"No había ningún carisma, nunca Dios los llamó a nada, fuimos engañados y fue una vil secta" Orbegozo: “Nadie en la Iglesia nos había escuchado a las víctimas del Sodalicio hasta que llegaron Scicluna y Bertomeu”

La supresión del Sodalicio es el término de una lucha, larguísima en mi caso, cuando hace dieciséis años que salí de la comunidad. Es una procesión muy larga que he tenido que cargar por momentos solo, por momentos acompañado, y en este último tiempo, gracias al accionar de Paola Ugaz, que siempre estuvo del lado de las víctimas, y de Pedro Salinas
Nadie antes en la Iglesia nos había escuchado como víctimas hasta que llegaron Charles Scicluna y Jordi Bertomeu. Ambos fueron superempáticos con todas las víctimas, no hay ni una sola de ellas –y me hago voz de todas– que no hayamos percibido esa calidez humana, esa empatía, esa cercanía, ese ponerse nuestros zapatos y estar muy cuidadosos en los detalles para poder entender este fenómeno de la violencia
| Renzo Orbegozo
La supresión del Sodalicio es el término de una lucha, larguísima en mi caso, cuando hace dieciséis años que salí de la comunidad. Es una procesión muy larga que he tenido que cargar por momentos solo, por momentos acompañado, y en este último tiempo, gracias al accionar de Paola Ugaz, que siempre estuvo del lado de las víctimas, y de Pedro Salinas.
Fue Paola la que le pide al Santo Padre que envíe la Misión Especial para poder investigar sobre los distintos abusos que habíamos sufrido. Nadie antes en la Iglesia nos había escuchado como víctimas hasta que llegaron Charles Scicluna y Jordi Bertomeu. Ambos fueron superempáticos con todas las víctimas, no hay ni una sola de ellas –y me hago voz de todas– que no hayamos percibido esa calidez humana, esa empatía, esa cercanía, ese ponerse nuestros zapatos y estar muy cuidadosos en los detalles para poder entender este fenómeno de la violencia.
En lo personal, le agradecería en ese orden primero a Paola y a Pedro, que fueron los que elevaron nuestra voz. En segundo lugar, al Papa Francisco por haber escuchado el clamor de Paola y mandar la Misión Especial. Definitivamente un agradecimiento muy, muy especial a la misión Scicluna-Bertomeu por habernos escuchado. Y finalmente, en lo personal, a monseñor Bertomeu, quien creo que, más allá de la responsabilidad recibida por el Santo Padre, ha tenido un gesto de cercanía y humanidad con cada una de las víctimas.

De manera particular, yo me he sentido siempre muy acompañado espiritualmente, amicalmente, siempre abierto 24/7 para escuchar mis preocupaciones personales, espirituales y en este proceso de disolución del Sodalicio. Eso ha significado para todas las víctimas que, finalmente, fuimos escuchadas por la Iglesia, y que la Iglesia se ha manifestado de manera empática, ha reconocido y ha valorado nuestros testimonios, que han servido para finalmente suprimir al Sodalicio.
"Fuimos engañados, fue una vil secta"
Porque en el Sodalicio no había ningún carisma, nunca hubo vocación sodálite, nunca Dios los llamó a nada, fuimos engañados y fue una vil secta. El Sodalicio fue una secta. Y todos fuimos engañados. Esto también le da sentido, un poso de alivio a esta culpa que, como víctimas, hemos venido cargando durante toda nuestra vida por haber malgastado nuestros mejores años en esta secta.
Yo, en lo personal, lo he cargado, lo he sufrido, me he autoincriminado y culpado por haber sido tan sordo. De no haber escuchado las recomendaciones de mis padres. Pero sí es una reivindicación de esta lucha porque ahora reconoce también la Iglesia que fui vilmente engañado.

Y por último, era un compromiso con la sociedad de no quedarme tranquilo mientras existan todos estos centros de abuso que pueden dañar futuras generaciones. Y por los hijos de los que han sido víctimas, jóvenes, niños, manipulando por un grupo sectario el deseo de sentido por la vida que tiene todo joven. Que lo único que buscaba este grupo era el control de tu propia vida para sus fechorías, para sus propios objetivos de misión sectaria figariana.
Los conocemos. Son conocidos por todos. Y, por último, también que como católico yo no iba a descansar sabiendo que había una secta malusando el nombre de 'católico' para beneficios económicos propios y para seguir embaucando a nueva gente. La fotito de Figari y Doy con el papa Juan Pablo II que había en las comunidades era una de las principales falsas seguridades que nos daban a los jóvenes para poder confiar en estos sujetos.

Nuevamente mis agradecimientos a Pedro Salinas, Paolo Ugaz, Martin Scheuch, José Enrique Escardó, Elise Anne Allen, de Crux, al Santo Padre, evidentemente, a sor Simona Brambilla, y a la manera afectiva y cordial de la misión Scicluna-Bertomeu.
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