¿Practicas las cuatros dimensiones de la jornada de Jesús? V Domingo del Tiempo Ordinario "B"
“Y enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar” (Mc 1, 29-35).
Al pasaje del Evangelio de san Marcos se le ha llamado “una jornada de Jesús”. Observamos que se citan cuatro lugares concretos: la sinagoga, la casa de Simón y Andrés, la puerta de la casa y un lugar solitario. Cada uno de estos espacios tiene una resonancia diferente. La sinagoga hace referencia a la oración pública; la casa de Pedro, a la vida íntima y familiar; la puerta de la casa, al atardecer, una vez se ha pasado el sabbat, la misión pastoral; el lugar solitario, el espacio de oración personal.
Si aplicamos los parámetros a los que alude el evangelista a nuestra vida, se nos invita a la relación orante comunitaria, a las relaciones sociales amistosas o familiares, a la tarea y trabajo profesional, y a la dimensión interior de relación con Dios.
Cabe afirmar la necesidad de celebrar el día del Señor, de mantener el trato afectivo de pertenencia familiar o de amistad, de ser solidario con las necesidades sociales, sin abandonar el cultivo de la vida interior, referida en el Evangelio, al señalar el lugar solitario y desierto. Cada vez se siente más la necesidad, tanto de pertenencia a algún grupo cristiano, cuanto a retirarse a espacios naturales y contemplativos.
¿Practicas las cuatros dimensiones de la jornada de Jesús?
