“Que los montes traigan paz, y los collados justicia. Baje como lluvia sobre el césped, como llovizna que empapa la tierra.En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra” (Sal 71, 4.6-8).
“Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.” (Antífona 17 de diciembre).
En la Liturgia, hoy comienza la cuenta atrás para la Navidad. Esto se expresa especialmente en el canto de Vísperas, con las antífonas conocidas como las antífonas de la “O”. Al reflexionar sobre este tiempo, hacíamos referencia a los árboles de hoja perenne, como signo del desierto transformado en vergel. El mejor árbol es simbólico: el tronco de Jesé, del cual brota el Mesías.
La gracia, la invitación a acoger la Palabra, se convierte en orvallo, esa llovizna suave que hace germinar la semilla y dar fruto. Durante todo el Adviento, la Palabra de Dios ha sido sembrada en nuestro campo. Ahora es el momento de reconocer los frutos, entre los cuales destaca la Sabiduría, un don que nos da la certeza de sabernos amados por Dios.
Pide el don de Sabiduría.