El presidente del episcopado, Óscar Ojea, expresa su preocupación por la situación del país La Iglesia argentina advierte de que la desigualdad "es muy grande y peligrosa para nuestro futuro"
"No podemos entregarnos con las manos atadas a una economía que mata", insiste Ojea, el también obispo de San Isidro
"Las causas estructurales de la pobreza residen ante todo en la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera"
"Esto no significa condenar al capitalismo, lo que la Iglesia rechaza es la absolutización ideológica del mercado"
"Debemos acompañar el esfuerzo impresionante que está haciendo el Papa Francisco como líder mundial, buscando establecer normas éticas en el sistema financiero internacional"
"Esto no significa condenar al capitalismo, lo que la Iglesia rechaza es la absolutización ideológica del mercado"
"Debemos acompañar el esfuerzo impresionante que está haciendo el Papa Francisco como líder mundial, buscando establecer normas éticas en el sistema financiero internacional"
| RD/Valores Religiosos
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, el obispo Oscar Ojea, advirtió que “el grado de desigualdad social en que estamos sumergidos es muy grande y peligrosísimo para nuestro futuro” y consideró “imprescindible recuperar la pasión para poder afrontar el desafío que nos presenta en este tiempo sumamente difícil y duro para los argentinos”.
Ojea formuló estos conceptos al hablar en la apertura de una nueva edición de la tradicional Semana Social que anualmente organiza la Iglesia en el Hotel 13 de Julio, Mar del Plata, de la que participan políticos, dirigentes empresarios y sindicalistas y que esta vez tiene como tema “Trabajo: Clave para el desarrollo humano integral”.
Entre las autoridades presentes se contaron el ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Joaquín de la Torre; el secretario de Culto de la Nación, Alfredo Abriani; el intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, además del ex ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el titular de la Pastoral Social, el obispo Jorge Lugones.
La Iglesia no rechaza el capitalismo sino la "absolutización ideológica del mercado"
“Las causas estructurales de la pobreza residen ante todo en la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera. Esta autonomía está defendida por ideologías que niegan el derecho de control de los Estados encargados de velar por el bien común”, afirmó Ojea.
“Esto -aclaró- no significa condenar al capitalismo, lo que la Iglesia rechaza es la absolutización ideológica del mercado, el que este se convierta de medio en fin y que se lo propugne como autorregulado y aún como regulador de toda la vida social”.
Acompañar el "esfuerzo impresionante" del Papa
Por eso, consideró que “debemos acompañar el esfuerzo impresionante que está haciendo el Papa Francisco como líder mundial, buscando establecer normas éticas en el sistema financiero internacional. Acentuando la responsabilidad de los Estados Nacionales para poner límites al poder de las empresas multinacionales”.
“Un ejemplo plausible de este pensamiento es la convocatoria a los economistas para el mes de marzo en la ciudad de Asís, ciudad símbolo de encuentro y fraternidad, para buscar los caminos de humanización de este sistema capitalista que vivimos para construir una economía en función del hombre y no la de poner al hombre al servicio de la economía”.
"La economía que mata"
Señaló al respecto que “el Santo Padre piensa que esto abrirá el camino para la creatividad de la acción política a la que él siempre coloca por encima de la economía ya que ésta se ocupa de los medios y la política de los fines. No podemos entregarnos con las manos atadas a una economía que mata”.
“Esta lucha debe llevarse adelante con una auténtica pasión, llevando en nuestro corazón y en nuestra vida los rostros concretos de los hermanos que sufren esta cultura del descarte en la que estamos sumidos y que produce una gravísima inequidad entre nosotros pudiéndonos llevar a odios, heridas y resentimientos difíciles de conciliar”.
También destacó la importancia de “la pasión por el encuentro de los argentinos y por la paz entre los argentinos. Esta pasión incluye un desafío cultural y para poder enfrentarlo, es indispensable crear espacios de pensamiento y de diálogo aún en este tiempo en que lo inmediato parece ganarlo todo. Hoy más que nunca es imprescindible detenerse a pensar”.
“Mucho más cuando se ha desarrollado entre nosotros un estilo de pensamiento emocional, lleno de prejuicios, poco flexible, muy cerrado”, aseveró.
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