Benavent: La “Mare de Déu del Desamparats”, madre de los últimos, madre de todos.
La ciudad de Valencia un año más está celebrando con gran solemnidad la fiesta de la “Mare de Déu del Desamparats”, a la que el Arzobispo, califica de “madre de los últimos, madre de todos”.
”Esta fiesta está marcada por la vinculación identitaria de esta advocación de María con el pueblo y la iglesia de Valencia, y por su relación con los últimos, los pobres y quienes no tienen voz a nuestro mundo, a quienes con aprecio hemos denominado “desamparats”, confiándolos a la intercesión de la Virgen, y a quienes Ella nos enseña a querer y servir de forma privilegiada”.
El Papa, ante las constantes violaciones de los derechos humanos, y ante la dramática situación de un mundo que olvida el carácter primigenio del derecho en la vida, denuncia que la vida de los demás no puede estar a nuestro servicio, sino que en el servicio a quienes más lo necesitan está la verdadera riqueza y realización del hombre.
“Quien mira a Cristo ve la degradación en la que podemos caer por el afán de dinero, de placer o de poder. Lucha con las armas del bien, perdonando y no acusando. No justifica la mentira para conseguir ningún objetivo”.
| José Luis Ferrando Lada
La ciudad de Valencia un año más está celebrando con gran solemnidad la fiesta de la “Mare de Déu del Desamparats”, a la que el Arzobispo, califica de “madre de los últimos, madre de todos”.
En una carta previa a la fiesta, Benavent, nos dice que :”Esta fiesta está marcada por la vinculación identitaria de esta advocación de María con el pueblo y la iglesia de Valencia, y por su relación con los últimos, los pobres y quienes no tienen voz a nuestro mundo, a quienes con aprecio hemos denominado “desamparats”, confiándolos a la intercesión de la Virgen, y a quienes Ella nos enseña a querer y servir de forma privilegiada”.
En la misma misiva, recuerda que hace unas semanas: “el Papa Francisco ofrecía a todos los fieles cristianos una declaración de la Congregación para la Doctrina de la fe, que bajo el título “Dignitas infinita”, ponía de manifiesto la urgencia que tiene que resultar para los cristianos recordar al mundo con claridad el valor de la vida. El Santo Padre se mostraba así preocupado por la situación de sufrimiento que afecta a un gran número de hermanos “el drama de la pobreza, la situación de los emigrantes, la violencia contra las mujeres, la trata de personas, la guerra...” Como personas, compartimos una misma dignidad, reconociéndonos como seres humanos que formamos parte del gran proyecto de Dios en la historia. El Papa, ante las constantes violaciones de los derechos humanos, y ante la dramática situación de un mundo que olvida el carácter primigenio del derecho en la vida, denuncia que la vida de los demás no puede estar a nuestro servicio, sino que en el servicio a quienes más lo necesitan está la verdadera riqueza y realización del hombre”. Y nos recuerda de nuevo en su carta las palabras del Papa Francisco: “También hoy, ante tantas violaciones de la dignidad humana, que amenazan gravemente el futuro de la humanidad, la Iglesia no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualquier que sean sus calidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas. Esta certeza se convierte en un llamamiento a cada uno de nosotros: «a cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle”.
Y en la tradicional “Missa de Infants”, que se celebra tradicionalmente el domingo de buena mañana, y a la que asisten numerosos fieles que desde distintos lugares de la periferia de Valencia peregrinan para asistir a la misma, el Arzobispo ha recordado: “Quien mira a Cristo ve la degradación en la que podemos caer por el afán de dinero, de placer o de poder. Lucha con las armas del bien, perdonando y no acusando. No justifica la mentira para conseguir ningún objetivo”. Y, en consecuencia, Benavent, ha afirmado: “quien mira a Cristo vive en la tierra, ve la degradación en la que podemos caer por el afán de dinero, de placer o de poder” y ha recordado que “mirar al cielo no es vivir en un mundo irreal: es no absolutizar las cosas del mundo; valorar más las personas que las cosas; reconocer la dignidad de todo ser humano; no someter a nadie a los propios intereses; buscar la justicia y la verdad por encima de todo; no sacrificar a nadie en función de los propios deseos; no justificar la mentira para conseguir ningún objetivo. No es estar parados contemplando la nube en la que entró el Señor. Quien mira al Cielo lucha contra el mal y lo hace con las armas del bien, perdonando y no acusando”. Ha terminado citando de nuevo “la declaración del Papa “Dignitas Infinita”, donde se recoge que “los desamparados son aquellos cuya dignidad no es respetada ni cuidada: los más pobres; las víctimas de la guerra; los emigrantes; víctimas de la trata; las víctimas de los abusos sexuales; las mujeres sometidas a violencia; los seres humanos concebidos y no nacidos; quienes se sirven de la maternidad subrogada que convierte al ser humano en una mercancía que se compra o se vende; las personas que están en situación de enfermedad terminal y que más necesitan sentirse amadas; las víctimas de la violencia digital o de las ideologías de género”.
La Missa d´Infants ha sido concelebrada por el Obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López y algunos obispos valencianos: el Obispo emérito de Alicante, Jesús Murgui; el Obispo de Málaga, Jesús Catalá; el Obispo de Lleida, Salvador Giménez; el Obispo auxiliar emérito de Valencia, Esteban Escudero y el Arzobispo emérito de Zaragoza, Manuel Ureña.