“Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre»” (Jn 6, 55-58).
Como apotegmas contundentes resuenan las palabras que Jesús pronunció en Cafarnaúm y que escandalizaron a muchos, porque no las comprendieron, o porque las interpretaron de manera literal: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”.
Los católicos creemos en la Eucaristía, sacramento de la presencia real del Señor, y oblación permanente de Jesucristo ante su Padre para perdón de los pecados de la humanidad. A su vez, Jesucristo, por su encarnación, ha hecho del hombre sacramento suyo, de tal forma que lo que hagamos al prójimo, a Él se lo hacemos.
Adorar el Sacramento es un movimiento creciente, y la presencia viva del Señor sigue atrayendo a muchos hacia Él, demostrándose la acción de la gracia sin intervención humana. André Frossard, Paul Claudel, Jean-Marie Lustiger y Edith Stein entre muchos otros, se convirtieron al catolicismo por experiencias que habían tenido ante la Eucaristía.
Adora al Santísimo Sacramento y sé solidario con quien tiene alguna necesidad.