañan nuestras instituciones han sido impuestas por los grupos de poder oscuros que acechan al Estado de Derecho, que se nutren de la corrupción, se amparan en la impunidad y han venido cobrando fuerza hasta el punto de poner en riesgo la paz social.

“Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política”, que se dan en nuestro país por partidos y dirigentes carente de ética y de proyectos de país, nosotros creemos que “la grandeza política se muestra cuando”, en momentos difíciles como los que estamos viviendo, “se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” (FT 178).

Esta es la razón principal por la que hemos querido reunirnos esta mañana alrededor del banquete eucarístico dominical, es decir, para que en la escucha de la Palabra y en el partir el Pan pensemos “en el bien común a largo plazo”, el cual debe ser alcanzado por la política como el mejor camino para vivir la caridad, la fraternidad y el amor.

En este momento crucial para nuestra Patria, nos encomendamos a la intercesión de Nuestra Señora de Lourdes, que vela por los pobres y humildes de la tierra; de san Francisco de Asís, el santo de la creación y del diálogo; de san Romero de América, el santo promotor de los derechos humanos; y de los beatos mártires de nuestra Iglesia en Guatemala, que con el derramamiento de su sangre hicieron más sagrada esta tierra bendita que nos vio nacer. Que ellos también nos acompañen en este momento histórico cuando nuestra Patria está en crisis para estar a la altura de las circunstancias. De nosotros depende que no nos dejemos robar la esperanza. Que nunca nos roben la posibilidad de una nueva primavera democrática, el gran sueño de todos los guatemaltecos.

Continuemos hermanos y hermanas con nuestra Eucaristía, ahora profesando nuestra fe en el Dios que acompaña a su pueblo porque ha visto la opresión en que vive, ha oído sus quejas contra los opresores, se ha fijado en sus sufrimientos y ha bajado a liberarlos. (Ex. 3, 7-8). Este es el Dios de Jesús de Nazaret que ha llegado hasta nosotros sembrando la semilla del Reino.

Monseñor Calderón

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