El asno de Sancho Panza
Don Quijote replica a Sancho Panza, que desea abandonarle tras la aventura del rebuzno: «Asno eres, y asno has de ser, y en asno has de parar cuando se te acabe el curso de la vida; que para mí tengo que antes llegará ella a su último término que tú caigas y des en la cuenta de que eres bestia.», II.28.17. Nótese la ya sabida conformidad de Sancho con este juicio de su amo: «—Digo que en todo tiene vuestra merced razón—respondió Sancho—y que yo soy un asno.», I.25.50.
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asn-: asnales: 1; asnalmente: 1; asno: 93: [asno eres: 1; el asno de Sancho Panza: 1; yo soy un asno: 1]; asnos: 5
asnalmente (testimonio cervantino en 1605, de asnal, con derivación humorística en -mente, por analog. con escuderilmente) adv. 'en relación con un asno'
|| caballero asnalmente: 'a caballo sobre un asno' • «En lo del asno reparó un poco don Quijote, imaginando si se le acordaba si algún caballero andante había traído escudero caballero asnalmente; pero nunca le vino alguno a la memoria», I.7.21.
asno (doc. 1076, del lat. asinus ) m. «Animal conocido, doméstico y familiar al hombre, de mucho provecho y poco gasto, de grande servicio y que no da ruido, salvo cuando rebuzna, que aquel rato es insufrible. No ha menester trabas ni maniotas, porque no da coces ni es malicioso, un niño le lleva donde quiere, no huye aunque se suelte, a todos ministerios se acomoda, con él nos acarrean el pan y el vino y las demás vituallas, él trae la rueda de la noria, el agua del río, muele en la tahona, lleva el trigo al molino y lo vuelve harina, limpia la casa de la basura y estercola el campo, acarrea materiales para los edificios, a veces ara y a su tiempo trilla y recoge la mies; todo esto con gran paciencia y simplicidad, porque, según refiere Aristóteles, lib. 3, cap. 20, de Historia animalium, no tiene hiel.», Cov. 156.b.8. • «Es el asno símbolo del criado que ha de andar mantenido y vestido, ocupado y castigado», Cov. 157.b.24.
|| ASNO DE SANCHO:
Para Sancho, su asno vale dos veces más que Rocinante: «verdad es que no tengo rocín; pero tengo un asno que vale dos veces más que el caballo de mi amo… A burla tendrá vuesa merced el valor de mi rucio; que rucio es el color de mi jumento.», II.13.9. Su etopeya, que corresponde con la del prototipo de Covarrubias, hace innecesaria su prosopografía, que se reduce a su color rucio: «pensaba llevar un asno que tenía muy bueno, porque él no estaba duecho a andar mucho a pie.», I.7.21; lo roban, I.23; su amo lo encuentra, I.30; comentarios de Sansón Carrasco sobre el olvido de Cervantes y nuevos relatos de este hecho, II.3, II.4, II.27. ® rucio
|| asno eres y asno has de ser, y en asno has de parar, II.28.17. Gaos cree que hay que invocar como precedente de esta frase proverbial la fórmula litúrgica del miércoles de Ceniza: «quia pulvis es et in pulverem reverteris». Me parece más acertado el precedente paremiológico judeoespañol invocado por Clemencín, cuya estructura es trimembre y cuyo léxico se asocia mejor con el de esta locución: «Asno fuiste y asno serás, y toda tu vida paja comerás».
Es muy posible que al poner esta frase proverbial en labios de don Quijote para calificar a Sancho, Cervantes haya tenido en cuenta un texto fundamental del doctor Huarte de San Juan en su Examen de ingenios de 1574, texto que explica en gran parte la etopeya de Sancho: «Más acertado sería, a estos hombres que el vulgo neciamente llama ángeles del cielo, decir que son asnos de la tierra. Porque, entre los brutos animales, dice Galeno que no hay otro más tonto ni de menos ingenio que el asno, aunque en memoria los vence a todos: ninguna carga rehúsa, por donde lo llevan va sin ninguna contradicción, no tira coces ni muerde, no es fugitivo ni malicioso, si le dan de palos no se enoja, todo es hecho al contento y gusto del que lo ha menester. Estas mesmas propriedades tienen los hombres a quien el vulgo llama ángeles del cielo, la cual blandura les nace de ser necios y faltos de imaginativa y tener remisa la facultad irascible. Y ésta es muy grande falta en el hombre y arguye estar mal compuesto.», HdeSJ, p. 536-537.
DQ replica a SP, que desea abandonarle tras la aventura del rebuzno: «Asno eres, y asno has de ser, y en asno has de parar cuando se te acabe el curso de la vida; que para mí tengo que antes llegará ella a su último término que tú caigas y des en la cuenta de que eres bestia.», II.28.17. Nótese la ya sabida conformidad de Sancho con este juicio de su amo: «—Digo que en todo tiene vuestra merced razón—respondió Sancho—y que yo soy un asno.», I.25.50. Conformidad que remacha un poco más fuerte en la circunstancia presente: «—Señor mío, yo confieso que para ser del todo asno no me falta más de la cola; si vuesa merced quiere ponérmela, yo la daré por bien puesta, y le serviré como jumento todos los días que me quedan de mi vida. Vuesa merced me perdone y se duela de mi mocedad, y advierta que sé poco, y que si hablo mucho, más procede de enfermedad que de malicia; mas quien hierra y se enmienda, a Dios se encomienda.», II.28.19.
|| asno sardesco: 'asno pequeño'. Se compara con él al asno del estandarte de los del pueblo del rebuzno, II.27.6. ® jumento.
||…asno…|| Cuidados ajenos matan al asno: ® ajenos
|| el asno de Sancho Panza: «Kon esta preposizión «de», ke da maior fuerza, se hazen frases a dos sentidos: … De akí naze la grazia de anbiguedad: «El asno de Antón», por: el asno ke tiene, o por el mesmo Antón, llamándole asno. «La burra de Xuana», por: ella o por su burra. «El rrozín del dotor», «La mula del kanónigo», por uno i otro.», Corr. 617.a. • Vuelta definitiva a su lugar: «—Venid, mochachos, y veréis el asno de Sancho Panza más galán que Mingo, y la bestia de don Quijote más flaca hoy que el primer día.», II.73.14. ® bestia
|| la culpa del asno: ® culpa
|| lo diera del asno: 'le llamara asno': «Comúnmente con este nombre de asno afrentamos a los que son estólidos, rudos y de mal ingenio, a los bestiales y carnales.», Cov. 157.b.3. • Cervantes no desea maltratar a su plagiario: «Quisieras tú que lo diera del asno, del mentecato y del atrevido; pero no me pasa por el pensamiento: castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya.», II.Pról.1. ® lo
|| mi asno… le suelo llamar el rucio: Sancho practica la litote al hablar de su asno: «—Mi asno—respondió Sancho—, que por no nombrarle con este nombre, le suelo llamar el rucio…», II.33.24.
|| no es la miel para la boca del asno ® miel
|| [que el asno]: acomodarle de más honrada caballería [que el asno]: «determinó que [Sancho] le llevase [el asno], con presupuesto de acomodarle de más honrada caballería… quitándole el caballo al primer descortés caballero que topase», I.7.21. Don Quijote olvida esta promesa. Aunque tuvo una ocasión de cumplirla tras la victoria sobre el Caballero de los Espejos, en II.14, no la aprovechó.
|| un asno cargado de oro: ® oro
|| yendo sobre el asno, le buscaba: ® buscar el asno
Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005-2007.