Artística y espiritualmente limitada "Ben Hur". Nueva adaptación simplificada a la búsqueda del gran publico
(Peio Sánchez).- Nueva adaptación, y va la cuarta, de la novela "Ben-Hur" de Lewis Wallace editada en 1880. En este caso con la intención de atraer de forma conjunta al nuevo público que desconoce la historia y a los nostálgicos de la épica de William Wyler en la famosa adaptación protagonizada por Charlton Heston en 1959 y que ganó 11 premios Óscar.
Las opciones de la producción se mueven en tres direcciones. Por una parte aligerar la historia de 212 minutos de la clásica a los 125 de la nueva dejando de lado algunas tramas secundarias. Relanzar las posibilidades de efectos especiales en la inolvidable carrera de cuadrigas y en la batalla naval convocando empresas especialistas como NASCAR y Formula One YouTube. Así como introducir la novedad de mostrar el rostro de Jesús, que había permanecido oculto en todas las adaptaciones.
El argumento se basa la vieja rivalidad entre hermanos y los vericuetos por los que discurre. Alrededor del año 25, Judah Ben-Hur - interpretado por Jack Huston, famoso por su presencia en series de TV como "Boardwalk Empire"- es un príncipe judío que tiene como mejor amigo y hermano adoptivo a Messala- Toby Kebbell en otro guiño al público joven de "Los cuatros fantásticos". Su amistad se ve separada por Messala, que quiere avanzar en su carrera militar y solicita información a su amigo sobre los movimientos de los rebeldes judíos.
Ben-Hur se niega a denunciar a su pueblo y ofrece camino de paz. Tras la separación Judah se convierte en líder de su pueblo como hombre de paz felizmente casado con Esther (Nazanin Boniadi) a la vez que tiene bajo su protección a su madre Naomi (Ayelet Zurer) y a su hermana Tirsa Ben-Hur (Sofía Blak-D'Elia). Pero la armonía se termina cuando Ben-Hur en incriminado falsamente de atentar contra el gobernador romano, Poncio Pilato (Pilou Asbæk). Messala es el encargado de imponerle como pena navegar como esclavo-remero en una galera romana y hacer prisioneras a su madre y hermana.
Este tiempo de dolor y sufrimiento hace crecer en Ben-Hur los deseos de venganza. Estos se podrán concretar tras una encarnizada batalla naval de la que se salva milagrosamente. En la orilla le recoge Sheik Ilderim (Morgan Freeman), un experto dedicado a los caballos. De vuelta en Jerusalén se enteran que Messala participará en una carrera de carros, la hora de la venganza se avecina. Pero Esther, la esposa, ha entrada en contacto con un tal Jesús, cuando Ben-Hur se reencuentra con ella le habla del camino del perdón. Pero él tiene el odio en su corazón y busca resarcirse.
La nueva adaptación no está para moverse en sutilezas ni claroscuros. El itinerario de Judah es lógico y necesario, va de la amistad a la venganza, de la fraternidad al odio. La conversión solo será posible por la irrupción de Jesús de Nazaret (representado esta vez por Rodrigo Santoro). En la adaptación dirigida por Timur Bekmambetov se juega fuerte y explícitamente la presencia de la fe, Jesús nos mostrará su propio rostro.
Ben-Hur le conocerá, le acompañará en el camino a la cruz y verá como su vida queda transformada. Hay que tener en cuenta que estamos en la estela de producciones como "Hijo de Dios" de Christopher Spencer, la miniserie "A.D. The Bible Continues" o "Little Boy"(2015) de Alejandro Monteverde con productores como la pareja Mark Burnett y la actriz de norirlandesa Roma Downey, conocida por el ángel Mónica de la serie "Tocados por un ángel". Se trata de ofrecer un mensaje cristiano claro y explícito, en línea del evangelismo norteamericano.
Tras el "Resucitado" (2015) de Kevin Reynolds llega a nuestras pantallas esta película donde desde una superproducción de entretenimiento se ofrece un mensaje cristiano muy directo. Entre el público norteamericano este tipo de productos son de gran audiencia, sin embargo en Europa se suelen mover únicamente entre el público directamente creyente. Esperemos que este título pueda llegar al gran público con su mensaje simple: "Jesús puede cambiar la vida".
Sin embargo, la asociación de espectáculo y fe, que ya explotó el Hollywood clásico, suele adolecer de superficialidad. Las historias son lineales y artificiales, la experiencia religiosa se presenta más como revelación inmediata que como encuentro dilatado y lo explícito carece de profundidad simbólica para expresar las vivencias espirituales. Así, pues, interesante comercialmente pero artística y espiritualmente limitada.
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